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Al terminar el verano, les diré lo que aprendí de la diversión y el sol.
Guía de Verano de Gossip Girl:
#1: No te duermas en el trabajo. Hay que evitar el mal aliento y las conversaciones incomodas. Lo único más difícil que tener un romance, es despertar.
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Cuando me desperté la siguiente mañana, lo primero que hice fue darme vuelta en la cama... solo para encontrarla vacía. Me enderecé rápidamente, tomando mi celular de la mesita de descanso... encontrando cero mensajes. Mi día comenzó sin rastro visible de Nate.
Por un lado, lo agradecía. No iba a saber cómo hablar con él luego de lo que pasó. Por el otro, me preocupaba. Tal vez se había arrepentido.
Lo único certero, es que jamás iba a volver a ser lo mismo. Y todavía no había resuelto si eso era bueno malo. Ni tampoco sabía cómo querría que fuera.
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#2: En verano no hay "nosotros", solo tú y yo. Descubre dónde estás antes de que te planten. Cualquiera juega en julio y agosto, ¿pero se habrá ido en septiembre?
#3: Tómate tu tiempo. Es cierto que todo lo bueno se acaba. Agosto no es la excepción. Por algo llueve en otoño.
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Decidí dejar de darle vueltas al asunto y comenzar a prepararme. Tenía que volver a la ciudad en un rato y aún me faltaba terminar de empacar.
Cerraba las maletas cuando mi teléfono sonó. Me sobresalté por la posible persona que podría estar llamándome. Corrí a buscarlo, sin prestarle atención a que tropecé en el medio de la carrera.
Llamada entrante: Blair.
Suspiré decepcionada cuando leí el identificador. No sé qué es lo que esperaba de todas formas.
— Buenos días, B —atendí.
— Me va mal con Lord Marcus.
— ¿Lord Marcus? —cuestioné confundida.
No tengo idea de lo que está hablando.
— James. Resulta que fingía ser un plebeyo. Como en Roman Holiday, solo que yo soy Gregory Peck y él es Audrey Hepburn.
Aún seguía sin saber.
— Ahhh, de repente todo está claro.
— No es un estudiante. Es un lord, y lo quiero mucho.
No pude evitar soltar una risa. Creo que ahora entiendo.
— Bien, te tendré que creer eso... pero, Blair, ¿esperes que crea que no es por vengarte de Chuck?
— La venganza quedó atrás. Porque Marcus resulte perfecto para olvidar a Bass, no deja de ser un platillo delicioso.
— Parece que son almas gemelas —ironicé—. ¿Qué problema hay?
— No tiene planes a futuro.
— Acabas de descubrir su identidad, no te preocupes por el resto de tu vida.
— ¿Y el resto del año? Es época de ligues, tenistas y pueblerinos. Soy su vergüenza.
— ¿Blair Waldorf... una aventura? No eres barata de mantener —carcajeé.
— Por cierto, ¿dónde estabas anoche?
Su repentino cambio de tema me puso tensa.
— Huh. Lo siento, tengo que irme.
— Espera, Ashley...
Colgué por impulso. ¿Por qué me preocupo tanto? No es gran cosa... Por supuesto.
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Salud, Blair. No hay nada como una botella de champán. Y un escándalo burbujeante.
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Después de ese glorioso despertar, Chuck me pasó a buscar en su limusina, íbamos a volver juntos a la ciudad. Ya estaba mi equipaje cargado, yo estaba esperando adentro del auto mientras me entretenía con mi teléfono. Charles se sentó a mi lado después de un rato, dejando la puerta abierta.
Fruncí el ceño.
— ¿Por qué no cierras? Ya quiero irme.
— Tenemos un invitado más —respondió despreocupado.
Entonces Nate apareció, haciendo realidad todas mis pesadillas de esta última hora. Me moví impaciente en el asiento mientras él se acomodaba. Recién ahí hicimos contacto visual y Nate se percató de mi presencia, lo que hizoque se quedara quieto unos segundos.
— Archi...
— ¿Todo bien? —preguntó Chuck, consciente de mi cambio de humor—. No te dije porque pensé que no te molestaría.
— No, no —negué rápidamente—. No hay problema.
— Qué bueno verte, Clay —me saludó normal mientras se sentaba.
Sonreí débilmente. Sí, qué bueno verte.
Para mi fortuna, Chuck comenzó a hablar sobre Blair y su nuevo novio. Si no intentaba establecer otro tema de conversación, estaríamos bien. Aún faltan varias horas para llegar, y realmente espero poder soportarlas.
— Sin ofender pero, ¿no estás desigual? —le preguntó Nate en un momento.
— ¿En squash? —cuestionó Chuck—. Juego con mi padre desde octavo grado, Nathaniel. ¿Qué tan bueno puede ser?
Justo nos estaba contando cómo invitó a James, ahora Lord Marcus, a jugar un partido de squash más tarde. Probablemente para intentar sacarle información.
— No, como hombre —respondió Nate—. Ella quiere ser princesa. Tu mayor logro es tener un club nocturno —alzó las cejas.
Reí por el comentario y me miró sonriendo. Dios... Estoy sudando.
— Por eso debo conocerlo, nadie es tan perfecto —contestó Chuck—. Cuando lo aparte, tendré otra oportunidad con Blair.
— Se ve el amor cuando empiezas a hablar como asesino —contesté irónicamente.
— Creo que solamente tienen celos de mi nuevo amigo —dijo divertido.
— Nah, en realidad siempre supe que se uniría otra persona al grupo... no iba a poder aguantarlos sola por mucho tiempo.
Ambos soltaron una risa al escucharme.
En ese momento, el teléfono de Chuck sonó.
— ¿Diga? —dijo al atender—. No puedo hablar... te llamaré desde casa —murmuró mirando sospechosamente por la ventana.
— Si tienes que cerrar tu operación, no pares por nosotros —le dijo Nate.
— Me conoces bien —sonrió—. Pero no es nada.
Centró su vista en el teléfono otra vez. El mío vibró a los segundos.
Mensaje de Chuck:
Debemos hablar cuando lleguemos.
Lo miré disimuladamente y asentí. ¿Qué pudo haber pasado ahora?
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Visto: Chuck Bass añadiendo en su agenda a su nuevo BFF. ¿Es el principio de un bromance? ¿O el final del intento de Blair de ser británica?
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Después de almorzar con mi madre, me dirigí a el penthouse finalmente remodelado de Lily. Chuck me había pedido que nos encontraramos. Estaba muy intrigada con todo el misterio.
— ¿De qué tenemos que hablar?
En el sofá se encontraba un señor con unas carpetas. Si no me equivoco, es el contador de la empresa de nuestros padres.
— Nate está en problemas. Su familia, en realidad.
Automáticamente llamó mi atención.
— ¿Problemas? —pregunté—. ¿Qué clase?
— Están quebrados.
Abrí los ojos. Eso me tomó desprevenida, no tenía idea.
— ¿Qué? ¿Por qué no dijo nada?
— No lo sé. Anne me llamó para saber de él, así que me contó, es grave... Decidí ayudarlos a saldar las deudas. Voy a vender el Victrola.
De acuerdo, tenía que ser realmente grave si Chuck estaba dispuesto a vender Victrola. Él ama ese club. ¿Tan mal se encuentran? ¿Y por qué Anne no busca ayuda en la familia Vanderbilt? Sé que está peleada con su padre desde que ayudó a Howard a escapar, pero incluso el abuelo de Nate tiene un poco de corazón como para ignorar un hecho así y brindarle lo que necesiten.
— No es necesario, yo también te daré dinero —le dije a Chuck—. Puedo ayudar.
— Lo haré de todas formas. Se necesita mucho para solamente desendeudar su casa. No le digas nada. Que sea entre nosotros.
— No lo haré. Lo conozco bien, va a enojarse si se entera.
