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Era viernes, o en otras palabras el último día del curso. Aquella mañana estuvimos recogiendo todas nuestras pertenencias y ordenando las clases con los profesores.

Al llegar a clase estuvimos una hora conversando entre alumnos y maestros. Muchas personas, que no eran de último curso, ese día no asistieron al centro, pues preferían tener un día más de vacaciones.

Por mi parte, estaba emocionada porque los chicos se iban a graduar esa misma tarde. Y al día siguiente nos iríamos al hotel del amigo de mi padre, para pasar los primeros días del verano allí. El hotel era el mismo al que habíamos asistido anteriormente mi padre y yo para pasar un rato juntos. Cuando mis amigos dijeron de irnos de viaje cerca y pasándonoslo bien unos días, pensé en él porque tenía todas las instalaciones posibles para pasar unos buenos días. Así que sólo bastó con decírselo a mi padre, y que él se pusiera en contacto con su amigo para que nos hiciera una reserva en su hotel con las mejores habitaciones posibles. Entre todos habíamos decidido con quién compartir las habitaciones. No quisimos hacerlo por parejas, sino que queríamos también estar con nuestros amigos en la habitación. Por lo que, Danna, Owen y yo iríamos juntos. María, Kayla y Zoe irían en otra. Y de los chicos solo iba Jose y Matteo que dormían juntos, y Joan y Dylan.

Cuando llegó la hora de recoger las taquillas recordé el primer día cuando nos asignaron los números y me di cuenta de que había caído al lado de Dylan. Recuerdo que pensé que iba a ser lo peor del año, y que la directora estaba muy equivocada cuando hizo esa selección. Pero lo cierto es que haber estado al lado de Dylan durante todo el curso, aunque solo fuese en el pasillo, había sido bueno, porque hizo que me acercara otra vez a los chicos y recordará la amistad que teníamos antes de todo.

Creo que jamás he contado en voz alta por qué me dejé de hablar con ellos, y realmente creo que fue una estupidez, porque éramos unos niños. Dejé de hablar con ellos aquella tarde que Dylan me dejó sin razón ninguna. Habíamos quedado aquella tarde para hacer deberes en mi casa y fue un momento al baño. No habíamos tenido ningún problema realmente estábamos bien, pero cuando volvió lo encontré frío y distante. Y fue entonces cuando me dijo que se tenía que ir a casa y que lo dejamos, que no quería ser mi novio y que me olvidara de él.

Después de aquello me sentí tan mal que dejé de hablarles a todos, incluso a Joan. A pesar de que en ese momento de mi vida era cuando mejor estaba con él. Me arrepiento de ello, pienso que actúe como una niña pequeña, cuando en realidad tendría que haber seguido hablando con los demás y siendo su amiga a pesar de que Dylan hubiese dejado de ser mi novio.

Con el tiempo me fui dando cuenta que realmente con quién debía dejar de hablar era con Dylan, y no con los demás chicos. Por ello, al principio curso volvimos a hablar y a quedar. Aunque al principio me negase a hacerlo. Creo también que era porque me recordaba a cuando estaba bien con mi vecino de al lado.

Fui sola a recoger todo lo de mi taquilla. Creo que porque quería que fuese un momento íntimo conmigo misma. Eso me permitiría recordar todos los momentos del curso; los buenos, y los malos. A lo largo del curso fui poniendo en ella diferentes fotos del año, y al verlas y tener que quitarlas me dolió. Porque sabía que no volvería a vivir lo mismo de esas imágenes. Y a quién queremos engañar, siempre queremos más de aquello que nos hace feliz.

Lo recogí todo y lo metí en la caja que me llevaría a casa. Cerré la taquilla, la numero 1484, y empecé a andar por el pasillo en dirección a mi clase. Había muy pocas personas en ese momento por el colegio. Y en cierto modo me gustó tener la oportunidad de ver así aquel lugar en el que había pasado tantos días de mi vida.

Aquella mañana los de último curso no habían ido, tenían todo el día para prepararse para su graduación. Estaba emocionada por verlos acabar esta etapa de sus vidas.

Cuando volví a clase mi tutora anunció que iba a repartir las notas del curso. Por ello, nos pidió que saliéramos de la clase y cuando nos llamase fuésemos entrando. Ya que quería comentarnos algunas cosas.

Aunque ya sabía más o menos como iban a ser mis notas me sorprendió gratamente el resultado ya que algunos profesores habían sido bastante simpáticos. Así que aquello me alegro el día aún más. Cuando terminó la mañana salí al aparcamiento del instituto donde me esperaba mi padre en el coche para irnos a casa. Me encantaba que me recogiese, me hacía recordar a cuando era pequeña y no siempre estaba de viaje.

Subí rápido a mi habitación, junto a Luna que me seguía corriendo. Y saqué la ropa que me iba a poner para asistir al acto de graduación de los chicos esa misma tarde. Opté por un vestido corto de color morado con complementos de color oro. Como los chicos tenían que estar unos minutos antes en el instituto, mi padre sería quién me llevaría al acto.

Cuando llegué estaban esperándome en la puerta y todos mis amigos, menos los próximos graduados. Estaba todo decorado súper bonito y cuando comenzó la ceremonia empezaron dando gracias a todos los presentes y posteriormente a todos aquellos que no podían asistir pero que habían sido importantes en ese curso. Todos tomamos muchísimas fotos de cada uno de los chicos. Y sabía que recordaría aquella tarde con mucha ilusión, ya que sabía que era muy importante para ellos.

Cuando terminó, los felicité a cada uno de ellos. Posteriormente fueron con todos los demás de su curso a una de las fiestas que habían organizado exclusivamente para las personas graduadas. Así que volví a casa. Pero esta vez era José quien me llevaba.

El Pijo De Al Lado #1Where stories live. Discover now