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Desperté cuando los rayos de luz empezaron molestarme, y ya ni siquiera ponerme boca abajo hacía que el sol desapareciera. Escuché a Joan gruñir también por el sol y eso hizo que me despertara del todo.

-Puto sol- se quejó.

-No insultes al sol, te quejarías si no volviese a salir jamás- me rasqué mi ojo derecho para lograr despertarme del todo.

-Si el sol se apagase estaríamos muertos.

Tan sincero como siempre- pensé.

Me levanté de la cama y me dirigí al armario para poder coger algo de ropa que ponerme.

- ¿Sabías que te ha crecido el culo? - soltó.

-Sí, lo confirmé cuando te escuché hablar de mis dimensiones con Dylan-lo miré.

-Aquella noche.

-Sí, aquella noche.

Cuando nos quedamos a dormir en casa Joan, tras el partido de futbol. Fingí estar escuchando música cuando en realidad tan solo los escuchaba hablar. Podría decir que fueron unos babosos. Joan habló sobre lo que le gustaba de Kayla, habló de su personalidad y de los momentos con ella. Y después Dylan empezó a hablar de alguna chica de su clase que había sido simpática, no puse mucha atención hasta que escuché mi nombre.

- ¿Y Noa? - preguntó Joan.

-No te escucha idiota, esta con los auriculares.

-El idiota eres tú, que qué sientes.

Recuerdo sentir la mirada de Dylan sobre mí, siempre podía sentirla. Quería escuchar lo que decía, aunque no estaba segura si sería lo más sano, lo más justo.

-Ya lo sabes Joan.

-No, no lo sé.

-No quiero retenerla junto a mí y que no sea feliz. Prefiero que lo sea y yo poder verlo, y alegrarme por ella.

Recordar aquello me erizó la piel. Y Joan se percató de ello. Porque se levantó y se posicionó justo en frente de mí.

-Lo hice a propósito- dijo y continuó- sabía que no escuchabas música, cuando lo haces mueves los labios.

Joan me conocía, se fijaba en aquellos detalles de los que muchos no se dan cuenta.

-No me dolió- dije.

-No hablaba de dolor. Y sé que si, por eso cambié de tema.

-No lo sabes todo Joan.

-No, pero sobre ti se mucho.

Negué. Era cierto, Joan sabía leer a las personas. Tal vez no sabía ninguna de tus anécdotas, pero sabía cómo ibas a reaccionar en cada momento. Y no era raro que supiese mucho de mí. Desde que somos pequeños hemos compartido tiempo juntos. Pero jamás había sentido nada por él de manera romántica. Era el hermano mayor que no tuve nunca. Sin embargo, la intención de nuestras madres era muy distinta. Los dos sabíamos que siempre habían querido que estuviésemos juntos. Por eso su madre no aceptaba a Kayla, y mi madre no aceptaba a Dylan.

El moreno seguía mirándome. No sabía con lo que saldría ahora.

-Noa.

- ¿Sí? empecé a coger la ropa del armario.

-No pienses más allá, solo... céntrate en el presente. Duele menos.

Lo miré con la ropa en la mano. ¿Estaba insinuando un final? Asentí. Y salí de allí en dirección al baño para cambiarme de ropa.

[...]

-Yo nunca he esquiado, y soy torpe, me voy a matar- dijo María y me reí. Me dio un pequeño golpe en el brazo para que dejara de reírme.

El Pijo De Al Lado #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora