Ashley Clayton | Gossip Girl

By gossipstea

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𝐍𝐨 𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐚𝐧 𝐝𝐞 𝐭𝐢... Una escuela privada, pero no vida p... More

Gossip Girl Blog
1.01: Piloto
1.02: El almuerzo salvaje
1.03: Hiedra venenosa
1.04: Malas noticias
1.05: Rompiendo las reglas
1.06: El cuento de la doncella
1.07: Victor/Victrola
1.08: Diecisiete velas
1.09: Un interesante Día de Acción de Gracias
1.10: La alta sociedad
1.11: Fiestas navideñas
1.12: Mentiras escolares
1.13: La delgada línea entre Chuck y Nate
1.14: El proyecto de la bruja de Blair
1.15: Buscando desesperadamente a Serena
1.16: Todo sobre mi hermano
1.17: Una mujer al límite
1.18: Hago mucho de nada
2.01: El verano es algo maravilloso
2.02: Batalla por Marcus
2.03: La noche oscura
2.04: Los expedientes de los ex
2.05: Serena también resurge
2.07: Chuck en la vida real
2.08: Prêt-à-pobre-Jenny
2.09: Podría haber sangre
2.10: La hoguera de las vanidades
2.11: Los magníficos Archibald
2.12: Es una mentira maravillosa
2.13: Adiós a Bart
2.14: En el reino de los Bass
2.15: Lo que el testamento se llevó
2.16: ¡Ya entraste a Yale!
2.17: Conocimiento carnal
2.18: La edad de la disonancia
2.19: El abuelo
2.20: Los despojos de Jenny
2.21: Cambios
2.22: Los caballeros sureños las prefieren rubias
2.23: La ira de mamá
2.24: Chicas del valle
2.25: El adiós a Gossip Girl
Nace una estrella
3.01: Reveses de la fortuna
3.02: Los novatos
3.03: El muchacho perdido
3.04: Dan de Fleurette
3.05: Rufus se casa
3.06: Suficiente de la malvada
3.07: Fracaso fallido
3.08: El abuelo - Parte II
3.09: Cuidado con los Humphrey
3.10: Los últimos días de la aguja del disco
3.12: Los que se fueron
3.13: El relicario del dolor
3.14: La dama desapareció
3.15: La virgen de dieciséis años
3.16: El Empire contraataca a Jack
The Tonight Show Starring Jimmy Fallon
3.17: Bass-tardos sin gloria
3.18: La insoportable culpabilidad del ser
3.19: El extraño doctor van der Woodsen
3.20: El mundo de papá
3.21: Exesposos y esposas
3.22: El último tango, luego París
Tres meses, dos encuentros, una decisión
4.01: Belles de jour
4.02: Doble identidad
4.03: La rechazada
A y O descubiertos por NYC
4.04: El toque de Eva
4.05: Adiós, Columbia
4.06: Tranquila, Jenny
4.07: Guerra en casa de los Rose
4.08: Juliet ya no vive aquí
4.09: Las brujas de Bushwick
4.10: Sobredosis
4.11: Pueblerina - Parte I
4.11: Pueblerina - Parte II
73 Preguntas Con Ashley Clayton | Vogue
4.14: Pánico en el loft
4.15: Otro día de San Valentín
4.16: Mientras no estabas durmiendo
4.17: El imperio del hijo
4.18: Los chicos se quedan en la foto
4.19: Mezquina de rosa
4.20: La princesa y el sapo
4.21: Bass destrozado
4.22: El adiós equivocado
5.01: Sí, luego cero
5.02: La bella y la fiesta
5.03: La joya de la negación
5.04: Memorias de un Dan invisible
5.06: Soy el número nueve
5.07: El sueño no tan eterno
5.08: Todas las bonitas fuentes
5.09: Rhodes a la perdición
5.10: Montando en coches con los muchachos
5.11: ¿El fin del amorío?
5.12: El sacerdote y la novia
5.13: G.G.
5.14: Dan al respaldo
5.15: Loco, Cupido, Amor
5.16: Cruce de Rhodes
Estado de gracia
5.17: La dote de la princesa
5.18: Falsa heredera
5.19: It Girl interrumpida
5.20: Salón de los muertos
5.21: Despreciable B
5.22: En busca del arte perdido
5.23: Los fugitivos
5.24: El retorno del anillo

3.11: El tesoro de Serena Madre

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By gossipstea

N/A: Este capítulo va a estar en omnisciente para que sea más fácil de entender. Espero que no les moleste. :)

Se viene un cap muy largo. Prepárense.

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El Día de Acción de Gracias empezó cuando los colonizadores y los indios se juntaron para compartir la bonanza de la cosecha. En el Upper East Side, esa tradición se mantiene con una abundante cosecha de secretos, mentiras y escándalos.
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Esa mañana, Chuck y Blair salían de Empire, conversando sobre Eleanor. Resulta que iba pasar Acción de Gracias en la ciudad, así que su hija estaba ansiosa por saber el trasfondo. Comportamientos sospechosos rodeaban la decisión repentina, y obviamente Blair no es fácil de engañar.

