10. Adiós «virginidad»

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Capítulo 10
Adiós «virginidad».


Subimos por las escaleras, no son grandes, pero se le atribuye un toque lindo al ser blancas e iluminadas gracias a una ventana en el techo. De primera estancia nos recibe una pequeña sala de estar minimalista, con un juego de dos sillones negros acomodados contra la ventana, la mesa de centro del mismo color, una cómoda de madera oscura, plantas artificiales a los lados del ventanal y un par de cuadros en las paredes. Todo haciendo contraste con las paredes de color blanco y añadiendo la elegancia y modernidad.

Con un ligero apretón, Jerome me indica seguir caminando hasta la primer puerta que se haya en el pasillo de la izquierda. La puerta a su habitación. Igual de moderna y con mucho gris. Aquí no diría que lo más minimalista, pero tampoco llega a ser tan ostentoso. La cama es enorme, de lejos se nota lo cómoda que debe ser, ese edredón gris se mira tan acolchonado.

La poca variedad de colores no es algo que me importe, ya que mi instinto pide concentrarme más en esa enorme ventana frente a nosotros, que es muy grande y deja una buena vista de la casa que se encuentra cruzando la calle, me preocupo por alguien que pueda vernos.

Jerome se acerca por detrás de mí luego de cerrar, sus manos recorren delicadamente mi cintura hasta unirse en mi vientre, y él inclina su cabeza, hundiendo su nariz en mi cuello.

—¿Hay gente allá? —señalo la casa.

Yo considerando que podría verse algo y él ni parece importarle, solo echa una miradita de reojo a la casa y vuelve a ladear su cabeza.

—Hay muchas casas vacías a nuestro alrededor.

La preocupación se va volando con sus labios chasqueando en mi cuello, estremeciéndome y dejando esa sensación de sus restos de saliva enfriándose en mi piel. Me dejo llevar por completo y mis manos presionan más sus antebrazos contra mi cuerpo para sentirlo a más pegado detrás de mí. Jerome me suelta repentinamente y me gira hacia él, levanta mis brazos y en un parpadeo mi blusa cae en el regazo de la cama.

Lo último que siento son ganas de cubrirme, permito que aprecie mis pechos a todas sus anchas bajo el sostén negro, con esa sutil devoción proyectada en sus ojos.

Cómo agradezco a la Katy de esta mañana por haberse puesto su mejor ropa interior.

Esos cálidos brazos vuelven a rodear mi cintura, sus manos alcanzan mi espalda expuesta y la acarician en círculos. Es tan difícil explicar el tacto de esas manos. Nos miramos fijamente mientras camino de espaldas en dirección a su cama. Mis piernas chocan con esta y Jerome me ayuda recostándome con cuidado y después sube sobre mí. Continúa con esos húmedos besos llenando mi cuello. Subo mis manos por sus hombros y tomo su rostro para acercarlo a mis labios y fundimos en un beso lento.

Un quejido de mi parte queda atrapado en nuestros labios, Jerome toma mis muñecas y las sostiene con una sola mano sobre mi cabeza. Jadeante, observo esos profundos ojos escudriñándome y poniéndome como un glaciar que se derrumba. Cae con todo su peso a mi costado y me ve dubitativo para después pasear su mano por todo lo largo de mi abdomen y colocarse en el inicio de mi pantalón. Es aquí donde debería comenzar a ponerme nerviosa, como la vez pasada, pero ya no percibo más que no sea su tacto tan suave y estremecedor. ¡Quiero que me arranque el pantalón con esas manos!

Yo misma soy quién toma la iniciativa, sin mediar palabra, lo deslizo hasta mis muslos y él, con su enigmática y seductora sonrisa de lado, se pone de pie para acabar de quitármelo y dejarlo donde hace unos momentos cayó mi blusa.

Katalina I y IIWhere stories live. Discover now