29. Desilusiones

179 14 2
                                    

Capítulo 29
Desilusiones.


Reyna

Es terrible la imagen que tengo de Katy acostada en su cama, envuelta como tamal, y con su almohada pegada a su rostro porque no para de llorar. Ya me contó lo de su cabello, ya la vi y creo que no es para tanto. Pero por mucho que se lo diga, ella simplemente no acepta ningún halago y continúa con sus reproches.

Entiendo que la destruya recibir burlas de algunos, y me parece muy raro de ella. Desde que la conozco, sé muy bien cómo es su personalidad y es alguien que no se deja intimidar por gente así y mucho menos se pone triste por críticas. Hace meses es todo lo contrario a lo que he descrito. Triste, desganada…

Me contó que fue la mujer esa, la futura esposa de Mateo, quien le pegó ese chicle en el cabello. Me duele decirlo, pero a veces siento que Katy exagera de más solo porque le cae mal y a la vez no sé cómo reaccionar, no conozco a esa mujer para saber si sería capaz de eso. Contó que la razón pudo ser que sospecha o sabe que a Katy le gustaba Mateo.

—Katy, no te pongas así, el cabello crece de nuevo… —le doy una palmada en su pierna bajo la sábana.

—No voy a salir hasta que mi cabello esté como antes —habla con su nariz congestionada.

—Pero te ves bien.

—Nadie más me ha dicho eso más que tú y mis papás —asegura.

—¿Y qué? ¿No has pensado que si los demás te molestan, seguramente es por envidia?

—No.

—Ah, Katy… —suspiro—. ¿Entonces no quieres ir?

—No. Tal vez te encuentres a Hugo, por ahí es donde trabaja.

—Bien —estiro mis piernas, rebufando—. Hasta luego, Katy. Pero piensa lo que te dije, no dejes que esas palabritas te afecten.

*****

Había planeado recorrer un par de tiendas con Katy, pero el estado en que la encontré no lo permitió. Ni siquiera debí venir, aunque no hay mucha gente como otros días.

Katy ya me ha dicho en más de una ocasión que Hugo trabaja en el cine, solo que no lo he visto. Paso por varios puestos de ropa, encontrando la inmensa entrada del cine, justo en la esquina de esta se encuentra Hugo usando su celular. Su gorra cuelga de sus dedos por el cierre del velcro, también trae puesto ese característico uniforme azul.

—¿Reyna? —dice al verme. Guarda el celular en su bolsillo trasero y vuelve a colocarse la gorra, no sin antes acomodar su cabello ligeramente crecido hacia atrás.

Qué extraño que su cabello se vea más claro estando largo.

—No sabía que trabajabas aquí —le doy una palmadita en el hombro—. ¿Acabas de salir?

Hace una mueca de «es lo que hay…».

—Sí, ¿tú vas a entrar?

Suelto un resoplido, subiendo mi mano por mi hombro hasta mi cuello.

—No creo. Pensaba venir con Katy, pero no hay qué la haga salir de su casa —cuento, la expresión de Hugo cambia a una más preocupada.

Katalina I y IIWhere stories live. Discover now