Pero justo cuando pisaron la acera, Serena salió de un taxi, caminando hacia la entrada del hotel.

— Oh, no sabía que el Empire tenía tarifas por hora —Blair comentó maliciosa.

— ¿Está Nate aquí? —le preguntó a Chuck, ignorándola—. No contesta su teléfono.

Pero antes de que él pudiera responder...

— ¿Un Vanderbilt no es suficiente? —Blair frunció el ceño—. Y con pareja.

— ¡No tengo un amorío con Tripp! —se defendió, cansada de sus ataques—. Y como lo sabrás de todos modos, dejará a su esposa y no es por mí.

— ¿Entonces qué es? ¿Una coincidencia rubia de 18 años? —cuestionó sarcásticamente—. Llámame en seis meses, cuando conozca a su próxima coincidencia. Eso si deja a su esposa, lo cual dudo —sonrió con falsedad.

Y, sin más, siguió caminando, dejándola atónita. Chuck le dedicó una mueca a su hermanastra antes de seguir a su novia, sin ayudarla para nada. Serena suspiró con fuerza mientras caminaba hacia la puerta.

•••

Nate se encontraba en la suite, organizando algunas cosas y hablando por llamada con Dan. Quien no se encontraba muy bien tampoco...

— Te dije que terminaría mal, viejo. Los tríos no son buenos. No creas en su promoción exagerada.

Sí, pero el asunto es que Olivia dijo que se iba porque creía que yo sentía algo por Vanessa —comentó abatido.

Nate se detuvo al lado del sofá.

— ¿Es cierto? —preguntó interesado.

— ¿Cómo voy a saberlo?

— ¿Cómo lo supo Olivia?

Dan se tomó unos segundos para responder.

Bueno, ella dijo que vio mi mirada...

— ¿Cuál mirada? —frunció el ceño—. ¿Te refieres durante...? —Dan hizo un ruido de confirmación, sacándole una risa a Nate—. Sí, esto no es tu siguiente cuento para el The New Yorker. Lo enviaré a otra revista diferente.

Gracias, eso me anima mucho —ironizó.

— Relájate, quizás tengas razón y solo sean celos.

Exacto. Sí. Di más cosas como esa —pidió desesperado—. Porque esto es tan solo una fase. O una etapa, como dijo Ash.

— ¿Ashley te habló de etapas post trío?

Sí, bueno, creo que tiene más experiencia en la materia —carraspeó—. ¿Con quién pasarán Acción de Gracias?

— Creo que con sus padres —respondió, volviendo a su tarea inicial de armar un bolso de mano para llevar a la casa de Ashley—. Ella quiere que hable con mi abuelo, así que lo resolveré en unas horas.

Dale mis saludos a William, y dile que gracias al juego de hace un año mi rodilla ahora puede predecir el clima —bromeó.

— Lo haré, viejo —carcajeó—. Paz.

Colgó la llamada, dejando su teléfono para continuar con su trabajo. Y justo cuando guardaba su ropa, se hizo presente el sonido del elevador abriéndose, seguido del ruido de unos tacones golpeando el suelo.

— Hey —Serena saludó—. ¿Quieres ir al parque?

•••

Nate no era el único que recibía visitas inesperadas. En el loft Humphrey las puertas se abrieron, dejando pasar a la responsable de la reciente confusión que perseguía a Dan... Y con equipaje.

— Hola —Vanessa dejó sus dos bolsos en el suelo—. Lo siento, me peleé con mi mamá y no firmé el formulario para usar mi dormitorio en las fiestas. ¿Me das asilo un rato? —Dan la miró boquiabierto, sin responder—. ¿Por qué esa cara?

— No. ¿Qué? —rió nervioso—. Esta es mi cara feliz de sorpresa... Siéntete como en casa —le dedicó una sonrisa incomoda.

Vanessa lo miró extrañada, pero le hizo caso, tomando sus bolsos para dirigirse hacia una de las habitaciones. Luego podría interrogarlo sobre qué le sucedía.

•••

Del otro lado del puente, los planes de Lily para Acción de Gracias se habían vuelto frustrados. Serena no podrá asistir por un "voluntariado" en un comedor de beneficencia con Tripp, Scott y sus padres están de vacaciones, y su madre... bueno. Supuestamente no puede viajar aún.

Pero a Eric se le ocurrió la idea de invitar a su abuela a la cena virtualmente, darle un lugar en la mesa con su notebook. Así que junto a Rufus le hicieron una videollamada para comentarle la propuesta.

— Lily nos dijo que aún no estabas lo suficientemente bien como para viajar, así que pensamos que el chat de video sería una gran manera de tenerte en Acción de Gracias mañana —explicó Rufus, bebiendo de su café.

Estoy bien. Lily me dijo que no harían nada por Acción de Gracias.

— Bueno, no estamos haciendo nada importante, pero estoy seguro de que después de todo lo que has pasado, ella... ella no quería hacerte sentir obligada —intentó darle sentido.

Oh, qué, um, qué considerado —titubeó, dándose cuenta que se metió en terreno desconocido—. Me encantaría estar allí en persona. Pero dejémoslo como una sorpresa, ¿bien? —sonrió—. Hasta pronto —cantó alegre, cortando segundos después.

Eric miró a Rufus, quien estaba igual de confundido.

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Vistos: S y N nuevamente en el parque. ¿Se ha vuelto una rutina?

Yo que tú cuidaría a tu novio, A. Conocemos muy bien la fama de Serena.
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Serena y Nate se encontraban sentados en una banca, habiendo conversado todo el camino del Empire al parque. Nate mantenía una actitud distante con ella. No quería darle ideas incorrectas que luego desencadenarían más problemas innecesarios. De todos modos, quería saber la verdad.

— Vamos, Serena, te vas con Tripp y luego me entero por la red Vanderbilt que le pidió el divorcio a Maureen —entrecerró los ojos—. ¿Esperas que te crea que no pasó nada?

— Fue solo un beso —admitió, haciéndolo suspirar—. Y fue un gran error que intento no repetir. Lo prometo.

No sabía bien por qué, pero Nate le creyó.

— Está bien. Y sobre lo que pasó en el bar...

— Lo lamento —se disculpó, sus ojos apenados—. Me pasé y no estuvo bien.

— Bien. Pero ten cuidado con Tripp, él se lo contó a Ashley —Serena abrió los ojos sorprendida—. Por suerte lo solucionamos. Pero me tiene en un pedestal, y no quiero perderla otra vez —advirtió serio.

— No lo harás, de verdad siento muchísimo lo que hice... Fue incorrecto.

Los dos se miraron, ofreciendo una sonrisa suave mientras cavaban dentro de los ojos del otro. El teléfono de Serena sonó, interrumpiendo el momento.

— ¿Te llamo después? —atendió, girando su cuerpo para más privacidad.

Debo cancelar lo de mañana —Tripp informó—. Maureen era un desastre cuando llegó aquí... Está preguntando si sucede algo más. Quiere que estemos juntos en la cena de mañana.

— Tengo que colgar —cortó la llamada, sin pensar mucho—. Lo siento —giró para enfrentar a Nate de nuevo—. Oye, ¿tienes planes para el Día de Acción de Gracias? Sé que es de improviso.

— Iré a ver a Ashley esta tarde para arreglar algo...

— ¿Qué tal mañana a las 3:00 p.m. en lo de mi mamá? —propuso—. Dile que venga, así ve que no ocurre nada más. Y por favor, lleva algo más fuerte que la sidra de Rufus.

Ambos rieron.

•••

Lily salió de compras esa mañana, en busca de comida cocinada para la cena de Gracias. Y también para despejarse de todo el caos que la rodea últimamente. Completamente ajena a la tormenta premeditada que se acerca en su apartamento...

Estaba por cruzar la calle cuando encontró a alguien de espaldas, que llevaba su mismo atuendo.

— Bonito abrigo —la elogió, tocando su hombro suavemente.

— El tuyo también —devolvió, notando la razón de su comentario cuando vio lo que llevaba puesto. Y ahí fue cuando se enteró de quién se trataba—. Oh, Dios —rió—. Lily.

— ¡Maureen, mucho gusto verte! —le tomó las manos—. ¿Cómo estás en D.C.?

— Hay mucho que hacer, pero Tripp insistió en pasar las fiestas aquí —sonrió con cortesía, ocultando la verdadera razón.

— Hablando de eso, pregúntale que por qué hará trabajar a mi hija en Acción de Gracias. Dice que son voluntarios en un comedor social —contó eufórica, la expresión de Maureen decayó—. Ella jamás trabaja tantas horas. ¿Siempre es así con él?

No. Su horario ha estado... más pesado esta semana —titubeó ante la sorpresa.

No sabía sobre las intenciones de Tripp, cosa que podría entenderse por su reciente separación. Lo que también conecta otros puntos en la cabeza de Maureen. Porque ahora había alguna posibilidad de que el episodio del Rio Hudson no sea la única razón de Tripp para su repentino pedido de divorcio. O, al menos, la razón...

— Tal vez sea extralimitado, pero, ¿crees poder convencerlo de que pasen parte de mañana con nosotros, para obligar a mi hija a estar con la familia? —Lily preguntó, pura esperanza se proyectaba en sus ojos.

Y ella necesitaba repuestas.

— Sí —sonrió—. Sí, nos encantaría ir.

— Excelente —le tomó la mano contenta, antes de alejarse.

Maureen suspiró, viéndola cruzar la calle.

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Creo que el Día de Acción de Gracias de alguien podría tener un gran problema.

