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A la mañana siguiente, tuvimos que despertarnos pronto, porque era el día en el que tendríamos que ir al hotel que habíamos reservado para pasar los primeros días de vacaciones. Mi padre era el que nos iba a llevar a María, Danna, Owen y a mí al hotel. Así que pasamos a por ellos y prendimos rumbo hacia el lugar.

-Oscar, sé que tu hija no te lo dice mucho, pero tienes que saber que eres muy guapo- comentó María desde el asiento trasero del coche.

-Muchas gracias, María- le sonrió mi progenitor.

-Yo si hubiésemos tenido la misma edad, habría ligado contigo- continuó la rubia.

-A mí no me importa la edad Oscar, te quiero así, mi amor no tiene límites- dijo Owen.

Me llevé la mano a la frente. Escuchar a mis amigos ligar con mi padre era divertido e incómodo a la vez. Entonces los dos rubios empezaron a usar frases "originales" para ligar.

-Cuando te conocí pensé "Me acabo de mudar a la ciudad, ¿podrías darme instrucciones de cómo llegar hasta tu casa?"- dijo María.

-Oscar yo descubrí que era gay por ti.

-Disculpa, ¿te llamas Google? Es que en ti encuentro todo lo que busco

-Por tentaciones como tú, hay tantos pecadores como yo

-Si ser sexy fuera un delito tendrías que pasar el resto de tu vida en la cárcel- añadió Danna también.

-Tú también no, por favor- le pedí y se rio.

- ¿No te habrá dicho eso mi novio policía? - Owen miró a Danna fingiendo indignación.

-Chicos- interrumpió mi padre- hemos llegado.

El hotel estaba tal y como lo recordaba. Era enorme contaba con muchísimas piscinas, zona comercial con muchísimas tiendas, restaurantes dentro del hotel, zonas naturales con árboles, flores y bancos para descansar...

Mis amigos no se creían que fuésemos a pasar una semana en aquel hotel. Cuando entramos a la recepción, mi padre habló con los recepcionistas sobre la reserva de las cuatro habitaciones. Mientras a nosotros nos dieron las tarjetas para que pudiésemos subir a las habitaciones y dejar el equipaje. Las habitaciones de los chicos estaban en un piso diferente al nuestro. Sin embargo, la habitación de María, Kayla y Zoe estaba justo enfrente a la nuestra.

Cuando abrimos la habitación nos quedamos alucinados. El cuarto era gigante, contaba con tres camas dobles. Jamás había visto eso en un hotel. Y el baño era enorme, tenía una bañera de hidromasaje, una ducha y tres lavabos. Además, tenía balcón propio que proporcionaba vistas a la playa y a las piscinas que tenía el hotel, algunas de ellas con toboganes.

-Esto es una locura- comentó Owen -vamos a poder ver chicos sin camiseta todo el tiempo.

Los tres nos reímos.

-Yo necesito ver todas las instalaciones- dijo Danna.

Así que colocamos la ropa que habíamos traído en los armarios y nos pusimos los trajes de baño para ir a la piscina y ver las otras cosas con las que contaba el lugar. Avisamos a los demás para que hiciesen lo mismo. En el pasillo con juntamos con las demás y bajamos por el ascensor para ir fuera.

-Me voy a echar fotos con todos los guapos que vea, y se los voy a enviar a Michelle. Yo cumplo mis promesas.

Al bajar dimos una vuelta por la zona comercial y de restaurantes. Había anuncios donde avisaban que en un par de días se organizaría una fiesta de disfraces. Nosotros ya lo sabíamos, y habíamos pensado en ir a una de las tiendas del hotel al día siguiente para comprarlos.

-Yo me voy a disfrazar de diosa griega con Matteo, lo tenemos claro- aseguró María.

-Matteo no hace falta que lleve disfraz para serlo- siguió Owen.

-Yo me disfrazo de policía por hacer la gracia- se rio Danna.

-Me imagino a Jose respirando para contenerse- le dije.

-Oye- empezó Zoe- ¿Dónde estamos?

De repente estábamos en un pasillo con muchas puertas a los lados. Sin embargo, no eran puertas de habitaciones, eran de personal privado.

-Ya nos hemos perdido- susurró María.

-Voy a morir solo- dramatizó Owen.

-A ver, tranquilos, solo tenemos que volver por donde hemos venido- dijo Kayla, quién se dio la vuelta para ver el camino de regreso. Pero detrás de nosotros había una pared.

-Tal vez si tocamos alguna puerta alguien puede ayudarnos- sugerí.

Pero antes de hacer cualquier movimiento un chico rubio apareció.

-Hola- le miramos.

- ¡Nuestra salvación! - exclamó Owen que se acercó rápido al chico- ayúdanos, nos hemos perdido.

El chico asintió- venid.

Le seguimos por el camino correcto que nos llevó de vuelta a la zona comercial.

-Gracias, gracias. ¿Te puedes echar una foto conmigo? Quiero recordar a la persona que nos ayudó a seguir vivos.

El chico aceptó y se echó la foto con Owen, que sonreía orgulloso por conseguir aquella foto.

Tras eso fuimos en dirección a las piscinas donde estaban los chicos esperándonos desesperados porque no sabían dónde nos habíamos metido. Aprovechamos todo el tiempo que pudimos en la piscina ya que al principio no había mucha gente, pero después llegó bastante y no era tan cómodo estar allí. Disfrutamos de los toboganes y los bares que había al lado de la piscina, que daban bebidas gratis, ya que lo llevábamos incluido en el precio de la reserva. También conocimos a gente nueva que era muy amable. Owen aprovechó y se echó muchísimas fotos con diferentes personas. Una de ellas fue con un camarero del bar que le prometió amor verdadero por siempre. Jose, que era el supuesto novio de Owen- claramente no era cierto ya que estaba con Danna- hizo como que se ponía celoso.

- ¿Ya me están quitando tu amor? - le preguntó Jose al rubio.

-Cariño, mi amor siempre será tuyo y de unos cuantos más.



El Pijo De Al Lado #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora