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¿Han estado tan ocupados que ya olvidaron qué época del año es? Déjenme darles una pista: alta costura, cuadrillas y competencia despiadada. Así es. Es época de Cotillón.
Igual que en la mafia, las secundarias de Nueva York tienen cinco familias. Tú puedes ser la John Gotti de Constance, pequeña J, pero eso no significa que llegarás a ser parte de esta Cosa Nostra.
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— Gracias. Que tenga un buen día —le sonreí al cartero, recibiendo el mismo gesto, después de firmar por la entrega.
Respiré profundo mientras cerraba la puerta y dejaba mi pluma en el recibidor. Era de mañana y Finn me había llamado por el teléfono de servicio para contarme que había correspondencia, y viendo el delicado paquete, sé exactamente de qué se trata. Caminé descalza por el pasillo mientras abría el sobre, entrando a mi habitación y dirigiéndome a la cama.
— Mi invitación al cotillón llegó —conté, mostrándole a Nate las dos invitaciones con letras doradas para mañana.
Estaba sentado en la cama, bebiendo un café mientras leía una revista. Era domestico y divertido de ver.
— ¿Desde cuándo eres aficionada del cotillón? —dejó la revista en la mesita de su lado, mirándome por encima de la taza.
— Desde nunca, pero mi mamá y Lily son las encargadas del comité de baile, así que esperan que vaya... Y huir de ellas es como tratar de escapar de la arena movediza —alcé una ceja, haciéndolo reír.
— Puedo ir contigo, será más divertido.
— Uh huh, ni lo sueñes —le di un mordisco a un bagel—. Mi pareja no será alguien que golpea personas en la mitad de un baile.
— Es una lástima, porque me encantaría ir con la mujer más hermosa y talentosa de Nueva York —me hizo sonreír—. Leí tu nota en W Magazine y te llamaron "La sensación de la moda contemporánea". Esa es mi chica —se inclinó para darme un pequeño beso.
— Y como tu chica, te recuerdo que debes portarte bien este fin de semana —advertí alzando las cejas—. Chuck puede ser muy persuasivo.
— No haré nada fuera de lugar, te lo prometo.
Nate se mudará al penthouse del Empire con Chuck, y organizaron una especie de Fin de Semana Perdido, como los que hacían en la secundaria pero solo ellos dos. O eso espero, por su bienestar. No me gusta ser una novia molesta que cree tener derecho a prohibir las actividades o los entretenimientos de su novio, solo pido respeto.
— Bien —golpeé su hombro—. Espero que te diviertas mucho.
— Gracias. ¿Qué harás tú? —le dio un sorbo a su café.
— Blair me escribió hace unos minutos, quiere que nos veamos en la casa de Serena esta noche —suspiré, recibiendo una mirada interrogante de su parte—. Tal vez ya arreglaron sus problemas y quiere que yo haga lo mismo... ¿Te molesta?
Nate y Serena todavía siguen con esa pelea estúpida de hace meses, ya es frustrante verlos interactuar cada vez que nos cruzamos. Sé que ambos metieron la pata, por lo que los dos tienen un cierto porcentaje de misma culpa y razón, así que deberían pedirse disculpas el uno al otro y terminar con la Guerra Fría de una vez por todas.
— Clay, puedes hacer lo que quieras —se encogió de hombros—. Es tu decisión.
Eso realmente me quitó un peso de encima. Sé que Nate nunca me diría con quien debo o no juntarme, como una niña de primaria, pero su opinión me importa de todos modos. Además es un avance.
— De acuerdo —sonreí, comiendo una mora antes de pararme—. Voy a arreglarme, tengo una sesión de fotos en una hora.
Intenté alejarme, pero su brazo me detuvo antes que pudiera moverme.
— Primero lo primero —se acomodó en la cama, golpeando sus labios con el dedo índice.
Resoplé con un fingido cansancio, antes de inclinarme para darle un beso.
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En el complicado mundo de los bailes de debutantes, uno debe elegir sabiamente a su pareja. Nunca se sabe cuándo una mano en la cadera puede conducir a un cuchillo en la espalda.
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Esa noche llegué a la residencia van der Woodsen esperando una modesta cena de disculpas, pero en su lugar encontré una reunión con muchísimas personas. Mi expresión de confusión era gigante mientras caminaba. Fue ahí cuando noté a mi madre conversando con unas chicas.
