49. Con el corazón roto

106 9 0
                                    

Capítulo 49
Con el corazón roto.


Llegué a casa llorando, viendo tantas fotos de Jerome y mías, rogando que todo lo que había visto y escuchado fuera una simple mentira... Yo no puedo fingir delante de mis papás cuando estoy triste. Lloré con ellos, mi papá me abrazó y se preocupó, exigió saber el motivo de todo y yo no le dije nada. Aunque debí hacerlo, debí decirle que ese estúpido que tan bien le cae es el causante de todo.

¿Qué diablos pretendía ahora? ¿Enamorarme y usarme para su placer nuevamente? ¿Después se desharía de mí como una basura para poder seguir con ella?

Le conté todo lo sucedido a Reyna anoche, casi a las doce, no pude hablar tanto para que no me escucharan. Ahora por fin nos vemos en el parque, claro que no iba a ponerme a llorar nuevamente en mi casa mientras le cuento la historia.

—Tenías razón... —sollozo—. Tenías razón, Reyna —separo mi frente de su hombro—. Dime que tenías razón para sentirme más estúpida.

—Yo no quería tener razón, Katy... Solo quería que estuvieras alerta, pero nunca imaginé que ese tipo fuera a hacer eso —vuelve a abrazarme—. Es un idiota. A ese paso lo único que conseguirá será quedarse solo.

¿Quedarse solo? Me engañó muy bien y dudo ser la única. Ahí tiene a su prometida y probablemente a cuatro tipas más. Imbécil.

Él imbécil y yo estúpida enamorada que se tragó todas sus mentiras. Ahora entiendo por qué el amor no siempre es bueno.

—Ya, Katy, no llores por ese tipo.

—¿Cómo no voy a llorar? Si creía que él me quería como yo... —mi voz quebrada ya no sale, me tomo unos segundos—. Estas relaciones no funcionan.

—No son esas relaciones en sí, son las personas como él que hacen que no funcionen. —toma mi brazo—. Ven, te dejo a tu casa.

—No quiero irme aún.

—Yo me tengo que ir ya, no pienso dejarte aquí.

—Esto es lo que necesito, quedarme aquí sola un buen rato.

—¿Estás segura?

—Sí, le enviaré un mensaje a mi papá para que venga...

—Bien... —frota mi espalda—. Cuidado. Y deja de llorar, ese tipo no vale nada la pena.

—Lo sé.

Se despide de mí con un beso en la mejilla y se va. Entonces quedo yo sola en este parque vacío, como siempre lo está. Veo mis manos sobre mis rodillas, sosteniendo mi celular. Intento contener mis lágrimas, ya hasta siento que me duelen los ojos, ni siquiera veo lo que le escribo a mi papá, pero le pido que venga.

Tal vez no deba ser yo quien se haga esta pregunta, pero ¿por qué soy así? ¿Por qué estos tipos? Primero Mateo con Giselle ¿y ahora él? Con Mateo fue diferente, tampoco es que haya tenido expectativas tan altas. Jerome me decía que le encantaba, me besaba, me prometía que me quería, salíamos, pasábamos tanto tiempo juntos que siento que superarlo será algo simplemente imposible. Como intentar borrar una cicatriz.

Mis sollozos cesan cuando una mano sumamente cálida se posa en mi hombro con tal confianza que lo estruja con suavidad. Me llevo un susto de muerte que hasta espanta las lágrimas de mis ojos y casi hace que me caiga de la banca de hierro.

—Perla —dice al tiempo que se sienta frente a mí.

—Pro...

Ni siquiera quiero pronunciarlo. Decido rotundamente que no quiero, si no quiero ver a Jerome, mucho menos a este loco. No digo más, me levanto tan rápido como puedo y él sujeta mi muñeca con fuerza. Ese apretón es suficiente para que viva un recuerdo tan sucio por segunda vez. Me quedo quieta.

Katalina I y IIWhere stories live. Discover now