Capítulo 42: La confianza

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No sé qué hora era cuando desperté. La luz se colaba sin piedad por la ventana y me cegó al intentar abrir los ojos. A pesar de que estaba desnuda, el sol ya tenía fuerza de sobra para ser molesto. Sintiéndome demasiado cansada, me giré para darle la espalda a la ventana y tratar de robar unos minutos más de sueño al día, pero me encontré de frente con Vincenzo. Estaba boca arriba y su pecho subía y bajaba con la lentitud de la pesada respiración de quien duerme plácidamente.

No sabía si yo había estado demasiado exhausta para tener pesadillas o si su sueño había sido tan profundo que no le había despertado. Sin embargo, yo sentía el agotamiento casi febril propio de esos días en los que las pesadillas no me dejaban dormir. No recordaba en qué momento nos quedamos dormidos, pero sí todo lo sucedido el día anterior. La pesada carga de esos recuerdos me dio ganas de volver a dormirme para no tener que enfrentarme a ellos, pero sabía que no podía huir. La mayoría de las veces, lo que me esperaba cuando cerraba los ojos era aún peor que la propia realidad.

Aprovechando que aún dormía, me acomodé sobre su pecho con cuidado de no despertarle, como si en ese estado fuera inofensivo para mí. La calidez de su cuerpo era agradable a pesar de todo.

No sabía qué hacer. Había prometido que me iría, pero ahora no me sentía con fuerzas para tomar ninguna decisión. No estaba segura de si era por lo que me había confesado la noche anterior o si mi falta de voluntad se debía al agotamiento. O, tal vez, a que en el fondo era más débil de lo que yo misma quería admitir. Pero en ese instante, lo único que tenía seguro es que quería quedarme escuchando su respiración un rato más.

El sueño no vino a mí a pesar del cansancio. En cambio, Vincenzo durmió profundamente mientras el sol iba conquistando el cielo inexorablemente. Quizás estaba agotado tras toda la semana fuera. En realidad no sabía en qué consistía su trabajo en el día a día; ni siquiera cosas tan tontas sobre él como cuántas horas solía dormir o si tenía el sueño pesado. Solo habíamos dormido juntos dos veces y en ambas ocasiones yo me había quedado dormida la primera y despertado la última.

Con cuidado, pasé la punta de mis dedos por el nacimiento de su barba. Me gustaba así, con un aspecto un poco más descuidado; usando simplemente un pijama y con el pelo revuelto. Se le veía... natural. El Vincenzo al que le obsesionaba su aspecto era también el que creía que no podía dar la talla en eventos sociales a su lado, el que me hacía sentir que yo no le importaba. Y, aunque ahora estuviera con el otro Vince, el amable y cariñoso, no podía vivir así. No podía estar con alguien que, no solo era compartido con otra persona, sino que encima ni siquiera era siempre la persona que yo quería en el tiempo que le tenía para mí. No era suficiente.

Cuando mis dedos rozaron sus labios entreabiertos frunció el ceño y se despertó de golpe, sobresaltado. Me miró como si no recordara por qué estaba allí y, por un momento, temí realmente que fuera a echarme de su habitación con cajas destempladas.

—Perdona... No quería despertarte —murmuré acobardada.

Cogió mi mano antes de que pudiera apartarla y besó la yema de mis dedos. Sin mediar palabra, cerró los ojos de nuevo, empujando mi mano contra su mejilla como siempre hacía él conmigo.

—No suelo dormir hasta tan tarde —se excusó pasados un par de minutos—. Ha sido una semana muy larga.

—Puedo irme al otro cuarto y dejarte dormir un rato más —ofrecí.

En contra de mi oferta, abrió los ojos con cierta preocupación. Aproveché para recuperar mi mano y ponerme boca abajo en la cama, ocultando mi pecho contra la colcha. Me sentía repentinamente vulnerable estando desnuda a su lado.

—Prefiero estar contigo.

Recolocó mi pelo con suavidad, la misma suavidad que imprimía en sus palabras y en su tono, pero aún me sentía demasiado frágil para confiar en ese cambio de actitud. No podía pretender que no había pasado nada. No cuando todavía temía que volviera el Vincenzo huraño.

Palabra de Bruja SilenciadaWhere stories live. Discover now