21. Infeliz cumpleaños

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Capítulo 21
Infeliz cumpleaños.


Un mes desde aquello... Un mes ha sido suficiente para darme cuenta, con mucha pena, que Jerome... Al parecer acertó.

Jerome, el maldito egocéntrico, rompecorazones, todas mías, se enteró antes que yo. Y debo admitir que había señales tan claras que en un punto no noté o no percibí como algo obvio que yo hacía. ¡Pero tengo que defenderme! Si llega alguien tan guapo, hermoso, caballeroso, educado, que se porta tan bien conmigo, nos desgreñamos en la cama, nos besamos fuera de las sábanas y luego me hace sentir tan especial... ¿Cómo no me iba a pasar? Lo pienso y me sorprendo por no haber caído rendida desde un principio, aunque de alguna forma lo hice.

Pero ¿qué le sucedió? Me pregunto yo. Pasó de ser el hombre perfecto al payaso de los perfumes, luego otra vez ese hombre perfecto y de nuevo lo de hace un mes. ¿Por qué?

Hace un mes, también, justo por esos días, regresé a clases con toda la normalidad del mundo y lo que encontré fue algo que simplemente nos sorprendió a todos: el profe estaba rapado. De verdad que el cabello lo ayudaba demasiado.

Todos nos quedamos impactados, ese día hasta nos dijo que podíamos sentarnos donde quisiéramos. Estuvo lleno de sorpresas y marcó un antes y un después, ya que desde entonces finalizaron las miradas, halagos exagerados y las insinuaciones de su parte. Ya no hay nada.

Lo más gracioso fue el comentario de Hugo cuando lo miró.

«Profe... pelo ¿qué le pasó?».

Y más en shock me dejó que su respuesta no fue una típica amenaza de que le bajaría dos puntos de su calificación.

A un mes de todo, otra vez, bueno... Hubo algo que se podría llamar percance. Sucedió que lloré. Algo normal, lo malo fue que pasó frente a mis padres. Mi débil y herido corazón no soportó más y me hizo desahogarme en los brazos de mi papá. Se preocuparon y yo tuve que inventar una falsa ruptura con un falso novio secreto que tuve durante unos meses.

No hay que mencionar que mi papá se enojó. Más claro ni el agua. Exigió que le dijera de quién se trataba y no lo hice. Debí hacerlo, pero el maldito de Jerome me dio tanta lástima.

Jerome, Jerome. Sí, ha estado mucho más presente que aquellos días que nos veíamos. Ahora aparece en todas partes, lo sueño de todas las formas posibles y eso no ayuda en nada, hace que me guste más a pesar de lo que me hizo. Soy una masoquista, pero puedo superarlo, estoy segura de que si desalojo mi mente y dejo de prestar atención a cada mínimo detalle, Jerome pasará a la historia como mi peor recuerdo.

Por ahora, haré mi mejor esfuerzo para disfrutar este día, que es mi cumpleaños, mi triste cumpleaños.

Bajo las escaleras, levanto mi mirada y mis ojos brillan al encontrar sobre la mesa la fuente de chocolate que mi papá me prometió para hoy.

Inmediatamente tomo un bombón y lo baño ahí.

—¿A quiénes invitaron? —le pregunto a mi mamá, que está poniendo los ingredientes finales a la comida.

—A tus tíos, Mateo, tu papá invitó a unos de su trabajo, la...

Yo tan solo tengo a Reyna y Hugo, es por eso que mis papás deben rellenar la casa con sus propios invitados.

Mateo es el único que me agrada escuchar, podría ser verdaderamente reconfortante verlo y estrujar esos brazotes.

—Creo que Mateo llega pronto, deberías recibirlo, como es tu fiesta.

—Lo haré con muchas ganas —aseguro.

Mi papá me llama en el pasillo para que lo ayude colocando unos arreglos en la sala, poco tiempo me toma eso, cuando voy de vuelva a la puerta escucho que tocan.

Katalina I y IIWhere stories live. Discover now