48. ¿Otra mentira?

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Capítulo 48
¿Otra mentira?


Jerome

Cómo ha cambiado todo desde aquel día. Y ha sido para bien. Más muestras de afecto, besitos, esto y aquello. Ya sabrán cómo me siento yo. Para mí lo es todo. Ella lo es.

Si el Jerome de hace dos años me viera ahora, lo más probable es que se quedara impactado. No me veía o imaginaba expresando sentimientos de este tipo a ninguna mujer, porque ni siquiera imaginaba que existiera mujer que me gustara. Ahora me pregunto cómo estaría yo si no nos hubiésemos encontrado.

Qué sorprendido me deja mi forma de actuar cuando me encuentro con ella, por algo me siento tan seguro de mí. Sin miedo gracias a esa actitud tan linda que siempre tiene. Me hace pensar que jamás me arrepentiré de decirle cómo me siento.

—Tienes un abejorro encima, Jerome —me dice Santiago.

Esta abeja tan grande es su favorita, la misma que vi en su habitación aquella vez. No dudó en dármela como un detalle que siempre me recuerde a ella cuando le platiqué que me había gustado. Pero es imposible que yo la olvide siquiera un segundo.

—Vaya, vaya... —termina de sentarse en la silla dejándose caer—. ¿Ya hay detallitos?

La abrazo y pego mi nariz en ella... Tiene todo su aroma.

—Claramente, Santiago. Como una pareja normal —murmuro.

—Ah, ¿ya son pareja? —se sorprende.

—Aún no... Espero que no falte mucho para eso.

—Qué bonito —suspira—. Y yo que creía que amabas a Marina —dice con sorna.

Respingo de inmediato.

—A ella no quiero verla ni en pintura. La otra vez vino, olvidé decirte, vino con una farsa de que necesitaba dinero... Bueno.

—Qué molesta —desaprueba—. Solo no vayas a caer en sus engaños.

—Ni loco. Yo ya me cansé de ella.

—Tienes que hacer algo —sugiere—. Tal vez porque nunca te has topado con alguien así crees que será fácil alejarla con simples palabras, pero no es verdad. Esas personas necesitan mucho más, además de atención psicológica o psiquiátrica tal vez.

—¿Crees que es para tanto? —rasco mi barbilla.

—Sí.

—Bien... Si vuelve llamo a la policía.

—Algo es algo... que debiste hacer desde el comienzo —farfulla.

¿Qué tendrá Marina en la cabeza para insistir tanto? Si yo fuera ella, ya estaría muerto de vergüenza. ¿Cómo voy a insistir en estar cerca de alguien que no me quiere cerca? Además de que yo jamás me fijaría en ella por... Pues sí, me parece muy grande, ya lo he dicho. Si me gustara no habría problema, pero no es el caso.

Luego de que Santiago se marcha, dejo la abeja dentro de mi auto y me dirijo a casa. Antoine y Dominique ya están aquí, creo que ni siquiera fueron a ver al famoso Hugo.

Últimamente yo he notado, con mi sexto sentido de padre, que algo les sucede. He intentado averiguar qué es eso que los pone tan tristes, porque ya ni siquiera escucho sus peleas o conversaciones, y ninguno cede a decirme nada. Ni el propio Antoine, que es el más sincero conmigo.

—Hoy llamó mi tía Florence —anuncia Dominique cuando estoy por subir las escaleras.

—¿Sí? —me acerco a ella—. ¿Qué te dijo?

Katalina I y IIOnde histórias criam vida. Descubra agora