XVIII. "Coqueteo"

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—Despierta...—sentí una leve cosquilla en mi pecho, pero no quise abrir mis ojos.

—Joder... —susurre, apartándome.

—Nena...

—¿Qué mierda quieres, Jay?—dije cuando abrí mis ojos y me di cuenta que Jay me miraba fijamente, encima de mí.

—Levanta. Es tarde.

—Déjame. Quiero dormir.

Me mira, le tiro una almohada haciéndole reír, se encamino a la puerta y salió. A mi mente vinieron los sucesos de ayer y me entraron de nuevo las putas ganas de llorar. Pero en vez de eso, suspire, y me levante. Me puse una vieja sudadera de Harry, encontré unas medias, las deslice por mis piernas, me llegaban más arriba de la rodilla y busque un short de mezclilla, poniéndomelo.

Me encamine a la cocina encontrándome con Jay, agarre una taza de los muebles y me puse leche, tome cuatro galletitas y me senté a su lado.

—¿Qué haremos hoy?

—No sé, dímelo tú.

—Yo opino que vayamos a las carreras. Quiero romperle el puto culo a la perra...

—Stacy—me corrigió él.

Bufe.

—Admite que es una perra.

—Sí, pero no te da razón para tratarla así.

—Si me da y punto.

—No peleare contigo.

—Yo menos.

Nos quedamos unos momentos en silencio mientras yo comía la última galleta que me quedaba.

—Bien, iremos. Pero ten en cuenta que probablemente y lo más seguro es que veas a Harry.

Argh.

—No iremos.

—Oh, claro que sí.

Medite. Tal vez sería buena idea verle. O quizá no. Quiero verle, besarle y abrazarle pero también quiero romperle esas lindas mejillas que tiene y tironearle el cabello. Por capullo. Pero no hare ninguna de las dos opciones.

—Bien.

Termine mi desayuno y me encamine hacia mi habitación, tomando solamente un abrigo, mi bolso y mi móvil. Me maquille un poco y baje a la sala.

—¿Vamos?

—Sí.














-...-


El típico olor a tabaco y marihuana entro en mis fosas nasales dilatando un poco mis pupilas. Puse los ojos en blanco mientras sonreía.

Hogar, dulce hogar, pensé.

Busque con la mirada a algunos de mis amigos, pero nos los encontré. Fruncí el ceño preguntándome donde se encontraban. Decidí restarle importancia y entrelace la mano de mi hermano con la mía.

—Te amo, Jay.

—Yo a ti, enana.

Le vi sonreír y nos encaminamos al centro de la pista, donde ya parecía que una carrera había comenzado. Visualice a dos motos acercándose, en una de ellas logre distinguir una melena castaña. Dylan. Las náuseas y las ganas de salir huyendo me vinieron. Pero mi mente pareció cambiar de opinión al instante en que vi al otro chico. Él había ganado. Le había ganado a Dylan. Sonreí, y me dispuse a encaminarme a él pero una mano sujeto mi muñeca haciéndome parar.

My Exboyfriend » hs (en edición)On viuen les histories. Descobreix ara