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Joan POV

Desde que tengo uso de razón el dolor ha estado presente en mi vida. Pues, siendo de tres hermanos, el más pequeño, siempre había tenido que ser una copia de cada uno de ellos, Joan Johnson, ese soy yo, el hijo más pequeño, callado y problemático.

Mi hermano era el ejemplo a seguir de mi familia, siendo 5 años mayor que yo y que desde los 16 años tenía una relación estable, matrículas de honor en todas las asignaturas, estudiando la carrera de derecho y empresas en Harvard, y, después estaba mi hermana, la niña de la familia, la única que supo salir antes que ninguno de este mundo, ella es 3 años mayor que yo, actualmente tiene 20, y lleva desde los 15 yendo y viviendo de casa, todos los verano se iba de campamento y con 16 empezó a trabajar para tener sus propios ahorros y no depender de mis padres. A diferencia de mi hermano, mi hermana se buscó la vida para conseguir todo lo que quería, Jorge, mi hermano, dependió en su totalidad de mis padres y eso era algo que admiraba de Rose.

Era el día siguiente a las pruebas de animadoras que las chicas habían hecho, me levante de la silla del escritorio y me tumbe en la cama. A veces sentía que la vida me pasaba por delante de los ojos sin estar viviendo de verdad, me centraba tanto en los sentimientos y preocupaciones de los demás que acabé sin saber quién era yo.

Mierda demasiado sentimental Joan.

En fin, que mi vida era una mierda y por eso, un día, me metí en todo esto. Pasaba de ser la copia barata de mi hermano.

Aún que, pensar que el capitán del equipo de fútbol estaba metido en la droga es algo que podría llevarme a la ruina, pero muy pocos lo sabían.

Era un mierda sentir que todos podían destruirte si te conocían de verdad. Por eso mismo, siempre doy a pensar que soy una persona fría, distante y seguro de sí. Pero, me engaño a mí mismo.

Mire entonces a la pared de mi habitación, y sonreí sin importarme nada, vi ahí los recuerdos de toda mi vida, tal vez no parezca ese tipo de personas que con una foto lloran, pero ya he dicho, ese no soy yo.

Me levante de la cama y me acerque a todos mis recuerdos, cada foto tenía un significado, por no hablar de las camisetas de fútbol, las entradas de cine y de parque de atracciones, y a algún grafiti que hice con los spiders.

Cada parte de mi estaba formada por recuerdos y las personas que estuvieron esos momentos, mi hermano, representa ese ideal perfecto que nunca querré ser, mi hermana, una persona libre e independiente, que me enseño a no tener que depender de nadie, y de esta manera conseguir mis propios méritos. Seguidamente, están los spiders y las chicas, me hacían darme cuenta de que cada vez que necesite la más mínima cosa, ellos estarán allí, tanto para apoyarme como para ayudarme. Después, esta Noa, esa pequeñaja cambió mi vida cuando nació, empecé a sentir la necesidad de cuidarla y protegerla, aunque fuese desde las sombras, ya que como muchos sabemos, su carácter es fuerte, y según ella no necesita la ayuda de nadie, siempre ha significado mucho para mí y sé que no cambiará nunca. Y finalmente, Kayla, joder, suena tan bien su nombre.

Llevó pillado por Kayla desde el momento en el que nuestras miradas chocaron. Sé que suena cursi, y poco realista porque no te puede gustar alguien solo por su físico, y la verdad, es que no es así. Definirla en una sola palabra sería perfecto si no fuese tan idiota y la dejara escapar, una y otra vez.

Sería perfecto porque significaría que es mía.

La puerta de casa sonó, al igual que unas llaves, y supe entonces que ya no estaba solo en casa. Supuestamente tenía que estar estudiando, pero, digamos, que estudiar se ha quedado en segundo plano.

Cruzaba los dedos porque quien hubiese entrado en casa fuese mi madre y no mi padre. Desde este verano, la única conversación que tiene mi padre conmigo es sobre la universidad y la carrera que escogeré. El año pasado era sobre el equipo de futbol, pero al parecer eso ya no le interesa tanto. No puedo quejarme de mis padres, sé que quieren lo mejor para mí, pero las comparaciones, hacen que un niño que tenía sueños y metas, las dejara todas a un lado y se centrara en no defraudar a su familia. Y aunque hago cosas que pueden defraudarles, como el hecho de estar metido en la adicción, lo ocultaba a todo mi círculo cercano, no quería volverme una carga o un problema que solucionar, simplemente quiero esconderme de todos y cada uno de ellos, a pesar de ser mis amigos, la mayoría no conocían al verdadero Joan que se escondía detrás de un paquete de tabaco.

Baje las escaleras, ya no estaba solo en casa, y eso significaba ser otra persona, así que, salí de ella, pille la moto de mi padre que se había convertido en mía no hace mucho y acelere todo lo que pude. Por suerte California tenia sitios muy buenos para huir, uno de mis preferidos era una playa de San Diego.

Durante todo el camino me enfoque en la carretera, el paisaje ya lo tenía más que visto y no quería transportar mi mente a otro lugar, tenía que ser frio.

Después de tres horas estaba allí, en Carlsbad, uno de los condados de San Diego, vi entonces el mar y aparque la moto cerca de donde yo iba a estar, aun que sin embargo, si me sentaba en uno de los acantilados no la podría ver. A pesar de ello, lo hice, me senté al borde de un acantilado viendo el mar. Esta vez la marea estaba baja, y todavía se podía pasear por la arena, unos niños estaban haciéndolo.

Echo de menos no tener comeduras de cabeza, no preocuparme por cosas inexistentes, tener un sueño que cumplir, y por muy absurdo que sea, sonreír.

Pedazo de capullo.

Joder Joan ya te estas machacando tú mismo.

Pero lo era, si fuese un santo, no dejaría a Kayla tirada cada vez que estamos bien, me centraría en ella y no me tiraría a la primera que se me cruzase.

Era un puto capullo.

Se lo dije, que la cuidaría, que estaría con ella, pero entonces algo se apodero de mí, algo que no le recomiendo a alguien enamorado, el miedo. El miedo de amarle, de que te tenga en la palma de su mano y con una simple ráfaga de viento, caiga y me rompa por completo.

No quería que se enamorase de mí, no ella, por eso me iba continuamente, porque al igual que ella podía romperme a mí, yo también podía romperla a ella, tan solo había una diferencia, yo acabaría consumiéndome por dentro, y ella sabría salir adelante.

Ahora estoy a 194 kilómetros de ella, intentado huir de mí mismo, cuando sé que esos putos demonios nunca saldrán de mí.

El sol acababa de irse, mire entonces a las estrellas, miles de bolas de plasma y gas que durante mil millones de años seguían dando luz y produciendo energía cósmica, calor, luz, rayos ultravioleta, rayos X y otras formas de radiación, hasta que un día, una vez que han cumplido su función, se apagan.

Que insignificante soy.

-¡Levante las manos, donde yo las pueda ver!- grito un hombre a mis espaldas.

Esto no era bueno.

El Pijo De Al Lado #1Where stories live. Discover now