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Cuando llegamos a casa de María sus padres ya estaban durmiendo. Pero en la puerta nos esperaba su gatito, Blue, era blanco con los ojos grandes y azules. Doble m lo adoptaron al poco de empezar a salir juntos y era como su hijo.

La tarde del baile María y sus padres prepararon el sótano para hacer posible que todos nos quedásemos a dormir. Colocaron colchones y prepararon los sofás para que pudiéramos dormir en ellos. Como ya sabíamos que dormiríamos allí nos llevamos mochilas con los pijamas, ropa, cepillo de dientes... Las cosas necesarias para pasar la noche.

Cuando ya todos estábamos con el pijama puesto, nos sentamos en círculo, cada uno en donde dormiría aquella noche. La televisión estaba puesta de fondo para hacer compañía y rellenar de sonido los momentos en los que nos quedábamos en silencio.

- ¿Habéis visto que Olivia y Liam han estado pegados todo el rato? - comentó Owen. Las personas de las que hablaban eran unos compañeros de clase, y eran el típico cliché de la nerd y el popular. A mí personalmente los dos me caían bien, las veces que habíamos tenido que hacer trabajos en grupo no surgieron problemas. Aquello fue tema de conversación por un rato, hasta que Joan pasó a otra cosa.

-A que no sabéis con quién he hablado- sabíamos que se refería a los chicos.

-Dime que con Dios aún no, es pronto para palmarla- sugirió Nico.

-Con Richard- los chicos abrieron los ojos como si no lo creyeran. Y nosotras no sabíamos de quién hablaban.

-Qué bueno que está- dijo Owen.

- ¿Quién es? - preguntó María mientras acariciaba a Blue.

-Era el capitán del equipo de fútbol, fue quien nombró a Joan capitán cuando él se graduó- contó Dylan acariciando mi muslo.

Asentí con la cabeza, no sabía quién era, no por su nombre. Tampoco quise preguntar, ya que los chicos se pasaron a hablar de otras cosas tras comentar lo que Joan había hablado con aquel chico.

Cuando se hizo tarde, nos decidimos en irnos a dormir. Joan apagó la luz y eso daba comienzo a cerrar los ojos e intentar descansar. Me acurruqué en Dylan mientras él acariciaba mi pelo.

-Me voy a dormir como sigas- susurré.

-Es la intención- dejó un beso en mi frente.

No recuerdo mucho más, solo sé que siguió acariciándome y me quedé dormida. Cuando desperté sólo estaban en los colchones Joan, Kayla, y Dylan que estaba junto a mí. Los demás habían ido a desayunar a la cocina. Así que nosotros subimos una vez que estábamos todos despiertos.

Aquella tarde pusimos rumbo a Big Bear Lake para pasar las vacaciones de navidad. El camino hacia la ciudad fue ameno, los primeros kilómetros de carretera eran atravesando algunos barrios residenciales de Los Ángeles, pero tras avanzar las montañas se veían de lejos y eso significaba que estábamos mucho más cerca. Hasta llegar, tuvimos que atravesar el escarpado bosque que la rodea. Desde finales de noviembre ya había empezado a nevar en el lugar, por lo que todo estaba repleto de nieve. Supe que habíamos llegado cuando a lo lejos pude ver el cartel de bienvenida. Era de madera, con un cartel rojo con letras blancas que decía: "Welcome The Village Big Bear Lake California". Y el detalle de aquel cartel era lo que hacía que fuese mejor, pues del colgaba una figura de un oso, por delante podías ver su cabeza y, cuando lo veías desde atrás podías ver el resto del cuerpo. Sin embargo, cuando nevaba mucho, el osito solía estar lleno de nieve. Además, las calles estaban decoradas de navidad, luces que rodeaban las farolas y decoraban las fachadas de algunas tiendas y casas. También había guirnaldas verdes con lazos de color rojo que decoraban las calles.

Ver todo aquello me hizo sentir como cuando era pequeña. Todas las navidades las había pasado allí hasta hace cuatro años. Las primeras veces íbamos con mis abuelos y pasábamos la navidad en familia. Pero, cuando yo tenía los cinco años, ellos fallecieron, primero mi abuela y a los meses mi abuelo. Aquel año quise pasarlo como cualquier otro, pues, aunque era pequeña, supe lo que había sucedido, no fue ningún secreto. Realmente me afectó aquello; les echaba de menos, vi como mi madre se volvía aún más fría de lo que era, mi hermana lloraba bastante, y cuando iba a casa de mis abuelos mi madre siempre me decía que no tocase nada, creo que lo decía para que todo allí siguiese como cuando ellos estaban. Pero con el paso de los años todos lo fuimos aceptando, mamá iba más a menudo a casa de mis abuelos y la limpiaba para que estuviese en buen estado. Sin embargo, a día de hoy no está en sus planes venderla.

El Pijo De Al Lado #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora