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Al abrir las puertas del teatro me di cuenta que en unos minutos yo estaría subida en ese escenario con los focos de luz sobre mí. Los nervios se apoderaron y mis manos comenzaron a enfriarse, mi cuerpo solía tener esa reacción.

Llegué de las primeras, aunque allí ya había algunas personas de diferentes cursos. La mesa de los jueces estaba preparada, y me llamó la atención los pequeños carteles que había sobre ella, pero no alcanzaba a leerlos. Me senté en uno de los asientos del lugar, no quise repasar nada. Minutos antes había calentado la voz, por lo que lo único que faltaba era salir ahí y cantar.

Poco a poco empezó a llegar gente. Dylan se sentó a mi lado al llegar y los demás se encontraban al fondo esperando a que comenzara.

De un momento a otro mientras hablaba con Dylan, tres personas entraron al teatro. Mi corazón se paralizó al girarme al ver a la chica que se sentaba en una de las sillas de la mesa de jueces. El moreno que se encontraba a mi lado igual de sorprendido que yo tomó mi mano acariciándola.

-Michelle- susurré.

Como si me escuchara sus ojos se clavaron en los míos y solo tuve ganas de levantarme y correr hacía ella. Después de casi cuatro años estaba viendo a mi hermana mayor. No sé como pero me solté del agarre de Dylan y fui hacia la mesa de los jueces. Ella no lo dudo y me abrazó, me abrazó como si las dos ahora estuviésemos en la misma melodía.

Note como su mano empezó a deslizarse por mi pelo, hacía tanto que no la sentía que no que quería volver a separarme de ella nunca. Uno de sus besos cayó en mi pelo y la abracé mucho más. Note como se separó un poco para mirarme, por ello, yo también lo hice. Las dos teníamos lágrimas en los ojos y supimos decírnoslo todo con tan solo mirarnos.

-Hola pequeña- acarició mi mejilla limpiando las lágrimas.

Sonreí entre lágrimas, llevaba muchísimo tiempo sin escuchar su voz. Desde hace cuatro años, cuando decidió ir a Harvard a estudiar, no había sabido nada de ella y no podía creer tenerla tan cerca.

Se le veía más adulta, más segura de sí misma. Pero, seguía viendo a la niña que me enseñó casi todo de la vida, que me protegió por las noches cuando una pesadilla invadía mis sueños y que junto a mi padre me hizo amar la música. Porque así era ella, te hacía ver las pequeñas cosas, el trasfondo de ellas, te hace amar cada cosa que haces.

Después de mucho tiempo me sentí completa.

-¿Vas a cantar?- me preguntó mirándome a los ojos. Yo asentí.

Ahora tenía más ganas que nunca de hacerlo, porque ella me había enseñado a hacer aquello que amaba. Y el seguir haciéndolo todo este tiempo había sido como tener una parte de ella conmigo.

-Si- fue la primera palabra que logré pronunciar. Ella sonrío y volvió a abrazarme.

Mire hacia los últimos asientos del teatro, estaban allí. Todos mis amigos estaban allí.

-Ve a tu sitio, empezamos y en cuanto digan tu nombre te preparas para cantar- me dijo acariciando mi mejilla haciendo que volviese a mirarla.

Yo asentí. A pesar de las ganas que tenía de ir con ella a otro lugar y hacerle todas las preguntas que tenía, volví a mi sitio junto a Dylan.

Él acarició mi mano. Yo lo miré. Había sentido un escalofrío.

Un hombre apareció justo entonces en el escenario, e inicio a llamar a distintas personas que se encontraban en la sala. Encima del escenario estaban diferentes instrumentos, pues días antes nos habían pedido que si necesitábamos que los músicos tocaban en directos les pasásemos las partituras. Y así hice.

Después de que diferentes personas de diferentes cursos cantaran escuche mi nombre. Fue en ese momento cuando volvieron a aparecer los nervios.

Me levante dejando todo en la silla donde estaba sentada. Dylan me sonrió y entonces subí por las escaleras de madera. Me posicioné justo en el centro del escenario, enfrente del micrófono.

La canción que había elegido era una de mis favoritas, a pesar de no ser de los años 80. X(POR) de Aitana, era de un estilo pop rock que me gustaba bastante. Tenía claro que no quería presentarme con una balada, quería alguna canción con mensaje y que a su vez te diesen ganas de cantarla por todo lo alto.

Y allí estaba.

Las luces se volvieron tenues. Y me iluminó un foco. Era el momento.

Empecé a cantar y junto a mí los primeros acordes de guitarra. Lo demás fue historia.

Las luces volvieron a iluminar todo el teatro. Pude ver a mi hermana, y como su sonrisa era exactamente igual a la que yo tenía en ese momento. Mire entonces más atrás y vi a todos chillando y aplaudiendo. Y entonces... vi a mi padre. Sonreí más, mucho más.

Baje del escenario, Dylan había ido hacia atrás con los demás, así que fui hasta allí. Los brazos de María me achucharon como nunca y no pude evitar reir. Recibí muestras de cariño por parte de todos. Y mi padre se acercó. Me estrechó entre sus brazos como siempre lo había hecho.

-Esta la hermana, ha vuelto- lo miré. Él sonrió, claramente él lo sabía.

Sabía que mi padre había mantenido cierto contacto con ella durante estos años. Y no es que yo no quisiese tenerlo, más de una vez había pedido hablar con ella. Pero mi madre no estaba de acuerdo. Al igual que a mí, le pidió a mi hermana que no estudiase algo relacionado con la música. Sin embargo, ella no le hizo caso y lucho por ello, por eso se fue tan lejos, para que mi madre no pudiese impedirlo. Creo que por esa razón fue más leve para mí, sabía porque ella se había ido.

De vez en cuando intento meterme en la piel de mi madre, para entender sus comentarios, porque algunos de ellos hacían mucho daño. Una de esas lo comprendí de algún modo.

Intenta protegernos, pero su protección hace más daño que el propio desastre.

El Pijo De Al Lado #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora