Capítulo 53: La extorsión

1K 187 2
                                    

—Mi amor... ¿Estás bien?

La voz de Vincenzo me trajo de vuelta a la realidad. Asentí con la cabeza, sin energía para decir nada. Simplemente me aovillé en su camiseta, que usaba de pijama, tratando de hacerme pequeña. Debía de tener un aspecto horrible después de estar todo el día metida en la cama, tras una semana repitiendo el mismo patrón.

—¿Estás enfadada conmigo? ¿He hecho algo mal?

La angustia en su voz me hizo sentir aún peor. Me obligué a sonreír para tratar de aliviarle.

—No, claro que no. Estamos bien —dije. Aunque, en realidad, era más un deseo que una certeza.

—No, no lo estamos. no lo estás. Desde la fiesta estás afectada. Dante me ha dicho que apenas estás comiendo; y por tu cara puedo deducir que no has estado durmiendo bien tampoco. ¿Es por las pesadillas?

Me abracé las rodillas, ocultando mi cara detrás. Llevaba una semana horrible, oculta tras la incierta seguridad de aquellas cuatro paredes. Estaba aterrada, esperando el momento en que Bill golpeara la puerta y apareciera para abalanzarse sobre mí. La idea no me dejaba en paz ni de día ni de noche. Ya no me sentía a salvo en ningún lugar.

Después de tres días fingiendo estar enferma, Dante había insistido en que o me dejaba ver por un médico o avisaría a Vince. Había tenido que suplicarle que no le distrajera en campaña, temerosa de sumar más cargos a mi conciencia. Sin embargo, que vomitara prácticamente todo lo que comía no ayudaba a aparentar normalidad. Pero la mínima sensación de algo bajando por mi garganta me hacía revivir el abuso de Bill y las náuseas reaparecían para purgarme.

—No quiero hablar de ello —murmuré a sabiendas de que ninguna mentira sonaría creíble ni aunque pudiera lograr evadir la maldición en ese momento.

A pesar de lo reacia que había estado al contacto físico desde que Bill me había vuelto a poner la mano encima, busqué el calor de Vince en un tímido abrazo. La idea de que tarde o temprano se alejaría de mí, y esta vez para siempre, me hacía querer atesorar su presencia.

—Amor, de verdad que intento darte espacio, pero estoy preocupado. Por favor, déjame ayudarte —insistió. La pena que transmitía se me clavaba en el alma, haciéndome sentir miserable por arrastrarle conmigo en mi caída—. ¿Es por la obra de teatro? O... ¿Alguien te ha dicho algo? ¿Pasó algo después de la fiesta?

Incapaz de disimular, todo mi cuerpo se puso en tensión. No sabía cómo ocultar aquello. En cuanto me cruzara de nuevo con Bill, si Vince estaba presente notaría de inmediato mi pavor. Y no se me ocurría ninguna excusa creíble. Tal vez simplemente estaba demasiado agotada y asustada para pensar en nada. O quizás es que era tan tonta como todos decían que era.

—¿Es por lo que te dije en la terraza?

Le estreché con más fuerza al percibir la vulnerabilidad en su voz. No podía seguir así. Pasara lo que pasase, tenía que protegerle de mi pasado, y eso incluía ser fuerte ahora.

—De verdad que no —le prometí—. Solo... En serio, no es por tu culpa.

Pero no bastaba. Lo vi en la determinación de sus ojos. No iba a dejarlo pasar. Y aunque me conmovía que fuera tan protector conmigo, no podía pedirle ayuda. Debía darle algo a lo que aferrarse o no soltaría el hueso.

—Alguien me dijo algo desagradable. Y no te voy a decir quién —me di prisa en aclarar—. No necesito que me defiendas. Las palabras son solo palabras, lo resolveré yo sola.

No era mentira. Después de todo se podía aplicar a su padre también, si investigaba un poco por ese lado vería que era cierto. Esperé que con eso se conformara.

Palabra de Bruja SilenciadaWhere stories live. Discover now