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Joan POV

El acuario. Y no, no hablo del recinto destinado a la exhibición de animales acuáticos vivos. Hablo del lugar con mayor concentración de narcotráfico de California. Este era el antiguo acuario de la ciudad pero fue abandonado y posteriormente ocupado por narcotraficantes de todo el mundo. El principal y más poderoso, Orca. Era el jefe de todo aquello, responsable de las entregas, compras, trapicheos... Y era con la persona que tenía que hablar.

¿Por qué? Pues porque la droga que me fumo es de él.

Jamás le he contado a nadie de este lugar, aunque siendo sincero, todo aquel que viviese en California sabía que este era un destino prohibido. Si alguien que no tiene ni puta idea de la zona entra, lo más posible es que no salga y si por lo contrario sale, no lo hará de la mejor manera. Por eso vine solo, no quise exponer a nadie en este vertedero.

Deje la moto en el aparcamiento del recinto. Algunas personas estaban por allí dando vueltas, seguramente fuesen los más perjudicados, los más adictos. Nada más entrar en el edificio podías ver algunas de las antiguas peceras que fueron el hogar de algunos animales. Tras unas de las puertas del principio estaba el bar, donde solo te sirven alcohol. Yo seguí hacia el despacho de Orca, algunos de sus guardias se encontraban a lo largo del pasillo, todos me dejaron pasar. Pero me encontré con su hija, Delfín, tenía unos tres años, y se me hacía impensable que viviese en ese entorno. Ella sería la siguiente con esto, seguiría con toda esta mierda dentro de unos años.

La policía no podía hacer nada, esto era demasiado, además de que la droga era legal en el Estado, así que esto no era de gran importancia para ellos. Tome a la niña en brazos, ella no renegó, no era la primera vez que me encontraba con ella, de hecho en ocasiones había estado entreteniéndola. Todos los responsables de allí tenían nombre de animal típico de un puto acuario.

Abrí la puerta del despacho y allí estaba mi dolor de cabeza. Me miro.

-Johnson... Johnson...- dijo mientras sujetaba un porro con los labios.

-Orca- respondí serio.

-¿Dónde está todo el dinero que me debes? ¿No te sirvió la paliza?- sí, hablaba de la paliza que me dio uno de sus perros falderos cuando me fui a San Diego.

-¿Cuánto quieres?- me acerque al escritorio y me senté en una de las sillas que se posicionaban justo en frente.

-Llevas sin pagar 3 meses, pero últimamente casi no compras. Me debes 30.000 dólares de 150 gramos que te llevaste- era cierto, se me había pasado pagarle.

-Llevo 5.000 encima- su cara se iluminó y apareció una enorme sonrisa.

-Dámelos- ordenó.

Así lo hice, lo saque del pantalón y se los di, todos en billetes. Me dio un plazo de dos semanas para pagarle. Realmente pensé que me daría menos tiempo pero fue amable en dejarme todos esos días. Mi plan era pagarle antes de lo acordado y olvidarme. Quería dejar todo eso, no quería drogarme, solo traía problemas y ya tenía suficientes como para añadir más.

Había notado las consecuencias, las drogas pueden producir efectos placenteros y alucinógenos, pero también provoca consecuencias graves para la salud física y psicológica de los que la consumen, y para su funcionamiento social. Pues noté que había dejado de hacer actividades que antes disfrutaba, me aislaba mucho más que antes y con frecuencia sufría ansiedad y alteraciones del sueño. Y eso se debía al abuso de las drogas.

Salí de allí después de dejar a Delfín con su padre en el despacho, había estado demasiado tranquila, raro de ella. Mire el teléfono, tenía unas llamadas perdidas de Kayla, seguramente querría quedar o tal vez había ido a mi casa y le había abierto la puerta mi madre y su cara de "me has hecho levantarme del sofá". ¿Estábamos juntos? Eso creo, realmente nunca decimos cortamos o volvemos, simplemente nos vemos más o menos. Tal vez por ella quería dejar todo este mundo, para darle algo más que pedazos de mí, para darle Joan completo al que amar. Para poder tener un futuro juntos, nunca le pedí ser mi novia por eso, porque la arrastraría a toda esta mierda, ella también estaría involucrada, y no quería que le pasase nada.

Tenía miedo a que ella se cansara de mí, estaba llevando a cabo el proceso, estaba comprando menos, ya de hecho llevaba semanas sin comprar, tan solo fumaba tabaco. Pero seguía dando miedo el que ella no estuviese allí. Y claro que lo notaba, me hizo comentarios como "tu ropa ya no huele a eso que fumas", "¿tabaco? creo que llevaba tiempo sin ver esto", y todo eso siempre acompañado de una sonrisa.

Quería superar todo aquello, quitar miedo, problemas y preocupaciones. Joder quería sentirme libre. Porque si puedo parecer un puto pasota, alguien al que no le importa nada, pero no era así, Me importaba cada cosa que me sucedía, que sucedía a mi alrededor e intentaba poder hacer algo para solucionarlo.





El Pijo De Al Lado #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora