51. Tu error... No, el mío

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Capítulo 51
Tu error... No, el mío.


Katalina

¿Soy una indecisa? Tal vez. ¿Extraño a Jerome? Difícil...

Yo esperaba que volviera a aparecerse y siguiera insistiendo un poquito más. Eso me hubiera hecho pensar más de dos veces lo que hice. Pero como no lo ha hecho... Al menos espero que así se mantenga.

La verdad es que aún no lo asimilo del todo, los primeros días sin nada de interacción con él se sienten normales, como si de pronto fuese a llegar un fin de semana en el que nos vemos para ir a esa heladería. Pero bueno, ya veremos si dentro de un año me lo encuentro en alguna playa paradisíaca a punto de casarse.

¡Casarse con esa! Yo exijo saber quién rayos es esa mujer, ¿cómo se conocen? ¿En la playa ellos ya estaban juntos? ¿Sus hijos lo saben y lo cubren? Cuántas vueltas me da la cabeza querer intentar descifrar todo eso. ¿En qué les beneficiaría ayudar de esa forma a su padre, cuál sería el propósito de engañarme?

O puede que ellos ni estén enterados, quizá por eso hizo todo lo que me contó de contratar a Giselle e irse a vivir a otra casa.

Bajo al primer piso sin ánimos de nada, solo con un hoyo negro en es estómago. Pasando frente a la puerta, logro escuchar algo que me deja extrañada, un toque tan bajo, como si lo último que quisieran es que alguien abriera.

Abro la puerta pocos centímetros, porque con solo mirar esos zapatos me es suficiente para volver a cerrar.

—Espera, Katalina —su mano y pie se interponen, volviendo imposible mi acción—. Sal, tengo algo que decirte.

Frunzo mis labios, accedo solo para poder reclamarle sin que mis papás puedan escucharme en la sala.

—¿Para qué viniste ahora? —musito en lo que cierro.

—Quiero que hablemos.

Da un paso hacia atrás, lo veo mucho mejor, y de su espalda saca algo que mantenía oculto, un bello ramo de rosas... ¿azules? Envuelto en papel transparente con detalles azules también. Muy bonito y elegante.

Acerca esas flores a mí y yo solo miro, cautivada por la belleza de ambos. Es que él con el ramo es tan precioso...

—Si no había venido antes es porque intentaba conseguirlas —explica—. Son para ti.

Sin protestar ni nada, las tomo.

—Cada una de estas rosas representa las miles de veces que me pregunté cuál fue mi error... —dice mirando las flores. Levanta su vista y la fija en mis ojos—. ¿Cuál fue?

—¿De verdad no lo sabes?

Hace amago por resoplar.

—No lo sé.

Se lo pienso decir sin más, pero cuando abro mi boca, mi garganta se vuelve un nudo y mis ojos un río. Me doy unos segundos antes de continuar y también evito un abrazo de él.

—Todo esto me hace pensar que fue algo muy malo —dice—. Yo creí que estaba haciendo las cosas bien.

—Lo estabas haciendo... Probablemente con otra persona.

—¿De qué hablas? —envuelve mi mano con la suya—. ¿Fallé en algo?

—¿Crees que me ocultaste cosas? —inquiero, y con eso él baja su mirada.

—El 'problema' del que no quise hablarte, tal vez...

—¿Eso qué era?

—Era... una estupidez.

Katalina I y IIWhere stories live. Discover now