20. Disputa varonil

35 6 0
                                    

Capitulo 20
Disputa varonil.

Desde que desperté, mi cabeza ha estado repitiendo y repitiendo la imagen de la cena de anoche. Me hizo muy feliz volver a ver a mi papá platicando y riendo con Jerome igual que antes.

Al principio Jerome no entendía, estaba feliz, claro, pero no parecía hallar explicación para que el comportamiento de mi papá cambiara tan radicalmente hasta que él mismo le dijo que tenía toda la aprobación de ellos para estar conmigo.

Cuando lo acompañé a su auto, antes de irse, Jerome dejó salir su emoción y me cargó ahí mismo. Los dos estábamos tan felices, fue tan hermoso todo que aún no puedo creerlo.

—¿Cómo has estado, Matilde?

De pronto un número desconocido comenzó a llamarme y contesté por pura curiosidad. De inmediato reconocí la voz que me habló del otro lado.

—Muy bien, Katy, gracias. ¿Cómo están ustedes?

Si supiera. Si Matilde supiera tan solo un poco… Esta mañana le envié toda una biblia a Reyna diciéndole con lujo de detalle todo lo de anoche.

—Mateo me pasó tu número, quería invitarte a una cena que haremos el sábado en mi casa.

—¿Una cena?

¿Será cumpleaños de alguien? No, Mateo aún no cumple años y el de Matilde fue hace poco, y el de Martin lo celebrarían más con sus amigos.

—Claro que iremos.

—Ya invité a tus papás. ¡Ah! Y ven con tu novio, porque Mateo ya me dijo que tienes novio, eh.

Mateo siempre de chismoso, pero no me importa si es para decir que Jerome y yo somos novios.

—Me acuerdo que de chiquita eras muy coqueta.

Y ahí nace una charla de Matilde recordando los viejos tiempos donde aún no se divorciaba de Mateo.

Al acabar, nuevamente me concentro en mi trabajo: estaba acabando los detalles de una falda para mi proyecto. Tengo una hora libre, así que la aprovecho de esta forma, aunque fácilmente pude llamar a Jerome y escaparnos a donde sea pero tengo responsabilidades.

Suelto un suspiro, volviendo con la máquina de coser, pensando en enviarle un mensajito a Jerome para saber qué está haciendo, esperando que me conteste que piensa en mí. Con lo dulce que es no dudo que esa sea su respuesta.

—¿Aquí es el doscientos…? Oh, Kata.

Ay, no…

Mientras me volteo para ver a Genaro, pienso tanto en lo mucho que temía que este día llegara.

Intento sonreír, pero aparece más que me azotaron una puerta en la cara.

—¿Tío?

Genaro guarda una hoja doblada en su saco, supongo que con la que se guiaba.

Viene de traje, qué elegante, pero sin corbata, así que no tanto. Incluso carga un portafolios.

—No pensaba encontrarte aquí, mucho menos trabajando… —baja su mirada a mi trabajo y yo lo escondo detrás de mí.

—Hago mi tarea —mascullo con obviedad.

—¿Ah, sí? ¿Haces tarea?

Es lo que acabo de decir.

—Já.

Arqueo una ceja.

—¿Já?

—Sí, já.

Katalina I y IIWhere stories live. Discover now