40. La visita

153 14 1
                                    

Capítulo 40
La visita.


Sé que estoy cerca de la casa de Katalina, justo acabo de pasar por donde solía esperarla. Eso me trae muchos recuerdos a mi cabeza, pero los alejo, se supone que eso ya quedó en el pasado.

Freno lentamente frente a la casa azul en la que veo los números correspondientes en la entrada y maniobro un poco para lograr estacionarme en la calle tan estrecha y que no estorbe.

Estoy algo nervioso, recuerdo una vez que yo estaba muy pequeño, mi familia y yo asistimos a una cena de otra familia. Esa vez quedó grabada en mi memoria por lo incómodo que fue todo. Eran casi veinte personas en esa familia y la mayoría no eran muy agradables.

Luego de tocar tres veces, me abre la puerta él, y por su cara puedo adivinar que no esperaba verme, quizá lo olvidó.

—Llegaste temprano —dice—. No me esperaba que…

—A las doce, como me dijo.

—Sí, eso dije —le echa un vistazo al reloj en su muñeca—. Y justo son las doce en punto… —suelta una risa—. Bueno, no pasa nada, entra.

Me deja pasar. La entrada es un pasillo que a la derecha tiene la conexión con la cocina, a la izquierda unas escaleras, y al final se aprecia parte de una sala. Las paredes de este están pintadas de un color azul verdoso y en la parte superior e inferior tienen detalles de color chocolate.

De la sala se escuchan unos pasos, sale alguien y yo me quedo impresionado por el increíble parecido de esa mujer con Katalina, solo que es mucho más delgada, un poco más alta, y su edad es un poco más notoria.

—Ella es mi esposa.

Me saluda. Es tan parecida, solo que sí siento una gran diferencia al ver esa sonrisa tan maternal.

—Mi esposo me dijo que ya se conocían —sonríe—. Me llamo Beatriz, puedes decirme Betty.

—Y falta mi hija —hace un ademán para que aguarde en lo que él sube hasta mitad de las escaleras—. Katy —llama.

La verdad es que sí me esperaba algo así desde que me enteré de la dirección. Lo cual quiere decir que gran parte de todo esto es hecho a propósito por mí.

Los pasos retumban conforme por el techo hasta que dejan de sonar en las escaleras. Tan solo aprecio una parte de esa llamativa blusa azul rey y bajo mi mirada unos segundos para llevarme la sorpresa. Estoy conteniendo una sonrisa. Al ver nuevamente, ahí está ella, de pie sobre el último escalón y frente a mí.

En ningún momento de la playa se me cruzó por la cabeza imaginar que él podría ser el padre, será por el poco parecido que tienen… Bueno, no tienen mucho, aunque asumo que de él sacó semejante cuerpo.

—Saluda, Katy.

Soy yo quien da dos pasos a ella con una enorme sonrisa cerrada en mis labios. Aún así, ella no hace lo mismo, pero lo intenta. Su rostro se ve apagado y su mirada vacía.

Envuelvo su mano con la mía, mirándola desde mi altura.

—Hola —pronuncia. Sus ojos bajan a nuestras manos, sin querer la estoy sosteniendo por más tiempo.

La suelto al recordar que hay dos pares más de ojos mirando.

—La comida aún no está lista, no sé si quisieras esperar en lo que la preparo…

—Sí, no hay problema.

Ella se retira, entonces Álvaro me invita a la sala y, de paso, me ofrece algo de tomar. Acapara también mi atención un mueble que está al final del pasillo, está repleto de licores.

Katalina I y IIحيث تعيش القصص. اكتشف الآن