41. Las intenciones del señor Candau

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Capítulo 41
Las intenciones del señor Candau.

Dos notas en una semana.

¡Dos notas en una semana!

¿Dónde rayos estamos para usar notitas como método de amenaza? ¿Qué falta? ¿Que aparezcan cosas escritas de mí en los cubículos del baño? Si esa es la manera tan boba en que alguien piensa asustarme, definitivamente tendría que ser alguien muy joven o muy tonto. Igual podría ser el estúpido del profe. ¿Qué cree que sucederá? Se imaginará que iré corriendo como niña asustada a buscarlo para pedirle que me salve.

A alguien le debe pagar ese tipo para que se encargue de dejar los recados. Pero ¿quién será? En este humilde salón hay de todo, sobre todo mujeres, pero la verdad dudo mucho que sea alguna de ellas.

En fin, no le quiero dar tanta importancia a quien esté detrás de esto, que debe ser un estúpido.

Últimamente, y como era de esperar, he hablado mucho más seguido con Jerome. A él sí que no me animo a contarle nada de esto, porque como ya dije, lo veo una tontería. Al contrario de todo, a veces hay algo que me aterra.

*****

Años sin ver al aclamado Mateo y hoy se aparece de la nada, como si nunca hubiese sido engañado por una mujer con esposo y perdido mitad de su fortuna. De hecho agradezco esa locura del destino, sin eso Jerome no habría vuelto a mi vida. No me imaginaba que lo hiciera y ahora ya no me imagino un futuro cercano en el que él ya no esté. Mucho menos ahora que a mi papá le cayó muy bien.

Mi mamá no está en casa, salió con Amalia y de paso dijo que compraría algunas cosas. Desde que vino Jerome ha quedado horrorizada con su puntualidad, y avergonzada porque no tuvieron tiempo para ir a comprar ingredientes y al final tuvo que improvisar unos chilaquiles. Pero Jerome ni en cuenta con eso, se los comió sin protestar y… Ay, Dios. Hasta comiendo chilaquiles se ve tan elegante y sensual.

Bueno, me desvié. Mateo y mi papá están abajo, y no es que sea chismosa, pero ya saben todos que las paredes que hay aquí son de papel. No se entiende muy bien lo que dicen, escucho una que otra risa que sueltan de vez en cuando, luego vuelven a bajar la voz.

Guardando silencio y aguzando mi oído, sí logro entender algo. Cuenta que Giselle puso más de la mitad del dinero para la boda. ¿Eso quiere decir que realmente estaba enamorada? O tal vez fue para no levantar sospechas. O Mateo se lo pidió. Quién sabe.

—Matilde ha estado muy atenta, parece que también quiere arreglar las cosas conmigo.

Ahí está, una vez lo dije. No lo sostuve, pero lo dije. Puede que le haya sucedido lo mismo que a mí con Rodrigo, por suerte lo nuestro fue una mentira. ¿De verdad Mateo la quería?

—Y desde la playa hemos estado saliendo un poco.

Seguramente ni salen de su casa.

—Oye, pero ¿ni a su familia conocías?

Mateo no contesta. Se escucha un fuerte suspiro, luego como un golpe en el brazo. Se echa a reír.

—Estás… —se contiene en decir palabrotas.

Con eso sale el tema de la visita de su salvador Jerome a esta humilde vivienda. Mateo le pregunta detalles, ya que él no pudo asistir.

Me pongo los audífonos, ya dejo de escuchar su conversación para concentrarme de una vez en hacer la tarea. Cuando la acabo, ellos ya se están despidiendo, mi papá irá por mi mamá a la casa de Genaro.

Katalina I y IIWhere stories live. Discover now