Capitulo 23

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El ser humano nunca deja de ser un misterio. Al recibir una mala noticia son múltiples los tipos de reacciones que se pueden demostrar, casi siempre estas son negativas, es de esperarse y de lo más normal. Pero ¿cómo ayudar a alguien que no quiere ser ayudado?

Ese era el caso de Jared, un joven de dieciséis años que fue diagnosticado con cáncer a los once, y luego de llevar a cabo su tratamiento logró salir adelante, pero ahora volvía a pasar por la misma situación y esta vez no quería seguir luchando por su salud.

Cuando una persona se entera de que está enferma y si el caso es grave, el paciente pasa por un proceso de pérdida de salud, lo que equivale a un periodo de duelo, tal como si hubiera perdido a un ser querido, en efecto, en todo el transcurso se producen ciertas etapas de aceptación de la enfermedad.

Primero, tiende a convencer a los demás y a sí mismo de que se siente bien, por lo que no acepta el diagnóstico y surge la pregunta de: ¿Por qué a mí? Luego, se busca una negociación, la persona se halla tan desesperada que haría cualquier cosa por vivir, en consecuencia aparece la negatividad: ¿Qué caso tiene realizarme el tratamiento? Si voy a morir. Y por último, tiene dos opciones, dejarse llevar por la depresión de todo lo que le generó la enfermedad o aceptarla y levantarse de nuevo para batallar por la vida.

Es fácil decir y tener la teoría de cada proceso que puede llegar a vivir un paciente, pero solo se llega a entender cuando se vive en carne propia, o aquel que ha tenido un suceso con el cual pueda demostrar empatía.

Harry suspiró tan fuerte que me desconcentró de mi búsqueda mental por intentar encontrar una solución al problema de Jared. Estábamos en su consulta sentados en el sofá desde hacía más de media hora, gastando hasta los últimos recursos de ideas.

—Tranquilo, Harry... no es tú culpa que no quiera aceptar tú ayuda. —Le di unos golpecitos en su mano.

—No puedo, Nico... siento como si fracasé en el intento.

—Hey, por más técnicas psicológicas que adquieras y pongas en práctica no asegura que el paciente vaya a ser un buen receptor. O sea, que si yo practico una cirugía de trasplante y el cuerpo del paciente rechaza el órgano, ¿es culpa mía?

—No.

—Claro que no, Harry —reafirmé a su respuesta—. Sé que te sientes frustrado porque no quiere hablar y así no podemos llevar a cabo ningún tratamiento, pero es menor de edad y sus padres deciden, tendrá que hablar en algún momento.

—Pero principalmente la cosa es que él decida sobre su cuerpo.

—Sería lo ideal... ¿podrías hablar con sus padres? Ver sus gustos, si tiene algo que sueñe con hacer, cosas así...

Harry me miró con curiosidad y asintió lentamente.

—También estaba pensando esa opción y creo que lo haré, gracias, Nico, por escucharme.

—¿Para qué están los amigos? —Le sonreí—. Para hacerles bullying —bromeé y él se rio.

—¿Más rato nos juntamos a practicar la canción con los chicos?

—Genial, como a las seis de la tarde estaré terminando el trabajo. —Me puse de pie—. Y Harry, piensa que de una u otra forma lo que te propongas dará resultado, sea malo o bueno asegúrate de que diste lo mejor de ti, lo demás no te corresponde.

—Lo haré. —Me guiñó el ojo y puso el brazo como si hiciera fuerza para mostrar su músculo, mini desarrollado—. ¡Hey! —me dijo cuando abrí la puerta.

—¿Qué pasó?

—Acuérdate que tienes los pancakes con Chris hoy.

—Lo recuerdo, Harry. —me reí y le guiñé el ojo y él puso cara de pícaro, a lo que yo le saqué la lengua.

Dos Amores Un Solo CorazónWhere stories live. Discover now