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En Manhattan algunas fiestas solo son VIP, otras son estrictamente privadas. Pero algunas fiestas son políticas, y a esas solo asisten lo más establecidos del sistema. Y cuando esos límites están marcados, nadie puede cruzarlos.
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Las elecciones del congreso llegaron, así que el complejo Vanderbilt estaba en marcha y a toda velocidad. Y mientras se decidía el nuevo representante, se realizaría una fiesta en el Empire.
Pero antes había mucho para hacer. Esa mañana llegamos temprano al hotel después de votar, ya que Chuck nos quería hacer un tour por su nuevo hogar.
— Bienvenidos a mi nueva suite. Patentamos sistema de medios, juegos interactivos 3D, acceso instantáneo a la biblioteca más grande del mundo, comida del hotel, servicios de spa... Solo toca un botón. Y la parte favorita de Blair, imágenes de vigilancia en tiempo real —señaló una pantalla—. Es traviesa —sonrió.
— Maravilloso —dije boquiabierta, mirando la sala del techo al suelo.
— Sí, ciertamente un avance a los dormitorios de Columbia —Nate le palmeó el pecho.
— Así son los nuevos penthouse, Nathaniel. Hay dos habitaciones, tengan libertad a quedarse cuando quieran.
Tripp, Maureen y el resto del equipo llegó a la suite. Además de Vanessa, que con permiso de Nate estaba grabando un documental de la campaña. No entiendo qué encuentra interesante, pero bueno, supongo que le sirve.
— Charles —William se hizo presente, extendiéndole la mano—. Esta vez te superaste.
— Es un placer, señor. Qué mejor manera de estrenar el salón de baile que con la fiesta de victoria Vanderbilt.
Nate se acercó, siendo capturado rápidamente por su abuelo. Viré los ojos mientras apoyaba mis codos en la mesa de pool, observando el intercambio con desinterés. ¿Es demasiado evidentemente que los Vanderbilt no son exactamente de mi agrado?
— Tu generosidad no será olvidada por mí o por mi familia —continuó William, tomando del hombro a Nate—. Estamos emocionados con el evento de hoy.
— Gracias otra vez, Chuck —le agradeció Tripp—. Aunque esto no terminé en triunfo, al menos sé que será una gran fiesta.
— Querido... no hables así —Maureen le acarició el brazo.
— Las encuestas no son buenas —resopló frustado—. Estamos abajo donde deberíamos estar arriba, y donde estamos arriba, apenas aguantamos.
— Eso es lo que lo hace emocionante, ¿verdad? —rió nerviosa.
Por favor, cuanta falsedad junta en este espacio reducido. Viré los ojos nuevamente.
— Disculpen —dijo Chuck, alejándose del grupo. Pasó por mi lado con una mirada de advertencia, a lo que respondí con un "¿Qué?" silencioso mientras me encogía de hombros.
Genial, sí era evidente mi desagrado. Así que, con motivo de incluirme más al grupo y no parecer una infiltrada de la oposición, me acerqué a donde estaban conversando, pero deteniéndome en el sofá cuando escuché a William murmurándole a Nate.
— Tiene razón, Nathaniel. Las cosas no van como deberían. Las acciones sucias de los Buckley empiezan a funcionar. Y gracias a Serena no pudimos exponerlos.
— ¿No hay algo que podamos hacer?
— Es día de elección. En este punto... lo único que nos ayudaría es un milagro.
William movió la cabeza con recelo, provocando que yo corriera la mirada inmediatamente, pero no tan rápido como para que no me notara oyendo. Diablos.
— Ven conmigo —dijo regresando su mirada a Nate, antes de tomarle el brazo.
Los vi desaparecer despacio hacia la cocina. De acuerdo, entonces siguen las conversaciones de las que no puedo ser parte... Tampoco es como si me importara saber lo que ese anciano tiene para decir.
— Oye —Vanessa se acercó—. Todo este material de detrás de escena es fantástico. Me alegra que Nate me haya dejado filmar.
— Bueno, fantástico para ti —le ofrecí una sonrisa—. ¿Pero de verdad? Esto es lo más aburrido del mundo. No entiendo cómo sacas provecho de ver políticos desganados que se comprometen a hacer al Estado mejor, cuando no saben combinar una corbata sin la ayuda de su esposa.
