XXI. "Visita imprevista"

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La mirada de Louis me observaba impaciente. Por una respuesta de mi parte. Yo no hacía nada más que mirar hacia un punto x de la pared. Niall y Jay seguían apoyados en la puerta, observándome.

—Si—fue lo único que pude decir—¿Y que con eso? ¿Acaso remediare todo el daño que pude causar alguna vez? Claro que no. Diciendo todo esto no arreglare nada. Y si, lo admito, me comporto como una idiota aquel día. ¿Y sabes?—me gire apenas unos segundos para mirarle—me siento como la misma mierda para que, más encima, tú vengas aquí y me regañes. Si viniste hasta aquí solo para discutir conmigo, te invito a que te retires. Al igual que ustedes dos. Largo. ¡Largo!

Ninguno de los tres chicos se inmuto en moverse. Al contrario, se acercaron a mí y me abrazaron. Fruncí el ceño a medida en que mi enojo y enfado disminuía. ¿Por qué me abrazan?.

—Suélteme, trio de idiotas. Son insoportables, no aguanto ningún segundo a su lado, los odio. Los odio.

Aunque al igual que ellos, sabía perfectamente que eso era un completo engaño. Y que jamás los odiaría aunque me hicieran la más grande de las traiciones.

—Eres idiota. Cállate de una maldita vez, ¿quieres? Dices puras gilipolleces, te vez más guapa callada, Wilson.

—Deja de llamarme por mi apellido, capullo.

—Y tú deja de ser tan malditamente terca.

—No se me da la maldita gana. Tú no me dices que hacer así que te pido que...

Golpes desenfrenados en la puerta de mi casa hicieron que no acabara la frase. ¿Qué mierda?

—Ve a abrir—mi hermano dijo, prácticamente me ordeno.

—¿Y por qué no vas tú, imbécil?

—Porque no se me da y listo. Estaré en mi cuarto con los chicos. Te dejaremos sola con tus berrinches de niña pequeña por un momento. No te soporto.

Hice una mueca, imitándolo. Imbécil.

—Harry...—murmure en un hilo de voz, en cuanto abrí la puerta. Mis piernas debilitaron y flaquearon. Me vinieron unas ganas horribles de vomitar, mareándome. Todo me daba vueltas. Y ni siquiera tenía claro si esto era una simple pesadilla, o si era el efecto de la cocaína, o simplemente si era la maldita realidad.

—Hola, preciosa.

Entonces su tono de voz me lo confirmo todo. Se atraganto con su propia lengua en cada silaba que pronunciaba. Dándome a entender que estaba completamente ebrio. Pues debí imaginármelo, él jamás se atrevería a venir hasta aquí sobrio.

—Estas borracho, Harry. Es mejor que vayas a tu casa.

Claro que no era lo mejor, quería que se quedara aquí, justo a mi lado. Por siempre...

—¿Quieres que me vaya?

—No—dije con toda sinceridad.

—Pues entonces dímelo. Ruégame para que no me vaya.

Por dios...

—Harry...—agarre su brazo suavemente para que entrara. Estaba completamente empapado, sus pantalones rasgados se encontraban lleno de suciedad y barro. Su ceja tenía un leve corte, y su labio sangraba.

—¿Qué mierda te paso?

—Me he caído—por alguna extraña razón, él miente.

—Me estas mintiendo.

—Entonces para que preguntas.

—Eso no tiene coherencia, Harry...

Me quedo en silencio por unos segundos. Dándome el tiempo para reaccionar y que mi cerebro trabaje. Me dirijo directo hacia el baño y busco el pequeño botiquín. Vuelvo a la sala y me siento nuevamente con la mirada perturbadora de Harry encima de mí. Saco del botiquín el frasco de alcohol desinfectante y un poco de algodón.

—Esa herida se ve realmente mal, y antes de hacer otra cosa, te la limpiare así no se infecta.

—No tendríamos por qué hacer otra cosa. Ya que no venía a verte a ti, prácticamente. Vine porque Jay me invito. Aunque soy consciente de mi estado de ebriedad, me dio el suficiente valor para venir y enfrentarte.

Y aunque sé que la opción que tomo no es la correcta, decido ignorarle.

—¡Joder! —exclama en el momento en que acerco el algodón a su ceja.

—Ni siquiera te he tocado—y era verdad, el algodón ni siquiera había rozado un poco su piel.

Ruedo los ojos por su comportamiento totalmente infantil, y lo acerco aún más, haciendo así que el alcohol limpiara cada rastro de sangre y suciedad combinadas. Suelta un chillido bastante fuerte, que me hace sobresaltar.

—Listo, ha sido suficiente—acerca su mano a la mía, y en el momento en el que creo que va a tocarme, retiro mi mano antes de que él lo haga por mí.

—Pre...preparare café, ¿sí? —mi voz suena nerviosa, o débil.

El chico no rechista, saca su mirada de mí y se recuesta en el sofá, como queriendo algo. O esperando algo.

Santa mierda. Siento rabia conmigo misma.

Cuando siento que el café que le he preparado está lo suficientemente cargado y caliente, me dirijo nuevamente a su lado. Lo dejo en la mesa de centro y entonces es cuando me doy cuenta de que tatarea una canción. Como suele de vez en cuando a hacerlo, pero no siempre; solo lo hace cuando se siente solo. Nunca logro distinguir que canción canta, pero siempre es la misma. No sé si aquella canción tendrá algún significado sobre si o simplemente es porque le gusta. La tatarea lo suficientemente alto como para que escuche la melodía, pero lo suficientemente bajo para no reconocer la letra.

—Todavía tenemos mucho de qué hablar—dije.

—¿Hablar?—negó con la cabeza con expresión de deseo—Y si te beso...

No fue una pregunta, más bien una advertencia.

Sonrió al ver que no protestaba, y acerco su boca a la mía. El primer roce fue solo eso, un roce. Muy suave. Me relamí los labios y su sonrisa se acentuó.

—¿Más?—me pregunto.

Enrede las manos en su pelo, atrayéndolo hacia mí.

—Más.

La cercanía que teníamos era tan imperceptible que sus labios rozaban mi piel, solo una simple caricia, un roce de contacto, como si estuviéramos esperando el alejamiento del otro para no continuar con nuestro próximo movimiento. Entonces fue cuando al fin sus labios tocaron los míos; uniéndolos. Al principio me resistí, pero el sabor de su boca me hizo olvidarlo todo.

Seguramente él no recordaría nada de esto, o tal vez si lo haga. Él estaba ebrio, y yo sabía perfectamente que si no lo estuviese no estaría aquí besándome.

Cerré los ojos, pero tal vez no fue la decisión correcta, al cerrarlos pude sentir como la caricia se volvía algo diferente, no era solo yo la que besaba, sentir los labios de él sobre los míos fue mi perdición, era como si abriera mi mundo a un nuevo despertar de sensaciones, no comprendía porque me sentía así, como un beso tan... suave, podía hacerme sentir tanto. De un momento a otro podía sentir como ese beso tierno se estaba volviendo en algo más... intenso, me sujeto de la cintura con un poco más de fuerza.

Me aleje lo suficiente como para verlo a lacara, parecía estar cautiva de esos ojos, sabía que debería ser coherente y recuperar el dominio de mi misma y ponerme a pensar; esto estaba mal.



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MULTIMEDIA: La reaccion de Abigail mientras habla con Harry.

My Exboyfriend » hs (en edición)Where stories live. Discover now