— ¿Mamá, qué está pasando?
— Cariño —me abrazó sonriendo—. ¿Qué haces aquí?
— Vino por mí —apareció Blair—. Si nos disculpas, Laura —me tomó del brazo.
Mi mamá asintió, así que comenzamos a caminar. Me dejé guiar mientras registraba la sala. No fue realmente difícil conectar los puntos. La fecha, los adultos y los jóvenes compartiendo charlas...
— Cambia esa cara, te van a quedar líneas de expresión —murmuró Blair.
— ¿Esto es por el cotillón, no? —me detuve, instándola a hacer lo mismo, cruzándome de brazos—. ¿Para qué me hiciste venir?
— Me ofrecí de mentora. Por una estúpida paradoja del destino, me asignaron a Jenny Humphrey —frunció la nariz con disgusto.
— ¿Y cómo entro yo? —entrecerré los ojos.
— Quería distraerte. Tu novio se muda con el mío y hacen una fiesta, nosotras debemos quedarnos en casa... ¿No te preocupa?
— Confió en Nate, sé que no hará nada. O que al menos sería capaz de admitirlo si así fuera. Ahora, no confiaría demasiado si mi pareja fuera Chuck —reí brevemente.
— Cómo sea —viró los ojos—. ¿Puedes creer que Serena estuvo aquí y no se disculpó conmigo? Además, me enteré que ahora trabaja con Tripp.
— ¿Vanderbilt? —fruncí el ceño, ella lo confirmó con la cabeza—. Eso sí que es una paradoja del destino. Después de enojarse con Nate y conmigo por tratar de ayudarlo en su campaña y arruinar nuestros planes...
— Así es Serena, ¿qué se puede esperar?
Bueno, tiene un argumento válido, ¿pero qué tan hipócrita se puede ser? Dificultó la campaña, casi hunde a la dinastía Vanderbilt por... Carter Baizen. Y lo peor de todo es que él decidió quedarse trabajando para pagar su deuda. Todo eso, más el enojo jurado que tiene con Nate y, en consecuencia, conmigo; para luego comenzar a trabajar para Tripp.
— ¿Le enviaste un mensaje de texto a Graham Collins para decirle que no quería que fuera mi escolta? —se escuchó la furiosa voz de Jenny.
Blair suspiró, antes de comenzar a caminar hacia allí. La seguí porque en verdad no tengo nada más para hacer.
— Sabía que si tenías la oportunidad, tomarías la decisión equivocada —respondió Eric, intentando calmar su enojo.
— No era tu decisión.
— No puedo creer esto —dijo el novio de Eric, antes de darse la vuelta para alejarse.
— Jonathan...
De acuerdo, ¿qué está pasando ahora?
— A ver, aprendiz y el hermanastro de la aprendiz/novio del acompañante, ¿quieren dejar de avergonzarme? —Blair se puso en el medio—. Hay personas mirando —murmuró apretando los dientes.
— Eric trató de sabotearme, rechazando la invitación de Graham —Jenny explicó.
— Trataba de salvarte —se defendió, desistiendo en ir tras Jonathan—. No sé por qué todos aman tanto a Graham, fui al campamento con él y es un patán.
— ¿Qué, conocías a Graham? —preguntó incrédula.
— ¿Quién rayos es Graham? —pregunté confundida.
Me cuesta seguir el hilo de la conversación sin conocer a los personajes. Una foto también ayudaría, me gusta ponerle rostro a los nombres.
— Yo tenía un plan desde el principio, así que me apegaré a él —Jenny anunció—. Iré al cotillón con Graham Collins.
— Y yo lo apruebo —contestó Blair—. Lo siento, Eric —lo miró sonriendo—. Ahora, ¿qué debemos hacer? —se frotó las manos.
— Sí, ya que estoy aquí, al menos ayudaré con algo, ¿no? —alcé los hombros, rindiéndome ante el cotillón.
— En realidad, chicas, como soy la reina de Constance y Graham quiere ser mi escolta... no las necesito.
Abrí los ojos. Las expresiones de todos en la sala se transformaron, al igual que la mía, asombrándose ante su discurso.
— Jenny, no te equivoques —sonreí con tranquilidad—. Tienes suerte de tenernos.