Le damos gracias al Señor por lo que estamos a punto de recibir.
══════════════════════

Nate había ido al departamento de Ashley esa tarde, como había planeado. Ella había estado trabajando toda la mañana en la nueva campaña de Giorgio Armani, así que cuando llegó se estaba duchando. Decidió esperar en la cama, sorprendiéndola cuando atravesó la puerta y lo notó allí. Dio un pequeño salto que desató la risa incontrolable del rubio.

— Dios mío, Archi —se tomó el pecho sobre su bata—. Casi me matas —suspiró, acercándose a los pies de la cama.

— Lo siento —apoyó las rodillas en el colchón para acercarse a su rostro. Quiso darle un beso, pero ella se alejo antes de que sus labios estuvieran en contacto—. ¿Viste el post de Gossip Girl, no? —preguntó, sabiendo de antemano cual era la respuesta.

— Uh huh —asintió desganada, caminando por la habitación.

— Mira, iba a decírtelo ahora. Serena me buscó en la suite esta mañana, quería hablar...

— No imagino sobre qué —murmuró, metiéndose en su closet, pero manteniendo las puertas abiertas para escucharlo.

— Está arrepentida, quiere disculparse contigo. Por eso nos invitó a que pasemos la cena de mañana en su casa.

— Ohh, ¿y cómo va a disculparse exactamente? —frunció el ceño, tomando una camisa de un cajón—. ¿"Lo siento por casi besar a tu novio/primo del hombre casado con el que quiero meterme"'?

— Clay...

— Bien —suspiró rendida—. Pero solo porque mi mamá me escribió hace una hora diciendo que también irían allá. Resulta que Lily los invitó.

— Perfecto —Nate se levantó de la cama, con dirección al closet.

— ¿Hablaste con tu abuelo? —cambió de tema, desatando su bata luego de colocarse calcetines y ropa interior.

— Sí, nos vimos más temprano —Nate se paró en el marco de la puerta, viéndola cambiarse de espaldas—. Ya reparé las cosas.

— Estoy orgullosa —contestó, sin saber que él estaba justo detrás de ella.

A este punto la había visto innumerables veces desnuda, pero jamás se cansaría de apreciar su figura. Solo él sabía cuánto había imaginado esta misma imagen cuando era adolescente, sin rasgos perversos. Simplemente era un idiota más enamorado de la chica más hermosa de la escuela, solo que también contaba con el detalle de que era una de sus intimas amigas, lo que hacía casi imposible tener una esperanza. Pero aquí estaba. Admirando sus piernas suaves, su piel clara acompañada de pequeños lunares estratégicos, los hoyuelos en la perfecta curva de su espalda, sus hombros delicados bien definidos, su cuello largo para explorar... y ahora su expresión horrorizada.

— ¡Archi! —gritó, bajándolo a tierra—. ¿Cuántas veces más planeas sorprenderme hoy? —preguntó histérica, cubriéndose con la camisa que estaba por colocarse, hasta que se dio la vuelta y lo sorprendió mirándola cautivado—. No creo que mi corazón pueda tomar una más —resopló.

Nate rió, acercándose a ella mientras pasaba los brazos por su camisa. Y fue ahí cuando notó la prenda.

— ¿Es aquella mi camisa? La estuve buscando por días.

— No, es nuestra camisa —lo corrigió—. Y, lo siento, pero no está en mis planes futuros devolvértela —sonrió.

— No me importa, se ve mejor en ti —la tomó de la cintura. Acercó sus labios, pero solo compartieron respiraciones mientras se miraban a los ojos—. ¿Es ahora cuando recibo mi regalo de Acción de Gracias?

— Hmm, quizás tengas suerte —susurró, ladeando la cabeza.

Pero antes de que recorrieran el resto del camino para sellar su beso, el teléfono de Nate vibró en su bolsillo, enfriando el ambiente. Con un suspiro pesado lo tomó de sus pantalones, leyendo el identificador.

Llamada entrante: Chuck.

— Supongo que debo...

— Bien —se alejó de su agarre—. Iré a ver si la cena está lista —le dio un pequeño beso, desapareciendo por la puerta poco después.

Nate la observó marcharse antes de apretar el botón para contestar.

— Hey.

Vengo de reunirme con seguridad del hotel, la cámara captó a una huésped oprimiendo el alto de emergencia para una sesión de besos con su novio —contó divertido.

Nate se rió, aunque no entendía bien la relevancia de su opinión con eso.

— ¿Te encanta tu trabajo, verdad?

Eran Serena y Tripp.

Nate dejó de sonreír, tomando una gran bocanada de aire.

— Entonces no dejó a Maureen por lo del héroe de Hudson —reflexiónó.

Aunque apuesto que a Serena le dijo eso. Es menos malo así cuando la descarte en seis meses... ¿Cuántas veces la otra mujer vive feliz para siempre?

— Alguien tiene que hacerla entender antes de que sea tarde —dijo serio.

Conoces a Serena. Quién lo intente, deberá llevar un mazo —se calló unos segundos, casi dando la idea de que la llamada estaba finalizada—. Una última cosa. Yo pensaría dos veces el jugar a arreglar parejas cuando lo mía está en la cuerda floja —recomendó severo.

Eso activó una alerta en su cabeza.

— ¿Ashley te dijo algo? —frunció el ceño.

Chuck no respondió, simplemente dejó la línea en silencio antes de colgar. Nate agachó la cabeza, pensando sobre qué debería hacer.

Entonces le dio una mirada rápida a la puerta de la habitación, asegurándose de que Ashley no estuviera cerca. Y una vez que lo garantizó, marcó otro número en su teléfono.

— Seguridad del hotel, por favor.

•••

Ya era el otro día. Finalmente, la cena en el penthouse van der Woodsen que pretendía ser intima, se llenó de invitados.

La primera en llegar fue Cece, que causó una impresión no tan positiva en su hija, quien había mentido para no invitarla. Y es que es la clave de una verdad que ella decidió ocultar, pero que amenaza con explotar.

Seguido, llegaron Dan, Vanessa y su madre, Gabriella, quien no estaba para nada de acuerdo con el estilo de vida del Upper East Side. No había hecho más que quejarse por el oportunismo comercial que trae esta festividad, lo que había provocado más de una pelea con su hija. Dan la convenció de darle otra oportunidad y pasar Acción de Gracias juntas en familia.

Los siguientes fueron Nate, Ashley, Laura y Patrick. Ambas parejas se unieron rápidamente a sus amigos. Y a pesar de los intentos por parte de Nate para que su novia hablara con Serena, ella se mantuvo distante. Todavía no se sentía en condiciones para enfrentarla, así que empezó a prepararse... al lado de la mesa de tragos. Nada que el champán no pueda arreglar.

Los cuartos en llegar fueron Tripp y Maureen. Serena los recibió y no hace falta aclarar que fue una situación muy incómoda. Verlos actuar como la establecida pareja casada que son, simplemente le revolvió el estomago. Pero no pudo negarse cuando se quedó sola con Tripp, una vez que Maureen se alejó. Él le aseguró a Serena que lo peor ya había pasado, pero no tenía tanta razón.

Los últimos fueron Chuck, Blair y Eleanor. Blair estaba bastante inquieta, ya que su madre había solicitado un cambio de testamento y no sabía por qué. Vaya sorpresa se llevó cuando encontró una prueba de embarazo que suponía ser de ella. Pero eso no detuvo su comportamiento malicioso, ya que todavía estaba molesta con Serena... Aunque no fue la única que le hizo una advertencia.

— Una pequeña proclamación de Acción de Gracias —declaró Chuck—. Ustedes dos vuelven a jugar a agarrar traseros en mi elevador, y Serena se quedará en un Marriott del aeropuerto. Felices fiestas —sonrió, empezando a caminar hacia la sala.

Ambos quedaron inmovilizados en el lugar.

•••

Maureen, firme a su idea de obtener respuestas, se acercó a Nate, quien estaba parado al lado de la ventana.

— Hola —le tocó el brazo, inclinándose para darle un beso en la mejilla.

— Hola.

Solo le tomó dos segundos hacer la pregunta.

— ¿Tripp y Serena están teniendo una aventura? —interrogó, asombrándolo completamente—. Nate, por favor. No quiero lastimar a nadie. Solo lo quiero de vuelta.

Nate suspiró, meneando la cabeza mientras debatía que era lo correcto para hacer. Aunque no hicieron falta palabras. El rostro de Maureen se transformó con realización.

— Lo siento. Pero creo que tengo una manera para terminarlo rápido y silenciosamente... No sé si quieres ver esto —levantó su teléfono.

— Si va a terminarlo, lo hago —contestó decidida.

•••

— Por favor, todos tomen asiento —pidió Rufus.

La mesa estaba servida, así que solo faltaba empezar con el gran festejo y comenzar a comer. ¿Qué podía salir mal? Bueno... además de absolutamente todo.

— ¡Serena, qué gusto verte! —Laura la abrazó, ganándose una mirada de su hija—. No nos hemos cruzado mucho este último tiempo.

— Lo sé —sonrió—. El trabajo es agotador.

— Bueno, Ashley también parece un robot con todas las cosas que hace simultáneamente. Pero tú...

— De alguna manera encuentro los espacios.

— Y los aprovecha muy bien —contestó Ash, antes de darle el último sorbo a su copa.

Laura miró a su hija sin entender, mientras que Serena la observó sabiendo la razón de su comportamiento áspero. Pero decidió no comentar nada al respecto. Simplemente se sentó justo al borde de la punta de la mesa, donde su madre estaba sentada, y también justo al lado de Tripp.

Nate llegó acompañado de Maureen. Mientras él tomaba lugar del lado izquierdo de su novia, enfrentado a Tripp, Maureen se sentó en la silla vacía del lado derecho, enfrentando a Serena.

— Estoy tan feliz de que estemos sentados uno al lado del otro, Rufus —Cece le tocó el hombro.

— Discúlpenme —dijo Lily, en el otro extremo de la mesa, levantándose.

— Cece, por favor cuéntame todo sobre la boda de Rufus y Lily —pidió Gabriella frente a ella—. Estaba boicoteando la industria floral, o yo misma habría estado.

— Trágicamente, no fui invitada. Aparentemente mi yerno se sentía mejor si yo no asistía...

— ¿Rufus? —cuestionó atónita.

— Mamá, no es asunto tuyo —murmuró Vanessa a su lado.

— ¿No querías a la propia madre de Lily en su boda? —prosiguió sorprendida.

Quinta boda —la mujer corrigió—. Pero aún así...

— Lily me dijo que todavía estabas demasiado enferma para viajar —Rufus se defendió de las acusaciones.

— Gracias, pero he estado en remisión desde mediados de agosto.

— Pero Lily no volvió a casa hasta octubre.

Cece no tardó en darse cuenta que había metido la pata, así que eligió retractarse antes de empeorar la situación.

— Oh. Tal vez estoy... estoy... estoy equivocada. Es difícil hacer un seguimiento —sonrió.

Rufus lo tomó bien. Solo que decidió cambiarle su vaso de gin por agua.

— ¿Por qué mi mamá tiene que meterse en los asuntos de todo el mundo? —Vanessa le preguntó a Dan, quien bebía jugo a su lado.

— Vamos, Cece emana secretos y ginebra, no es culpa de tu madre.

— Has estado defendiéndola e ignorándome. ¿Qué pasa contigo? —frunció el ceño. Dan la miró boquiabierto—. Y estás haciendo esa cara otra vez.

No. Está bien, mira, esto se está poniendo ridículo —resopló.

— Jenny, ¿sabes de alguien que haya cambiado la cara a los 19 años? —Vanessa le preguntó a la rubia frente a ella.

— No sé. Pregúntale a Eric... él es un experto en eso —musitó sin ánimo, ganándose la atención del mencionado—. Blair me dijo que me saboteaste junto a Ashley en el cotillón. ¿No tienes nada para decirme?

— Tus papas están insípidas —declaró serio, haciéndola virar los ojos.

Al lado, Blair levantó su copa de vino para brindar con su madre, pero ella bebió del agua en su lugar.

— Madre, tenemos camembert de Artisanal. Está pasteurizado, ¿quieres un poco? —se lo puso delante de la cara.

— Basta, ¿qué te está pasando? —cuestionó cansada.

— ¿A mí? —abrió los ojos—. ¡Eres tú la que estás embarazada!

Eleanor la miró asombrada.

— Atención —Rufus hizo ruido con el vidrio de su copa—. Lily y yo queremos agradecerles a todos por venir a nuestro primer Día de Acción de Gracias como familia. Ahora, antes de que vuelva, me gustaría contarles un chiste que cuento todos los años y que Lily ha prohibido expresamente —rieron—. Un grupo de peregrinos decide formar una banda...

Al igual que Maureen, Nate no había parado de mirar a Serena y Tripp, justo frente a sus ojos. Y ellos no solo habían estado compartiendo palabras durante toda la cena, sino que además se reían por lo bajo mientras se chocaban los hombros con complicidad.

— ¿Cómo pueden ustedes dos sentarse ahí, sonriendo? —Maureen no lo soportó—. ¿No tienen ningún sentido de la decencia?

Tripp y Serena la miraron inmediatamente, sus rostros palidecieron.

— Maureen...

— No, Nate, ni un segundo más —levantó su teléfono—. Tripp y yo vamos a envejecer juntos... sin ti —le dijo a Serena—. O haré mi propia declaración —advirtió, dejando el teléfono donde pudiera verlo.

Allí se reproducía el video de seguridad de ellos besándose en el elevador del Empire.

— ¿De dónde sacaste eso? —preguntó Chuck.

Nate cerró los ojos, tirando la cabeza para atrás. Ashley lo miró boquiabierta, entendiendo la situación sin esforzarse.

Nate —le contestó a Chuck.

No sabía si era así, pero el silencio de Nate fue suficiente para confirmarlo. Nada más que una risa irónica se escapó de los labios de Ash mientras negaba con la cabeza.

— Él será un chiste político y tú solo un remate —continuó Maureen—. Su amorío acaba ahora.

Ambos suspiraron en sus asientos.

— ¿Serena? —cuestionó Lily, quien oportunamente había llegado.

Aunque su presencia no duró mucho. Su decepción era demasiada. Había sido engañada por su hija en múltiples ocasiones, y el asunto era muy serio.

—...Cuando termina, uno de los peregrinos mayores dice: "¡Eso es lo que yo llamo Plymouth Rock!" —Rufus terminó de contar su chiste, pero nadie rió. Todos estaban ocupados en sus propios asuntos—. Bueno, ¿por qué no cenamos?

— Yo perdí el apetito —respondió Jenny,  levantándose.

Eric agachó la cabeza.

— Y yo quiero pastel —dijo Blair.

Eleanor la miró alejarse.

— Niños... —comentó Gabriella.

— ¿Y qué te hace una experta? —preguntó Vanessa enojada, antes de retirarse también.

Dan suspiró culpable.

— ¿Por qué siempre haces eso? —le preguntó Ashley a su novio.

Estaba furiosa. Otra vez se sentía puesta en segundo plano. Otra vez parecía ser menos importante que los problemas estúpidos que Serena se genera deliberadamente. Y lo peor es que sabía que las intenciones de Nate no eran motivadas por nobles preocupaciones familiares. No. O no habría ido tras las espaldas de Tripp.

Como Nate no supo qué responder, ella también se levantó, con pasos decididos y sin mirar atrás. Convirtiéndose así en la última en abandonar la mesa.

— Estoy tan contenta de que me hayas invitado, Rufus —dijo Cece—. Salud —le levantó su copa con una sonrisa maliciosa.

•••

Chuck caminó por el pasillo del apartamento, buscando a su mejor amiga en las habitaciones desoladas. Y no tardó tanto en encontrarla. Desde la puerta de su viejo dormitorio observó a Ashley cabizbaja, sentada sobre la cama, jugando con las mangas de su vestido. Su cuerpo podía estar ahí, pero Chuck no tenía que mirar mucho para saber que su cabeza estaba flotando.

— Aquí estás —pronunció, logrando que su barbilla se levantara para darle un vistazo. Fue fugaz, sus ojos no enseñaban más que tristeza—. Creo que no soy la persona que esperabas —caminó hacia su dirección.

— No esperaba a nadie, honestamente.

— ¿Qué ocurre? —se sentó a su lado.

Ella soltó un gran suspiro, negando con la cabeza. Realmente no tenía ganas de hablar al respecto, pero también sentía un nudo atascado en la garganta que no parecía querer irse. Luchaba entre la dualidad de mostrarse vulnerable o actuar como si nada sucediera, pero la última opción era más compleja minuto tras minuto.

— Solo... estoy harta de sentirme así.

— ¿Cómo?

Insuficiente... Segunda opción.

No era necesario aclarar sobre quién, o quienes, hablaba. Chuck sabía mejor.

— No eres su segunda opción, Ash —negó seguro—. Ambos lo conocemos bien, nunca lo vimos enamorado de esta manera.

— Eso no significa nada —sus hombros cayeron—. No cambia que siempre ponga a otra persona primero.

— Tienes que hablarlo, él tiene que saber cómo te sientes al respecto.

— ¿Tiene sentido seguir intentado? —sus ojos cristalizados acompañaron su pregunta.

Ashley no entendía en qué momento se había vuelto de esa forma, casi necesitada. Nunca sufrió por soledad, nunca dependió de otra persona para sentirse segura. Al contrario, disfrutaba estar en soledad y encontrarse a sí misma. Pero eso sucedía porque conocía solo un tipo de soledad: la soledad que se elige, en la cual se prioriza los deseos propios. La soledad que puede terminar fácilmente saliendo de casa y encontrándose con amigos, conociendo gente en un bar, o personas que intercambian opiniones en una tienda ropa.

¿Pero qué ocurre cuando la soledad es emocional? ¿Cuando estás rodeado de personas y aún así sientes un vacio en el pecho que es imposible llenar? ¿Cuándo todo el mundo comparte palabras en voz alta y lo único que escuchas son murmullo sin sentido? ¿Cuándo estas en una relación en la que, a pesar de ser tu máxima prioridad, es asentada por el otro?

Eso es lo que Ashley sentía. Amaba a Nate, probablemente como jamás amó a nadie, pero no sentía que hubiera un equilibrio entre ambos. Por lo menos no ahora. Y quizás es por su pasado, por lo que sucedió la primera vez que susurraron dulces promesas que luego fueron altamente destruidas. No lo sabe exactamente. Pero sí es consciente de la soledad que punzaba en su corazón. El agua que bebía, incluso el aire que respiraba, venían cargados de largas agujas de punta afilada. Las esquinas de las páginas del libro que leía amenazaban con lastimarla. Y a las cuatro de la madrugada, cuando todo estaba en silencio, podía oír cómo crecían las raíces de su soledad...

Tal vez es la idealización la culpable de sentirse tan necesitado con la persona que menos te necesita.

— Para mí siempre vas a ser más que suficiente —Chuck declaró, rodeándola cálidamente con un brazo.

Ashley sonrió. Al menos alguien era capaz de hacer lo que dice sentir.

— Clay —se escuchó una tercera voz. Ambos movieron la cabeza hacia donde había venido el sonido—. ¿Podemos hablar? —preguntó Nate, parado en la puerta.

Chuck miró a Ashley, cuestionando sobre lo que debía hacer. Ella le dio un suave asentimiento como respuesta, así que se levantó de cama para salir del cuarto, no sin antes darle una última mirada seria a Nate. Una advertencia silenciosa, parecida a la que le dijo ayer por teléfono y no había seguido.

Una vez que Chuck desapareció por la puerta, Ashley no esperó el próximo movimiento de Nate, sino que se levantó de la cama con elegancia. No quería sentirse inferior en la discusión. Y menos esperaba que Nate se sentara a su lado y tratara de convencerla con su presencia poderosa como hacía cada vez que lo tenía cerca. Así que mantuvo una distancia segura mientras se paraba allí, con los brazos cruzados.

— ¿Por qué hiciste eso? —preguntó, sin debilidad en su voz.

— Quería ayudar a Tripp —respondió con simpleza.

— ¿Seguro?

— Es mi primo.

— Y por eso pregunto. Cuando él se metió con nosotros te enojaste, y ahora haces lo mismo con su relación —señaló escéptica—. No creo que con motivos nobles tampoco.

— ¿Qué insinúas? —frunció el ceño, honestamente confundido.

Ashley suspiró, exhausta por lo largo que parecía ser el día. Si solo él pudiera darle las respuestas que quiere escuchar... Pero no. Todo no sale como esperamos generalmente.

— Nate, te conozco... y lo que hiciste fue por Serena —dijo, a pesar del dolor punzante en su pecho—. Solo quiero saber por qué.

Ahora fue el turno de Nate para suspirar, dejando caer su cabeza.

— Sólo quería prevenir un desastre mayor, o que algo le pasara.

— ¿Y por qué tú tienes que encargarte de eso? Ella ya es grande, puede decidir qué hacer, nadie tiene que prevenir las consecuencias de sus decisiones. Menos sobre la persona con la que elije relacionarse. tienes tu propia relación.

No quería sonar histérica, pero la impaciencia ya era más grande que su fuerza para mantenerse callada.

De todos modos, Nate pareció entender. En una grata sorpresa. O al menos ese mensaje se enviaba mediante sus rasgos caídos.

— Tienes razón, lo siento —asintió lentamente—. Quería ayudar... pero sé que tengo que priorizarnos a nosotros.

Ashley dejó caer sus brazos, aliviada. No tenía ganas de seguir discutiendo sobre el mismo tema, era agotador. Quizás por eso desistió rápidamente. O tal vez es el miedo de escuchar lo que no quiere lo que la impulsa a conformarse con vagas promesas.

— Bien —carraspeó—. Qué bueno que te des cuenta, porque no sé cuánto tiempo más podré aguantar esto...

— ¿De qué hablas? —cuestionó con preocupación.

Antes de que Ashley explicara sus dichos, la puerta de la habitación se volvió a abrir, pero esta vez para dejar pasar a un Tripp enojado.

— No puedo creer lo que hiciste —se dirigió directamente a su primo.

— Tuviste una opción, y parece que la tomaste —contestó Nate.

— ¿Qué estás diciendo? Gracias a ti, Maureen puede causar un gran escándalo, y perderé todo —comentó irritado.

— No, perderás tu carrera, Tripp... ya perdiste a Serena. El que lo veas hasta ahora, me dice que hice lo correcto —se cruzó de brazos.

— Bien —asintió, sonriendo con ironía—. Sabes, ten mucho cuidado —Tripp se dirigió a Ashley, quien se mantuvo estática—. Después no digas que no te avisé —finalizó, antes de darse la vuelta para marcharse.

La pareja se miró luego de que Tripp saliera de la habitación, puro desconcierto proyectándose en sus ojos.

— ¿Qué fue esa amenaza? —preguntó Ashley.

Le molestaba ser utilizada en la estúpida pelea familiar que Nate y Tripp disputaban hace semanas, pero esa advertencia había llamado tu atención. Había decidido creer en las palabras de su novio, otra vez, darle otra oportunidad para demostrarle que su relación era igual de significante para ambos... No quería dudar, pero la realización de que alguien más notaba lo mismo, solo la ponía paranoica.

— Mejor vámonos de aquí —dijo Nate, tomándole la mano.

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Otro Día de Acción de Gracias que vino y se fue. ¿Y por qué estoy más agradecida?
La verdad.

A veces es la verdad que has tratado de no enfrentar, o la verdad que cambiará tu vida. A veces es la verdad que esperabas hace mucho, o la verdad que esperabas que jamás se supiera. Algunas verdades tal vez no sean oídas como esperábamos, pero perduran mucho después de que se dijeron.

¿Pero la clase de verdad que yo más agradezco? Es la que nunca ves venir y que cae sobre tu regazo.

XOXO, Gossip Girl.
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