LIX. "Destino"

787 31 4
                                    

Harry

Me dolía cada músculo al querer moverme y sentía como mis muñecas agonizaban por todas aquellas veces en las que intenté soltarme. Habían cambiado las apretadas sogas por esposas, que ahora me retenían junto a una tubería vieja.

Sorprendentemente, no era lo que más me dolía.

Estaba a tan solo unos metros de mi hijo y ni siquiera podía tocarlo. Había dejado de llorar. Sin embargo, no podía sentirme tranquilo. Estaba mirándome, recostado en su sillita. Mientras lo miro, me preguntó en donde la consiguió. Quien le ha escogido la ropa, quien lo vistió o quien le ha dado de comer. Me duele el hecho de que sea quien sea, le ha robado cada uno de esos momentos a Abi. Y a mi.

Dylan –odio no tener la seguridad de si sé su nombre ahora porque me lo dijo o porque finalmente lo recordé— se fue hace horas dejándonos solos en esta húmeda habitación. Mis pies están entumecidos y no siento mi cara. Sigo mirando a Ed. Necesito tener la certeza de que la mantita a su alrededor es suficiente para mantenerlo en calor.

—¿Estas cómodo, campeón? —le preguntó, deseando que reconozca mi voz. Para que pueda ver que estoy aquí y lo mantendré a salvo.

Pero no va a ocurrir nada de eso. Yo no supe de él hasta que ya era demasiado tarde.

Al borde de las lágrimas, intento una vez más acercarme, pero lo único que consigo es otro calambre en los brazos.

—Soy papá —sus ojos son verdes y mis lágrimas vuelven a caer cuando observo pequeños rizos por debajo del gorrito que le protege la cabeza —Perdóname, Ed. Perdóname por no poder salvarnos.

Me sobresalto cuando la puerta comienza a abrirse con ese horripilante ruido. Como puedo limpio mi cara con mi sucia camiseta, escuchando a Edward llorando de nuevo.

Quiero matarlo por abrir esa maldita puerta y provocar sus lágrimas.

—No se calla nunca, ¿verdad? —me dice. Levanto la mirada, dándome cuenta que viene acompañado de una mujer que arrastra un carro lleno de cosas. Antes de que pueda observar mejor su contenido, vuelve a hablar; —Que pintas, hombre. Esto de ser padre debe tenerte agotado.

—Hijo de puta —le escupo, deseando poder estrangularlo. Comienza a caminar, deteniéndose a un lado de la sillita de Ed. Se arrodilla y siento la ira corriendo a través de mi—¡No lo toques!

—Tranquilo —se ríe y voltea para hablarle a la mujer que solo se limita a observarnos. Su diversión no desaparece— Atiéndelos.

Se retira de la habitación, dejándonos a solas. Observo a la mujer, que parece temblar ligeramente, volteándose al carro detrás de ella.

—¿Qué te hace pensar que tú si podrás tocarlo?

Mi voz sale rasposa y hasta este momento no era consciente de lo mucho que mi garganta dolía. La mujer me ofrece una media sonrisa, luciendo como si estuviese esperando aquella reacción en mi.

—Lo he cuidado desde que nació.

Mi estómago se retuerce ante su confesión.

—No lo cuidaste. Se lo arrebataste a su madre —observo como prepara leche, agitando un biberón—Ella debería estar haciendo eso.

Me ignora y aprieto mis dientes cuando se agacha y lo toma en brazos. La observo darle su leche, mientras comienza a caminar por la habitación.

Ed deja de llorar.

—¿Quieres que te cuente como es él? —me habla sin dejar de mirarlo. Maldición...

Odio que conozca a mi hijo más que yo.

My Exboyfriend » hs (en edición)Where stories live. Discover now