— Sí, no exijas tanto —agregó Blair.
— Su era ya pasó —ladeó la cabeza, como si fuéramos dos perritos abandonados que buscan compasión—. Ya no importan.
Oh, así que eso quiere, muy bien... La vimos voltear, enfrentando a una chica bajita que la había acompañado en todo momento.
— ¿Entonces debo llamar a Graham?
— Ahora que sé que quiere ir conmigo, lo llamaré yo misma —negó con la cabeza.
Comenzó a caminar con sus súbditas, no sin antes chocarle el hombro a la chica desconocida. Blair y yo nos miramos brevemente, sin poder creerlo.
— Detestable —bufé, siguiendo el recorrido de Jenny.
— No puede ganar esto —dijo Eric, igual de enojado.
— No ganará —afirmó Blair con seriedad.
Generalmente no soy del tipo vengativa, ya que mi ego está demasiado alto como para que alguien pueda alcanzarlo y jugar con él, pero el comportamiento de Jenny me molestó demasiado como para dejarlo pasar sin represalias. Y tramar un contraataque con Blair despierta una serotonina en mí que de vez en cuando me gusta experimentar... No puedes burlarte de nuestro poder frente a una importante porción del Upper East Side y salirte con la tuya como si nada.
Hay límites que remarcar.
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Oh oh, pequeña J. Creo que has pisado a Eric demasiadas veces. Ahora encontró otras parejas. ¿Quién sabe qué podría pasar cuando estos tres empiecen a bailar?
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Ya era otro día, o sea, día de cotillón. Para empezar, esa mañana Blair me pidió que nos encontráramos en el Empire, ya que debía buscar unas cosas. Accedí porque quería saber cómo se encontraba Nate, ya que no hablamos mucho desde que partirnos caminos opuestos ayer por la mañana.
Cuando entramos al penthouse, todo era un completo desastre. Había botellas vacías por toda la mesa, comida en el suelo... Luego estaba Chuck, sentado tranquilamente con su bata, bebiendo café en una taza diminuta.
— Veo que la mudanza salió bien —fruncí los labios, dedicándome a observar los detalles
— Ashley, Blair, disculpen el desorden —dejó la taza en una mesita—. ¿Qué tal el encuentro de ayer? ¿Se amigaron con Serena?
— No exactamente —Blair sonrió—. A y yo terminamos encontrando una nueva tarea para ayudar a esas torpes debutantes.
Blair está por colapsar. Puedo saberlo simplemente mirando su actitud tranquila, muy exagerada. Intenta encontrar la paz, pero está a punto de perder los estribos. Su forzada paz solo la conduce a un ataque psicótico que debo detener. Pero primero...
— ¿Dónde está mi novio? —le pregunté a Chuck.
— En su habitación, tratando de recuperar energías —sonrió con malicia
Me dirigí hacia allí. Desde la puerta se nota su cansancio, ya que prácticamente está desmayado en la cama, boca abajo. Me acerqué sigilosamente para no despertarlo, pero sintió mi peso cuando me senté a su lado. Sus ojos se abrieron levemente, a pesar del notorio esfuerzo que hace para no caer en un sueño profundo de nuevo.
— ¿Buena bienvenida? —murmuré, apartando los pequeños mechones de cabello que caen por su frente.
— Hey, qué lindo verte —pronunció con voz ronca, sentándose en la cama con toda la lentitud en el mundo.
Se inclinó para darme un beso una vez que logró mantenerse erguido, pero yo me aparté de sus labios inmediatamente, mirándolo con el rostro contorsionado.
— Hueles y sabes a licorería.
— Lo sé, se me parte la cabeza —suspiró, tomándose la frente—. Oh... ¿Qué haces por aquí?
— Vine para acompañar a Blair, tenemos un plan que poner en marcha.
— ¿Un plan? —me observó entre los huecos de sus dedos—. ¿En qué te metió?
— No quieres saber —suspiré, apartando las manos de su rostro para poder verlo—. Otra cosa, ayer puse la invitación del cotillón en tu saco. Si recuperas fuerzas y quieres ir, nos vemos ahí —le acaricié las facciones—. Toma algo para el dolor de casa, y bebe agua —le di un beso en la mejilla—. Mejor me voy para que descanses —me levanté.
— Maravilloso —se acomodó en la cama sin mucho esfuerzo—. Nos vemos luego... Te amo —murmuró, al borde de perderse en un sueño otra vez.
— Igual yo —negué con la cabeza riendo.
•••
Resulta que Blair quería humillar a Jenny para lograr que Kira, la chica de ayer, fuera la nueva reina. El plan era un poco rebuscado, pero la actitud de la rubia me había molestado, así que íbamos a hacerlo funcionar. ¿Es infantil? Sí.
Ahora estábamos ultimando detalles.
— No lo entiendo —dijo Kira, luego de que lavaran el cabello—. ¿Cómo pueden hacerme reina?
— Es simple, para ser reina tienes que derrocar a la reina actual —obvié.
— Pero quiero ser amiga de Jenny...
— Kira, te contaré una historia —dijo Blair, antes de darle una sonrisa a la estilista para que salga—. Nosotras teníamos una amiga como Jenny. Era hermosa, fabulosa y nos dejaba hacer todos los sacrificios por ella. ¿Qué recibimos a cambio por esa inversión? Nada —contó seria—. Las chicas como ella son manipuladoras. ¡Serena nunca te va a querer como tú la quieres!
Ok, alguien se fue un poco de tema.
— Más bien... Jenny —Kira corrigió, haciéndome reír por lo bajo.
— Detalles —negó—. Ahora, ¿estás lista para ser reina? ¿O nos buscamos a otro sapo? —se cruzó de brazos.
Kira asintió con determinación, sonreímos.
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Oímos que Jenny Humphrey consiguió a Graham Collins como su escolta. Pónganle brillo a los labios, chicas. Parece que besarán el anillo de J al final de la noche.
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*Omnisciente*
Blair miraba orgullosa a Kira bajar por las escaleras. Después de horas de preparación, había quedado perfecta.
— Hasta yo tengo que admitirlo, esta es mi transformación del cisne —sonrió encantada.
— No quiero quitarle nada a tu momento, pero no creo que alguien vaya a creer que soy mejor que Jenny —alisó su vestido con recelo.
— Oh, lo creerán cuando vean quién es tu escolta —se dio la vuelta, empezando a caminar hacia la entrada.
— Pero voy a ir con Eric —frunció el ceño—. Él es muy lindo y todo, pero...
— Eric ya no será tu escolta —la interrumpió.
— ¿Entonces quién?
Blair se detuvo justo cuando las puertas del elevador se abrieron. Ashley no tardó en salir de allí, pero no estaba sola, sino que era acompañada por Eric y un apuesto chico. EL chico del que tanto hablaban en esos días. Y ahora podía entender porqué.
— Kira, ¿ya conoces a Graham Collins, verdad? —preguntó Ash sonriendo.
— ¿Graham? —cuestionó sorprendida.
Él sonrió con suficiencia. Ashley, Blair y Eric se miraron con una mueca satisfecha.
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Haz girar a tu pareja una y otra vez. Parece que la pequeña J se está hundiendo.
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Nate entró al salón donde se realizaba el cotillón, caminando con toda la elegancia del mundo. Su resaca había desaparecido después de seguir las órdenes de Ashley, así que su rostro estaba deslumbrante como siempre. El costoso traje abrazaba su figura de la mejor forma, lo que provocó que recibiera muchas miradas coquetas. Él simplemente sonrió con amabilidad.
Jenny, que había terminado de hablar con su padre, caminaba cuando la detuvo.
— Hola, Jenny. ¿Has visto a Blair?
— No, aún no. Por fortuna —sonrió—. Busco a mi escolta, Graham Collins. Este año él es algo así como... tú —ladeó la cabeza, haciéndolo reír.
— Tomaré eso como un cumplido... Diviértete esta noche.
— Gracias. Pienso hacerlo —dio la vuelta.
Nate siguió con su búsqueda, ya que era necesario para el plan que Chuck había estado ideando. Finalmente encontró a Blair, estaba junto a Kira practicando los pasos básicos de baile en un rincón. Ella notó su presencia y se alejó de la debutante.
— Mira quién es, el chico del Fin de Semana Perdido —sonrió irónica.
— Chuck me envió a buscarte. Tiene una sorpresa en el salón privado —le entregó una nota—. Dice "Por favor" —mostró una llave.
— Bien —la tomó.
— ¿Sabes dónde está Ashley? Di dos vueltas y no la encontré.
— La última vez la vi en la barra.
*Ashley*
Eric y yo estábamos conversando acerca de Friends, sin prestarle mucha atención al evento. Lo interesante no había comenzado aun, así que nos dedicamos a beber algo mientras esperábamos. Hasta que nuestra charla fue interrumpida por Blair, quien se acercó a nosotros con una llave en la mano.
— ¿Para qué es eso? —fruncí el ceño—. ¿Quieres encerrar a Jenny para estar más segura? —pregunté graciosa.
— Podría ser, pero no. Chuck me está esperando... Pero antes, quiero verificar que todo esté bajo control —elevó una ceja.
— En camino al éxito —sonreí confiada.
— Bien... Una cosa más, nunca me dijeron cómo lograron que Graham deje a Jenny por Kira —entrecerró los ojos con curiosidad.
— Yo proporcioné el contacto —contestó Eric.
— Y yo le prometí una cita —continué, bebiendo de mi champan—. Claramente sabemos cómo va a terminar cuando se enteré quién es mi novio, pero fue divertido el entusiasmo —curvé mis labios.
Definitivamente hubiera salido con Graham si hubiéramos tenido la misma edad hace dos años, es atractivo y "mi tipo", pero ahora es prácticamente imposible. Además de que no estoy soltera, me siento como una anciana en un jardín de niños aquí. Es increíble la diferencia de etapas.
— Clayton, cuando quieres eres la mejor intrigando —sonrió orgullosa—. Y sobre tu novio, te estaba buscando.
— ¿Nate está aquí? —asintió.
•••
Llegó lo importante del cotillón: las presentaciones. Una multitud se juntó adelante del escenario mientras veían a las parejas descender por las escaleras.
— La señorita Jennifer Tallulah Humphrey, escoltada por el señor Graham Collins.
Ella se puso al frente, esperando que su pareja hiciera lo mismo, pero antes de que siguiera el discurso, le entregaron otra tarjeta a la señora que presentaba. Los aplausos pararon automáticamente. Podía ver la expresión confundida de Jenny.
— Mis disculpas... La señorita Kira Abernatty, escoltada por el señor Graham Collins.
Los aplausos nuevamente aparecieron, al igual que los murmullos. Kira subió al escenario para entrelazar su brazo con el de Graham. Mientras tanto, Jenny quedó inmovilizada en un rincón del escenario. Se notaba la humillación en su rostro.
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Jenny Humphrey fue al baile, Jenny Humphrey tuvo una gran caída. Y ninguna de sus súbditas, mentoras o amigas, quieren ayudarla a levantarse.
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Durante las presentaciones vi a Nate hablando con unas personas. Me sorprendí de que haya venido, porque creí que aun seguía muerto en su cama. Pero cuando quise acercarme ya no estaba, así que seguí acompañando a Eric mientras esperaba encontrarlo de nuevo.
— ¿Han visto a Blair? —se acercó Jenny. La desesperación era obvia—. Sé que ella hizo esto por lo que les dije el otro día.
— ¿Y si es mejor? —preguntó Eric—. ¿No has pensado que ser reina no vale la pena?
— Realmente no lo entiendes —negó con la cabeza—. Yo iba a bajar esa escalera y ya no tendría que demostrar nada.
— Ya deja eso, Jenny —suspiré—. Se acabó.
— Es lo que Blair cree —alzó las cejas.
Se marchó, haciéndome virar los ojos. Admito que esto ya no me está divirtiendo tanto como al principio. Me di cuenta que de verdad no va a cambiar, ya no es la misma dulce chica incrédula de Brooklyn con sueños y esperanzas. Esta versión de ella ya no es una versión. Y es agotador intentar cambiarla, tampoco me interesa sinceramente.
— Me harté de esta conspiración —alcé mis manos—. Tengo cosas más importantes que hacer.
— No eres tan cruel como Blair —rió Eric, yo asentí—. ¿Bailamos? —me dio la mano.
Bitch de Plastiscines era tocada en vivo por ellas mismas, así que nos mezclamos con la multitud al ritmo de los fuertes acordes de la escandalosa canción. Creo que me estoy divirtiendo más en este cotillón que en el mío.