— Ese es un discurso honestamente interesante —rió—. ¿Quieres aparecer?
— ¿En otro de tus documentales? Si mal no recuerdo, en el primero aparecí borracha y dentro de la piscina de la escuela clandestinamente —fruncí el ceño—. Creo que fue suficiente para el Óscar.
— Es tiempo de mostrar cómo te comportas sobria —levantó la cámara—. Sonríe.
•••
Después de un rato más en la suite nos dirigimos al embarcadero del Rio Hudson, ya que Tripp iba a dar un discurso de campaña. Mientras tanto, Nate trataba de convencerlo para aceptar ayuda de William. Yo solo caminaba de su brazo.
— Solo digo, si las encuestas de esta mañana te ponen cara a cara con Sullivan, entonces todavía hay tiempo. Así que ¿por qué no dejas que el abuelo te ayude?
— Nate, ya te lo dije y lo digo otra vez. Prefiero perder justamente a ganar con una campaña sucia —alzó los hombros.
— Sí, pero pedirle ayuda al abuelo no es necesariamente jugar sucio.
Bueno, yo no estoy muy de acuerdo con eso. Pero aquí estoy, jugando el papel de la novia buena que se apega a los intereses de su novio sabiendo que uno de ellos es su turbia familia... Dios, realmente es agotador actuar como que me preocupa toda esta gente, pero son importantes para Nate, así que al menos quiero acompañarlo un poco.
— Discúlpenme —dije, recibiendo un asentimiento de ambos.
Al borde del muelle Vanessa estaba entrevistando a personas, preguntándoles a quiénes habían votado y demás, así que me detuve a su lado para escuchar. Una vez que terminó con el hombre que estaba, apuntó la cámara a mi dirección.
— ¿Quieres que te entreviste también? Necesito variedad de opiniones.
— Mis opiniones acerca de los Vanderbilt no son aptas para todo público —reímos—. Además, no soy fanática del tema.
— ¡Alguien se ahoga! —se escuchó un grito desesperado—. ¡Llamen al 911!
El ruido de una persona luchando dentro del agua se hizo presente, así que todos corrimos hacia allí para ver qué ocurría. Pero fue Tripp quien se lanzó al agua para socorrerlo... Oportuno. Muy oportuno.
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Parece que las oraciones de Tripp han sido escuchadas con otro milagro en el Hudson. ¿Los Vanderbilt tienen buena suerte o buena sincronización?
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"Estás viendo Nueva York 1, noticias todo el día.
Esta mañana, el candidato al congreso, Tripp Vanderbilt, rescató a un hombre que se estaba ahogando en el Río Hudson. [...]"
La entrevista de Tripp con el tipo rescatado se reproducía en la televisión del Empire, donde todo el equipo de campaña se encontraba trabajando. Yo estaba sentada en el borde del sofá, comiéndome las uñas mientras observaba a Nate en el otro lado de la suite.
— Diez horas restantes para que se cierren las urnas —William caminó por la sala—. ¡Quiero energía, caballeros! ¿Cómo van los medios?
— Ya conseguí cobertura de las estaciones para los noticieros del mediodía —informó uno de los empleados.
—Es hora de llamar a Couric. Ella me debe un favor. Tal vez pueda incluir a Tripp en las noticias de la noche.
Me levanté del sofá, tomando aire, antes de acercarme a Nate. Necesito saber si mis sospechas son ciertas.
— Archi, ¿podemos hablar?
— Por supuesto, ¿qué pasa? —me tomó de la cintura.
Miré hacia los costados, tragando saliva. No quiero que nada oiga lo que tengo para decir, pero hay gente trabajando en cada esquina de la suite, así que tampoco tengo opción...
— Clay, ¿todo está bien? —Nate interrumpió mis pensamientos, apretando mi cuerpo suavemente para llamarme la atención.
Volví a enfocarme en sus ojos, inquieta.
— Por favor dime que no tuviste nada que ver con esto —me miró confundido—. Dime que el rescate solo fue un milagro y no tramaste nada con tu abuelo.
— Claro que no tuve nada que ver —frunció el ceño—. ¿Por qué piensas eso?
— No lo sé. Escuché lo que te dijo William temprano, y luego tu insistencia con Tripp... Supuse que quizas podría haber sido hecho adrede —suspiré—. Es raro cómo ocurrió.
— Seguro es una coincidencia —se encogió de hombros—. No tienes que pensar en eso.
— No quiero que te involucres más de lo necesario. No quiero que pase lo de la última vez y...
— Hey —me tomó de la barbilla—. No te preocupes. Te prometo que no voy a hacer nada, ¿sí? —asentí lentamente—. Entonces bien —me dio un pequeño beso—. Tengo que volver ahí —ladeó la cabeza—. Puedes irte si quieres y volver para la fiesta. Ya me acompañaste demasiado.
— De acuerdo. Nos vemos en unas horas.
— Te amo —murmuró, elevando mi barbilla con su pulgar.
Le sonreí, inclinándome para darle un suave beso antes de alejarme. Me dirigí al sofá para tomar mi bolso, tratando de no parecer tan escéptica. Y es que quiero creerle, en serio. Nate prometió no hacer nada y le creo. Sí.
— Zogby los pone cabeza a cabeza, Rasmussen lo pone arriba —avisó el encargado de medios, con entusiasmo.
— ¡Tripp, eso es fantástico! —Maureen chilló.
— Recuerden, hasta que cierren las urnas, cada vez que alguien mencione el nombre Tripp Vanderbilt, debe ir seguido de la palabra "héroe" —sonrió William.
Caminé hacia el elevador, finalmente libre de todo el caos. Voy a necesitar un masaje cuando llegue a mi casa para quitarme toda la tensión, no es broma...
Pero antes, mi teléfono sonó, así que lo saqué de mi bolso para ver de qué se trataba.
Mensaje de Vanessa:
¿Puedes venir a mi dormitorio de la NYU? Hay algo importante que tengo que mostrarte.
Fruncí el ceño. ¿Qué puede ser ahora?
Mensaje para Vanessa:
Nos vemos en unos minutos.
Supongo que mi masaje debe esperar.
•••
Una vez que llegué a los dormitorios de la NYU Vanessa me recibió sin comentar mucho acerca de para qué me necesita. Así que me senté en la cama mientras ella trabajaba en la computadora, esperando explicaciones.
— Mis imágenes aparecerán en los noticieros. Como soy la única que tiene la cobertura, William me dijo que creara algún interés.
— Felicitaciones. Si me llamaste para pedirme permiso por la grabación, considéralos otorgados —sonreí cortés—. Mi imagen no es muy privada, después de todo.
— En realidad, es para algo que sucedió mientras te filmaba —la miré más perdida que antes—. Necesitaba hablarlo con alguien y pensé que podrías ayudarme —se acercó con la computadora, apoyándola en la cama.
Me acomodé para ver mejor. Entonces ella inició el video que filmamos en el muelle e hizo zoom en el fondo.
— Mira ahí —señaló con el dedo.
Y lo hice, llevándome una gran sorpresa. Porque justo detrás de mí, se veía perfectamente como el hombre que Tripp había rescatado momentos después se tiraba al agua por su cuenta... Y eso no era lo peor, sino que mis sospechas eran ciertas.
— Oh, no puedo creer que Nate me haya mentido —musité estática.
— ¿De qué hablas? ¿Sabes algo?
— No está confirmado, pero los Vanderbilt podrían estar detrás de esto —suspiré, tomándome el puente de la nariz.
— ¿Dices que fue un intento desesperado para ganar? —cuestionó asombrada, haciéndome asentir—. Ahora no sé qué hacer.
— Mira, la última vez que me metí en estos juegos tuvo consecuencias. Pero sé que esto es importante para tu carrera... Así que te recomendaría que, antes de hacer cualquier cosa, hables con Nate. Quizás él te dé más respuestas.
Y realmente quiero que él no tenga nada que ver, que se sorprenda como nosotras. Pero a este punto creo que conozco a los Vanderbilt más de lo que me gustaría, y Nate lamentablemente en uno de ellos. Ya no sé de qué es capaz para ganar, se convierte en otro cuando se trata de su familia.
— Gracias, Ash.
Sonreí débilmente. Me sentía terrible diciéndole que prácticamente vaya contra ellos, pero tampoco voy a avalar un fraude, por más problemas que me cause.
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Esta elección puede estar muy competida, pero si se trata del honor de su familia, o el suyo propio, Nate Archibald sabe muy bien a quién llamar.
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*Omnisciente*
Vanessa había hablado con Nate esa tarde sobre la filmación, pero decidió vender las imágenes al NY1 de todos modos, ya que no quería encubrir un engaño político. Después de todo, se supone que Tripp es un funcionario público, y no es un juego de secundaria insignificante. Era importante que se supiera la verdad.
El problema fue que, cuando llegó al hotel, se enteró que no le vendió las imágenes a la cadena verdadera, sino que alguien se hizo pasar por la mujer encargada para obtener el contenido y evitar que saliera a la luz. Y automáticamente sabía de quién se trataba, así que no perdió tiempo enfrentándolo.
— ¿Por qué lo hiciste?
— Vanessa —Nate se paró de su asiento, caminando hacia un lugar más apartado de los demás—. ¿Hacer qué?
— Por favor, Nate —bufó—. Eras el único que sabía que iba a vender ese video. Además de Ashley, pero ella no haría eso.
— Espera —levantó las manos—. ¿Ashley sabía? —alzó las cejas.
— Eso no importa ahora. Fui contigo, como amigo.
— Oh, no seas tan moralista ahora —rió con ironía—. Solamente querías vender las imágenes para impulsar tu carrera.
— Eso no es cierto —contestó enojada.
— ¿Entonces dices que no te emocionaba ver tu nombre en cada televisor de Manhattan?
— ¿Sabes qué, Nate? Te haré saber cómo se siente en un minuto.
— ¿Eso qué significa? —cuestionó confundido.
— ¡Oigan, cállense un momento! —gritó uno de los empleados, llamando la atención.
NY1 estaba dando otro informe, así que subieron el volumen de la televisión
"Último momento:
Nos está llegando el reporte, con imágenes del rescate del Río Hudson que revelan que el acto heroico de Tripp podría no haber sido heroico. Después de inspeccionar las imágenes, parece que el hombre se lanzó deliberadamente al río.
Queda por ver quién es exactamente el responsable de este engaño. ¿Alguien en el campo Vanderbilt? ¿Quizás el propio candidato?"
Nate se lamentó, apretando la mandíbula y viendo a Vanessa, quien le devolvió la mueca furiosa y se marchó. Ahora sí estaban en grandes problemas.
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Las urnas están cerradas, y Gossip Girl declara sucia esta elección.
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*Ashley*
Ya era la hora de la fiesta, pero los encargados de la campaña seguían trabajando en el penthouse. Decidí subir para ver cómo se encontraba Nate, ya que había dejado de responder mis mensajes. Estaba molesta con él, pero era mi pareja después de todo.
Salí del elevador y, antes de que haga otro paso, una mano me agarró con firmeza del brazo, sobresaltándome y haciéndome soltar un grito ahogado. Recién pude calmar mi susto cuando vi que era Nate quien me arrastraba hacia la habitación de Chuck. ¿Qué hay con este tipo?
— ¡Por Dios! —agarré mi pecho—. ¡No puedes recibir gente así! ¿Quieres matarme?
— ¿Desde cuándo nos ocultamos cosas entre nosotros? —cuestionó, cruzándose de brazos e ignorando el hecho de que casi me causa un infarto.
— ¿De qué hablas? —pregunté confundida.
— Vanessa me dijo que sabías sobre las grabaciones —respondió, haciéndome suspirar—. Entonces es cierto. Bien, no sé si te enteraste, pero ahora la campaña de Tripp y su imagen pública está realmente jodida. Y sabías que podía pasar, así que, ¿por qué no me contaste algo tan importante cómo esto?
— Sí de ocultar cosas hablamos, yo podría preguntarte lo mismo. Me prometiste que no sabías nada al respecto —recordé enojada.
— ¡Y no lo hago! Yo no participé en ese arreglo —dijo serio. Yo alcé las cejas, mirando hacia la puerta sin creer una palabra—. ¿No confías en mí?
— No confió en tu abuelo —corregí, regresando mi mirada—. Ya sabemos lo que pasó hace menos de un año.
Sus facciones se suavizaron, dándose cuenta del verdadero asunto. Y sé que le eché sal a una herida que todavía no está curada, pero es que vengo soportando este circo todo el día y estoy cansada de decepciones.
— Creí que ya habíamos resuelto eso, no volvería a hacerlo de nuevo.
— Bueno, dices eso, pero demuestras otra cosa —contrarresté, sin duda en mi voz.
Abrió los labios, sorprendido. Y sé que no puede creer que diga esto ahora, pero nunca hablamos del tema y en estos momentos me siento como si estuviera viviéndolo todo de nuevo.
— Si no crees lo que digo, no sé que estamos haciendo —murmuró, provocando un silencio insostenible donde solamente nos miramos, como si estuviéramos cuestionando realmente lo que dijo. Y quizás es cierto—. Pero si hay algo en lo que podemos estar de acuerdo, es que tú haces las cosas distintas. Demuestras, pero no lo dices. Y a veces las palabras también importan, porque confirman que lo que hacemos vale lo suficiente como para gritarlo en voz alta.
Terminó de decir eso y, sin más, se marchó. Dejándome sola en la habitación, pero con la cabeza repleta de cuestionamientos propios que me empuja a descifrar.
Sé que me está recriminando que aún no le dije que lo amaba. Y yo traté de convencerme de que la razón por la que todavía no le había dicho las palabras, es porque mis acciones lo demostraban más que mis dichos, pero no puedo negar que es cierto que a veces se necesita escucharlo para sentirlo verdadero. Y el por qué de mi falta... es simplemente un reflejo del miedo que me produce decirlo otra vez y que termine valiendo nada.
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Blair y Serena en guerra otra vez.
Qué rico.
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Bajé al salón después de recuperar la compostura, lo que tardó unos minutos. Allí estaba lleno de gente, pero aun así me sentía ajena al lugar. Creo que no hay peor soledad que la emocional, en la que físicamente estás rodeado de personas pero te sientes desierto por dentro. Y eso provocó que recuerde un suceso similar, en el coctel de Maureen y Tripp, generándome escalofríos.
— Disculpen —se escuchó desde el micrófono, llamando la atención de todos. Yo me hice paso entre la multitud, interesada en lo que iba a decir—. Hola. Mi nombre es Nate Archibald. Soy primo de Tripp Vanderbilt. Sé que hay muchos rumores corriendo sobre lo que pasó esta mañana en el río Hudson. Y me entristece decir que el rumor de que es una farsa... es cierto —se escucharon murmullos decepcionados—. Sin embargo, Tripp no tenía conocimiento de lo que se planeaba. Mi primo no es solo la persona más ética, honesta y valiente que conozco, sino que sigue siendo un héroe. ¿Y cómo sé esto? —me miró directamente, antes de enfocarse en otra parte—. Porque fui yo quién lo planeó.
La sorpresa fue inmediata, podía leerse en la cara de todos, hasta de los propios Vanderbilt. Pero yo sé mejor... Y es por eso que tengo que hablar con Nate ahora mismo.
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¿Quién habría creído que la amistad de S y B tenía límite de tiempo? Lo siento, señoritas. Terminó la fiesta.
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Después del discurso, Nate bajó del escenario y desapareció, así que estuve buscándolo desde entonces. La fiesta no me encantaba antes y después de la revelación empeoró, así que no me estaba perdiendo de nada valioso. Lo único importante es que los resultados de las elecciones estaban por salir a la luz y todos estaban ansiosos.
"Estás viendo Nueva York 1, noticias toda la tarde.
Antes de regresar a la elección por la alcaldía de Nueva York, vamos a la elección del congreso, que no podría estar más cerrada. Hasta este momento, con el 85% de los votos contados, Mike Sullivan tiene 49,837 votos."
Fue en el bar donde finalmente lo encontré, apoyado contra la barra en total aislamiento mientras miraba la televisión. Pero, antes de que pudiera acercarme, Tripp lo hizo primero, sorprendiéndolo por la espalda.
— Hey —saludó, sin mucho ánimo—. ¿Qué estás haciendo aquí? Vuelve a tu fiesta.
— Esperaba que estuvieras aquí —explicó, parándose frente a él—. Quería agradecerte el sacrificio que hiciste hace un rato, por mí. Sé que no es para nada fácil adjudicarte la culpa de algo que no te pertenece.
— Fue un placer, porque yo creo en ti... Y parece que Nueva York también —agregó, señalando la televisión.
"Y aquí está. Estamos preparados para el resultado definitivo... William Vanderbilt III de 26 años, conocido cariñosamente como 'Tripp'. Así es. Con el 96% de los votos contados."
— Gané —dijo sorprendido.
— Sí, así es —Nate sonrió—. Solo hazme un favor.
— Lo que sea.
— Sé el mejor congresista que este distrito haya visto. Tengo plena fe en ti. Y después de todo, quiero decir, eres el único hombre honesto en nuestra familia.
Admito que me dolió que Nate creyera eso de él, porque es justo lo contrario a lo que creo, pero sí lo que piensa que yo creo.
Mientras ellos se abrazaban caminé a su dirección, sin querer interrumpirlos. No tardaron en notarme cuando se separaron, mirándome con recelo. Uno de los dos más que el otro.
— Felicitaciones, Tripp —sonreí, inclinándome para un abrazo—. Lo mereces.
— Muchas gracias —sonrió contento—. Voy a hablar con Maureen ahora —se alejo.
Lo vi hasta que desapareció, y no tuve más excusa para evitar a ese par de ojos azules que me observan expectantes. Así que me acerqué, jugando con mis manos.
— No sé por dónde empezar... Yo... lo siento mucho de verdad. Lamento tanto no haberte creído —negué con la cabeza, reprendiéndome a mi misma—. Saqué conclusiones y estuvo mal.
— Supongo que escuchaste lo que Tripp me dijo.
— Sí, pero su confirmación no era necesaria, porque sé bien el tipo de persona que eres, Archi —contesté honesta—. Y ahora que sé lo que pasó, o por lo menos la verdad de lo que hiciste, no podría estar más orgullosa. Siempre me gustó tu moral y lo distinto que eras a tu familia, por eso a veces me pongo muy insistente... Sé que ahora mismo soy enemiga del Estado —resoplé, sacando sorpresivamente una risa de él.
Esa reacción logró que me relajara, sintiendo verdadera tranquilidad cuando vi que en sus ojos no había furia o enojo hacia mí, sino credibilidad y... amor.
— Yo todo lo que quiero es ser el mejor para ti —comentó, poniendo sus manos en mi cintura y eliminando la distancia—. En serio.
— Lo sé —sonreí ligeramente—. Y debo reconocer que también tuviste razón en lo otro... Pero que estemos juntos ahora no significa que no tenga mis inseguridades sobre lo que pasó la última vez que estuvimos juntos. Y no dudo de nada de lo que siento por ti, como tampoco lo hacía antes, pero no puedo evitar estar asustada de abrirme y volver a ser lastimada.
Sé que me estoy mostrando vulnerable, pero tengo la necesidad de compartir lo que siento porque es algo que interpela nuestra relación. Y no sé si podemos continuar si no arreglamos lo que está roto hace tiempo, porque haber vuelto también se basa en reconocer y mejorar lo que nos separó en primer lugar. No podemos vivir de hechos pasados, pero tampoco podemos ignorarlos y borrarlos de nuestra historia. Son parte de ella, buenos como malos, y es importante registrarlos para no repetir patrones ni establecer malos hábitos. Porque el pasado nos marca, y justo ahora siento que las heridas antiguas me impiden a vivir el presente con plenitud.
— Yo me comprometo a ayudarte a que desaparezcan, Clay —musitó, reflejando en sus ojos la sinceridad de sus palabras—. Si me lo permites, claro.
Asentí sonriendo, a pesar de que mi labio inferior temblaba tanto que podría independizarse de mi rostro. Así que lo abracé. Primero para evitar que viera esa catástrofe, y segundo porque quería sentirlo junto a mí, transfiriendo su calor y energía con solamente su proximidad.
Estar entre sus brazos es el mejor bálsamo para mis dudas. Y, como si pudiera sentirlo, me abraza más fuerte, y me siento segura, apreciada, amada... todo a la vez. Es maravilloso, así que cierro los ojos y disfruto de la sensación.
— Te amo —susurré en su oído—. Gracias.
Nate automáticamente se separó de mí, conectando miradas como si estuviera verificando que lo que escuchó era cierto. Ya después, sonrió como un niño pequeño, iluminando su rostro con pura felicidad. Y justo ahí mi corazón explotó.
— Te amo —repitió, antes de unir sus labios con los míos.
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A veces es difícil ver las líneas que hemos trazado hasta que las cruzamos. Y es cuando confiamos en los que amamos para regresarnos y que nos den algo de qué sostenernos.
Y también están las líneas claramente marcadas. Las que si te atreves a cruzar, tal vez ya no puedas regresar.
XOXO, Gossip Girl.
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