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Había pasado una semana desde navidad, hoy era la noche de año nuevo. En el centro de la ciudad se había organizado una celebración para despedir el año y dar la bienvenida al nuevo.

Ir al lago y comprar chocolate caliente se convirtió en una rutina. Me di cuenta de que también necesitaba pasar ratos sola, pasear por la ciudad, conocer sus rincones y poder quedarme diez minutos viendo como las luces decorativas cambiaban de color; primero rojas, después verdes y posteriormente los dos colores a la vez.

La mayoría de las personas tenían unos propósitos para año nuevo; empezar a ir al gimnasio, tener novio o novia, adelgazar, ser más puntual u ordenado... Yo ya no los tenía, o por lo menos, no a principio de año. Si no que se iban dando durante el tiempo y dependiendo de las cosas que sucedían.

Aquel último día me decidí por escribir una carta sin destinatario. O tal vez algún día sería para mis hijos, mis padres, mis sobrinos o puede que tan solo para mí misma. Y de esa forma poder recordar aquel año que empezó como los últimos tres. En el salón de casa, con papa dándome un beso en la mejilla mientras me preguntaba si en algún momento Michelle entraría por la puerta de casa y todo volvería a ser como antes. Cuando volví a clase tras las vacaciones de navidad miraba a Dylan y Joan disimuladamente, y me preguntaba como habrían estado. A pesar de que sabía que habían hecho o donde habían estado ya que mi madre me lo contaba. Sin embargo, ignoraba mis pensamientos de acercarme y preguntarles, y volvía a clase. Tras las clases iba a casa, estudiaba y hacía los deberes. Y por la noche escuchaba música o tocaba la guitarra con cuidado para que mi madre no se diera cuenta. Aquel verano fue tranquilo. California en verano era genial y más cuando lo pasas con tus amigos. Yo estuve con las chicas y Owen la mayoría del tiempo. También veía a los spiders en las historias que subían a Instagram. Sabía que fueron unas semanas a la casa que Joan tenía en la playa.

La vuelta a clase finalizó las vacaciones y lo que pasó desde entonces ya lo sabéis.

Cuando levanté la mirada de la libreta vi a una pareja en una barca por la mitad del lago.

Sonreí.

Ojalá saber pintar para poder plasmar este momento en un lienzo y conservarlo por siempre- pensé.

Y a pesar de que no sabía pintar, tenía un móvil que me permitía realizar fotos, así que congelé aquel momento en una de ellas.

Esa noche celebraríamos la llegada del nuevo año. Primero con la familia y después nos iríamos a otra de las fiestas de Peter. Durante la semana habíamos ido ya a algunas, y nos presentó a algunos de sus amigos.

Sentí que alguien me daba un beso en el pelo.

- ¿Otra vez intentando escapar Evans? - sonreí.

- ¿De nuevo siguiéndome Jones?

Y en cuanto a Dylan, todo iba genial. Creo que también me mentalicé de disfrutar del presente y dejar de pensar en lo que podría pasar. Y desde ese momento todo mejoró.

Noté como se sentaba detrás de mí dejándome en medio de sus piernas y apoyándome en su pecho. Y mientras acariciaba mi brazo con dulzura.

- ¿Te acuerdas aquella navidad en la que te intenté besar al iniciar el año? - me reí.

-Fui la primera chica que te rechazo- lo mire de reojo para ver su expresión.

-Y también de la que me enamoré- me miró.

-Cursi- se rio.

-Te encanta que lo sea.

Negué. Sí que me gustaba.

- ¿Este año también rechazarás mi beso? - puso su mano en mi muslo.

-Ya se verá.

Después de alguna que otra frase más, volvimos a las casas mientras Dylan me llevaba en brazos. Le aseguré que podía andar, que pesaba mucho para que el tuviese que llevar mi peso encima, pero se negó a dejarme en el suelo.

El Pijo De Al Lado #1Where stories live. Discover now