— ¿Me pueden permitir su atención, por favor? —habló nuevamente la señora por el micrófono, interrumpiendo la música. Eric y yo buscamos aire mientras nos acercábamos al escenario, luego de estar bailando como desquiciados por minutos—. Debido a circunstancias atenuantes, tenemos que presentar a una última debutante. La señorita Jennifer Tallulah Humphrey...
— ¿Va a bajar sola? Creo que jamás ha sucedido eso —susurré sorprendida, Eric movió los labios en un "No lo sé".
— ...Escoltada por el señor Nathaniel Archibald.
Las personas comenzaron a murmurar, pero con aprobación. Blair justo apareció del brazo con Serena en un rincón, demostrando que ya habían arreglado sus problemas, justo a tiempo para ver cómo había sido derrotada. Yo quedé estática mientras veía a Nate caminar por el escenario hasta llegar a Jenny, entrelazando su brazo con una sonrisa.
— ¿Un universitario? —musitó una de las súbditas.
— Nate Archibald es... épico —dijo otra, elevando su teléfono para tomar fotos.
Debes estar bromeando.
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Oh, A. Trataste de divertirte en este baile, pero debes saber que nadie puede arrinconar a Jenny. Y ahora, ella tiene el momento de su vida... junto a tu pareja.
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Estaba por beber un sorbo de champán cuando me tomaron de la cintura y me giraron, haciendo que casi se escapé el liquido de la copa y cause un desastre. Iba a comenzar un escándalo hasta que vi quien era el responsable, haciéndome suspirar mientras lo enfrentaba de mala gana.
— ¿Dónde estabas? —Nate descansó las manos en mis caderas—. Estuve buscándote todo la noche. Vine para estar contigo.
— Qué coincidencia, también te busqué. La diferencia es que te encontré... arriba del escenario —sonreí falsamente
— Solo quería ayudarla, me dio pena —se excusó.
— San Nate —ironicé—. ¿No deberías estar bailando con tu debutante ahora?
— ¿Estás celosa? —entrecerró los ojos, haciéndome negar repetidamente—. Sabes, me hubiera encantado escoltarte en tu cotillón.
— Mm, no lo creo, cuando bailabas conmigo sucedió lo de Carter.
— Y fui un tonto por desaprovechar mi oportunidad, pero puedo hacerlo ahora...
Miró hacia abajo, moviendo los ojos en dirección a mis brazos cruzados. Iba a desafiarlo con la mirada, pero simplemente suspiré para luego colocar mis brazos en sus hombros, rodeando su cuello. Estaba cansada de pelear. Así que dejé que nuestros cuerpos se unieran para balancearse con la lenta música.
— Estás hermosa —murmuró, haciéndome esbozar una leve sonrisa.
Se siente tan bien estar cerca de él, de una manera tan genuina que no puedo explicarlo. Es como si la gravedad empujara su cuerpo contra el mío porque es donde pertenece, meciéndose rítmicamente mientras nuestras respiraciones se encuentran como los instrumentos de una canción compuesta para funcionar de la forma más exitosa. No hay nada en el mundo que pueda igualarlo.
— Ojalá estar siempre así —susurré, descansado mi cabeza en su pecho—. Los dos.
Y esa era pura honestidad saliendo de mis labios. Aunque se apaguen las luces, se incendie la habitación, el agua se precipite... sé que jamás dejaría de sostenerlo, porque hay una fuerza superior que mi impulsa a querer tenerlo conmigo. Física, mental y espiritualmente. Por más cursi que sea.
— Nunca sentí esto por alguien —confesó.
Moví la cabeza de su pecho, alzándola para poder verlo a los ojos, encontrándome con nada más que honestidad. Así que sonreí, antes de acercarme más para unir nuestros labios en un beso. Y no son necesarias mis palabras confirmando que me ocurre lo mismo, porque un simple toque de él hace que el mundo desaparezca. ¿Cómo podría sentir esto por alguien más?
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Algunas personas creen que cuando la fiesta termina, la noche termina. Pero he descubierto que cuando la música para y las luces se apagan, los problemas empiezan.
Más vale que hagan su siesta de belleza ahora, porque parece que las cosas podrían ponerse feas en la mañana.
XOXO, Gossip Girl.
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