Capítulo 12: La despensa

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A veces, un sueño puede ser más que un sueño.

Es un momento en el que las defensas están mermadas y somos vulnerables al mentalismo, a los espíritus o incluso a la clarividencia. Claro que, para un mago al uso, sentir que un sueño es algo más no resulta complicado; son como sueños lúcidos. Pero solo los videntes logran entender con cierta claridad los vaticinios que podrían ocultarse tras ese tipo de visión.

Por eso, aquella noche, supe que aquel sueño no era normal.

Aquel dolor en mis manos era desconocido pero, al mismo tiempo, lo sentía familiar. Mis pequeños dedos estaban llenos de callosidades y heridas por coser a mano durante tantas horas. Pero no dejaba que el dolor me frenara, había trabajo que hacer. Y era importante hacerlo bien.

Cosía y cosía, pero aquel largo vestido parecía volverse infinito a cada segundo. Por cada puntada que daba quedaban dos más pendientes. Los límites de la habitación se desdibujaron hasta que sentí que estaba dentro de un gran costurero, que vivía solo para coser. Y la angustia de sentir que la tarea jamás acabaría y que el dolor iba a más a cada momento eran tan reales que creí que había muerto y estaba en algún retorcido nivel del infierno.

Hasta que recordé que solo era una visión dentro de un sueño. Y, tras cerrar los ojos, respiré profundamente y aparté de mí la imagen con la misma facilidad que si apagara el televisor; recuperando poco a poco la consciencia de mí misma.

Cuando abrí los ojos vi frente a mí una pequeña figura borrosa, difuminada. No llegaría más alto de mi estómago y apenas lograba entre parpadeos mostrar su forma, pero supe que era algún tipo de espíritu.

No es común que un fantasma vague por las ciudades, los nigromantes se encargan de mantener nuestro plano "limpio". Pero, en ocasiones, alguno vaga por ahí y trata de contactar. Alguien que lleve poco tiempo muerto y aún no entienda lo que estaba pasando. Y, si tienes mala suerte, un espíritu corrupto con malas intenciones.

Pero no era normal que en Wrightswood hubiera ningún tipo de espíritu. Ni de un tipo ni del otro, así que me mantuve en tensión mirando a aquel ente que parecía incapaz de tomar forma humana. Y, de alguna manera —quizás porque me resultaba más sencillo entenderle al estar dentro de mi propia mente en ese instante—, comprendí que llevaba tanto tiempo como espíritu que le costaba recordar su forma humana.

Aquella imagen, emborronada y etérea, avanzó hacia mí muy despacio. Contuve la respiración cuando unas pequeñas manos, de alguna forma familiares, cogieron mi muñeca tratando de llamar la atención sobre mi propia mano. Esta había vuelto a su tamaño normal, volvía a ser la mía, pero me sorprendí al ver que todavía sostenía la aguja con hilo como si siguiera dentro de la visión.

Las pequeñas manos sacudieron la mía con desesperación. Aquello era importante para él pero no entendía lo que pretendía decirme. No lo entendía... hasta que lo hice. Hasta que la idea tomó forma en mi mente como si fuera mía aunque supiera a ciencia cierta que no lo era.

Nombre.

Fruncí el ceño. Todo tenía la absurda lógica de un sueño pero yo estaba muy despierta. Por eso me sentí muy estúpida cumpliendo la orden de forma literal.

—¿Aguja? Needle...

Sentí como el espíritu zumbaba y, poco a poco, su forma se hizo más nítida. Algunos de sus rasgos seguían difusos, como una fotografía de mala calidad. Se aclaraban y un instante después se emborronaban o cambiaban ligeramente, como si no tuviera certeza del tamaño exacto de su nariz o el color de sus ojos. Pero ya no era una sombra deforme.

Era una niña pequeña.

* * * *

—Despierta o vas a llegar tarde.

Palabra de Bruja SilenciadaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz