13. Nuevos vecinos

54 9 0
                                    

Capítulo 13
Nuevos vecinos.


Regresé a trabajar.

Tal vez eso es lo más productivo que he hecho en las últimas semanas, pues comencé a ganar dinero. No es el dinero que me ayudará a independizarme y pagar un departamento, pero es algo... Algo triste.

Antes de volver, mi papá no dudó en ofrecerme trabajar con él una segunda vez y yo me negué. Le reiteré que no tenía nada que hacer en su trabajo, además que, no sé él, pero yo temo por que se meta en problemas y lo despidan. Tal vez exagero.

De pronto se encendió un foco en mi cabeza y le dije que contratara a Reyna, ya que ella estudia lo mismo y ya está harta de las tiendas de ropa. Se emocionó tanto cuando le dije, no sé por qué no lo hice antes.

Verla contenta por al fin tener un buen trabajo que va acorde con lo que está estudiando, me puso contenta, pero me hundió un poco el hecho de que yo no sé qué rayos haré para tener un mejor trabajo.

Esos cuestionamientos provocaron pensamientos de: «¿Y si no tengo futuro?», pero recordé que puedo hacer lo mismo que mi mamá hace y me tranquilicé un poco.

Otra de las tantas cosas que me hizo pensar fue que Reyna me contó algo, y es que Antoine le confesó estar enterado sobre mí y Jerome. Me llamó totalmente sorprendida esa tarde que Jerome regresó. Sí, le dije que ya lo sabía, pero su respuesta...

«No se veía contento».

Me asusté.

Después...

«Habló mucho, al final me dijo que se sintió egoísta».

«Le hace falta conocerte un poco más, eso dijo».

Yo no quiero ser la típica madrastra que es odiada. Ni siquiera quiero ser madrastra. Dudo sus hijos quieran verme como una. ¿Cómo sería su madrastra si...? Ah, bueno.

En fin, hablando de sucesos, tengo que decir también que llegaron vecinos. Para nosotros, que hemos vivido donde mismo por años, fue una gran sorpresa. La casa que hay cruzando la calle siempre fue algo que no tomé en cuenta hasta que vi uno de esos camiones de mudanzas estacionado afuera y varios hombres bajando muebles. Salí de mi habitación y en la sala encontré a mis padres presenciando ese extraño fenómeno por la ventana.

Mi mamá comenzó a ver con detención e intriga, quería saber quiénes eran los vecinos, mientras que mi papá especulaba qué clase de gente serían y nos pidió no acercarnos tanto a ellos por no conocerlos.

Un mar de preguntas sin respuestas.

¿Ya dije que regresé al trabajo? Claro.

Quise saber cómo es que la había pasado don Marcos, así que le pregunté y su contestación fue que no hubo nada nuevo, estuvo solo como siempre. Para hacerlo sentir mejor, o al menos intentarlo, le ofrecí un poco del recalentado que llevaba para comer ese día. Era demasiado. Al parecer eso lo alegró, dijo que le hizo recordar muchas cosas.

Es un viejecito tierno, no entiendo por qué sus hijos no le hablan, pero bueno, no conozco las razones.

—Ay, no me digas eso, Jerome —chillo.

Él se ríe, deteniendo su jueguito de decirme tantas cosas dulces.

—¿Te ha ido bien en tu trabajo?

—Estos últimos días ha habido muchas ventas, lo único malo es que soy la única empleada aquí.

—¿Por qué don Marcos no contrata a alguien más?

Katalina I y IIWhere stories live. Discover now