Capítulo 19: El callejón

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—No me puedo creer que te vayas a casar...

Debía de ser como la quinta vez que lo decía esa noche. Nadia ya iba algo perjudicada por las copas, Amy tenía un rubor en las mejillas que no era propio de ella salvo cuando se mentaba a Tyler y que ahora parecía acrecentado por el alcohol; y yo, que nunca bebía, podría jurar que era la que menos ebria estaba y aun así me sentía mareada.

Iba a ser mi primer día de fiesta desde que volví de Wrightswood y me había propuesto pasármelo tan bien como ellas. Era una ocasión demasiado especial como para dejar que el miedo me la fastidiara.

—Pues lee la banda, nena —dijo alzando su banda de novia de un intenso rosa con letras doradas brillantes—. ¡Voy a ser una bruja casada! ¡La señora Amelia Burke!

Ni me molesté en decirle que bajara la voz. Estábamos en un enclave, uno de los barrios en los que los magos tenían permitido hacer magia, así que eran los más transitados por los magos como es de esperar. Aun así yo prefería fingir que era una vacua más incluso en los enclaves, no solo porque hubiera perdido mi capacidad para hacer magia, sino por miedo a llamar la atención de algún racista violento. 

Después de lo ocurrido en Wrightswood me había vuelto una completa cobarde.

Pero Amy estaba tan feliz que no permitiría que nada estropeara su noche, ni siquiera yo. Así que me limité a alzar mi copa y brindar con ella por su nueva vida.

Tras irme de Wrightswood había sido especialmente duro no tenerlas a mi lado. Durante los seis meses siguientes no pude verlas y casi fue mejor así. Me mandaron muchísimos vídeos en los que me insistían para que volviera, que les contara lo que había pasado, que nada valía perderme la graduación. Pero yo no lo veía así. Allí nunca había tenido nada salvo a ellas y eso ya no me bastaba para estar en un sitio donde me ridiculizaban casi a diario, me amenazaban, me daban palizas y casi me habían violado.

Y yo que creía que lo de Vincenzo era lo peor que me podía pasar... Qué tonta había sido.

Pero no quise ponerme a pensar en el pasado. Sin embargo, aunque lo estábamos pasando genial las tres solas, me pareció raro que Amy no trajera a más chicas. Siempre se juntaba con nosotras pero sabía que tenía más amigos entre los que se contaban los hijos de los aquelarres. 

No me atreví a preguntar si los magos no hacían despedidas de soltero o si había otra a la que yo no estaba invitada. Quizás había pensado que sería violento juntarme con gente de Wrightswood a la que no veía desde que me fui, que era mejor ahorrarme las preguntas incómodas. O tal vez quería una despedida con sus amigas expósito por un lado y las brujas de verdad por otro para evitar peleas innecesarias fruto del alcohol.

No me importaba. Simplemente quería pasármelo bien con mis amigas, así que no pensé en esos asuntos y pedí otra ronda.

—Pero eres tan joven... —insistió Nadia al rato de nuevo.

—En los aquelarres es normal casarse al poco de graduarnos. A mi edad mi madre ya me había tenido a mí.

—Supongo que es porque al salir de Wrightswood ya no tenéis que estudiar más. Salís al mundo con dieciocho años y todo listo para empezar a trabajar.

Amy se encogió de hombros. Trató de fingir indiferencia pero su gesto se ensombreció ligeramente.

—No creo que vaya a trabajar... Voy a ser una Burke después de todo —dijo chasqueando la lengua.

—Oye, me das hasta un poco de envidia —contestó Nadia sin percatarse—. Yo estoy ya aburrida de la universidad. ¡Echo muchísimo de menos las asignaturas de magia de la academia! Ahora todo es estudiar, estudiar y estudiar... Y encima no os tengo a vosotras.

Palabra de Bruja SilenciadaWhere stories live. Discover now