EPÍLOGO

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Brandon Pov

Era ella, la chica del baile, la que se acercó a Britney para darle la enhorabuena por haber ganado la corona. No pude evitar decirle lo preciosa que iba con ese vestido azul, así la sigo llamando, "vestido azul".

Durante todo el tiempo en el que me había fijado en ella, nunca había estado así, siempre la había visto con una sonrisa, rodeada de gente, de sus amigos. Pero esta vez era diferente la había visto sola, llorando.

¿Qué le podrían haber hecho? - me pregunté.

Al igual que llegó corriendo y se chocó conmigo, se fue corriendo, huyendo. Me quedé viendo como entraba en su habitación y el chico que la acompaña se quedaba mirándome para después cerrar la puerta. Y tras unos minutos, finalmente decidí ir a la habitación de mi mejor amigo, Marcus.

No llame, no avise, ni si quiera pregunté si podía pasar, abrí la puerta, y me encontré a un Marcus en el borde de su cama.

- ¿Que cojones te pasa? ¿Has visto un fantasma? - me preguntó el mismo de forma irónica.

Sabía que si hablaba mi voz sería débil, de hecho, no sabía si podría llegar a escucharme- la he visto llorar- Marcus se dio cuenta de que la cosa no iba bien y entonces me prestó más atención que la que me estaba dando antes

-Ella estaba... - continúe y arrugue la cara de dolor, miré a Marcus- estaba rota.

Cerré los ojos entonces y Marcus pareció preocuparse. Sabía perfectamente que él sabía de quien estaba hablando. Pues con ninguna otra chica habría podido ponerme así.

-No la he abrazado- abrí los ojos y le miré- no he hecho nada, tan solo le he dado un pañuelo.

Hubo un momento de silencio.

- ¿Y le he hecho una broma? - pasé las manos por mi pelo, como si así fuese a tranquilizarme- ¿por qué no le he dicho que la conozco, que llevo detrás de ella durante medio año? - Marcus seguía perplejo, nunca había tenido a esa chica tan cerca- le podría haber dicho que quiero ayudarla, conocerla- miré fijamente a Marcus- joder, que me gusta.

Lo acababa de decir. A mí no me gustaban las chicas, tan solo eran para un rato. Y Marcus lo sabía bien, porque él era igual que yo, los dos hacíamos exactamente lo mismo.

Pero fue entonces en el baile de Navidad cuando cambió algo, nunca nadie había hecho que yo me pillara, y menos aún sin haber hablado ni una sola vez con ella. Sin embargo, el alcohol y lo preciosa que se veía con ese vestido no ayudaban.

Ese vestido azul, fue por ello por la que la llamaba así, porque no sabía su nombre. Podría haberlo preguntado, investigar, pero no quería que fuera así, quería encontrarme con ella y entonces preguntárselo yo mismo.

Se veía tan delicada que parecía que iba a romperse con tan solo un pequeño golpe. Fue entonces cuando lo confirme, esa chica de cabello moreno y ojos azules se había chocado conmigo rota, llorando de dolor. Lo sé, porque en el momento en que ella me miró a los ojos lo noté, sentí que algo no iba bien.

¿Qué hacía una chica así de esa manera? Nadie se merecía eso, y ella menos.

-No podías soltárselo todo- dijo Marcus. Lo miré, tenía razón no podía decirle que la conocía, que sabía que todos los días cuando sale del instituto sale con una maravillosa sonrisa. Mi amigo siguió hablando- has hecho bien, si en algún momento tienes que entrar en acción en su vida, llevaras todas las papeletas.

Me dolía verla así, no sabía el porqué, era la primera vez que le hablaba con ella a solas, y lo único que había escuchado de ella ha sido ese gracias tan débil que apenas pude escucharlo. Me destrozaba verla así, como una chica tan brillante como ella, sonriente y radiante había llegado a ese punto.

El Pijo De Al Lado #1Where stories live. Discover now