En ese momento escuchamos el sonido del elevador llegando al piso, dejando salir a Nate. Muy oportuno. Si me sentía incomoda viéndolo después de lo que pasó anoche, ahora que actuabamos a sus espaldas con esto, sería muchísimo peor.
— Aquí están... ambos —nos saludó—. ¿Podemos hablar un momento?
— Ya me iba —respondí mirando al suelo.
— Yo estoy ocupado —continuó Chuck—. Negocios —señaló al contador—. Voy a vender mis acciones del Victrola.
— ¿Vendes el club? —preguntó Nate escéptico—. ¡Pero si te encanta! Viejo, si quieres impresionar a Blair... vamos —negó con la cabeza.
— En la limusina tenías razón. Si debo competir, debo estar a su nivel. Es lo correcto.
Me dio una mirada complice. Era demasiado bueno mintiendo.
— Debo volver al trabajo —murmuró, dándonos a entender que debíamos irnos.
— Bien, nos vemos luego.
Lo saludé con un beso en la mejilla.
— Te acompaño —escuché a Nate mientras me marchaba.
Tomé aire cuando me enfrenté a las puertas del elevador.
Una vez que entramos, nos ubicamos a una distancia considerable. Y así estuvimos, en silencio. Un silencio incomodo. ¿Iba a ser así de ahora en más? Supongo que solo debo actuar cómo si nada hubiera pasado.
Maldición. ¿Por qué hacía tanto calor? ¿Y por qué el elevador era tan lento? ¿Siempre había sido tan lento? No podía recordar, pero parecía como si no se moviera en absoluto. Enfoqué mi mirada en el contador de pisos, y parecía como si jamás cam...
— Suficiente —Nate dio el primer paso, interrumpiendo mis divagaciones—. ¿No crees que debemos hablar?
— ¿Hablar de qué? —me hice la desentendida.
— Ya sabes. Si te arrepentiste...
— No lo hice —dije con firmeza—. Y no lo hago.
Lo había estado pensando y había concluído que, incluso si Nate estaba arrepentido por lo que pasó, no iba a importarme. Me gustó el momento que pasamos. Sentí... algo. Y no me interesaba lo que pudiera llegar a decir, tenía que enterrar la verguenza y hacerle frente a lo que vendría.
— ¿Tú? —pregunté nerviosa cuando no dijo nada.
Bueno... quizás si me importaba un poco lo que él pensaba.
— Tampoco —respondió Nate.
Entonces me enfrentó, obligándome a mirarlo a los ojos por segunda vez en el día. Mi corazón empezó a latir a velocidades desconocidas. ¿Acaso estaba por sufrir un paro cardiaco?
— Perfecto, ¿no crees? —acercó más su rostro al mío.
Quizás ya estaba en el cielo... no. Incluso si no estaba arrepentida, tenía que dejar de actuar impulsivamente y analizar las situaciones desde otro nivel. Al menos una vez en mi vida.
— Archi —puse una mano sobre su pecho, deteniéndolo—. Sí, es cierto que tenemos que hablar sobre lo que ocurrió. Pero bien.
— De acuerdo, hablemos —dijo despreocupado.
— No aquí —reí—. No en un elevador.
— Está bien —suspiró derrotado—. Lo haremos después de la fiesta de Blair. ¿Nos vemos allá? —regresó a su lugar.
Yo volví a mirar al frente, con una sonrisa formándose en mis labios.
— Así será.
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Vaya, vaya, mira quién tiene cuarenta. O 38 bien llevados. Sabía que a Chuck le gustaban mayores. ¿Pero estos son negocios riesgosos o solo negocios?══════════════════════
Estaba en la terraza del Hudson, ya era la fiesta de Blair. Bueno, "fiesta", ya que era lo que sigue de aburrida. Sonaba música tocada con arpa y estaba llena de personas desconocidas que parecía sacadas de una película de cine mudo.
Jugaba con mi teléfono cuando Blair apareció y me arrastró hasta una esquina sin explicaciones. No me quejé porque vi a Serena allí también.
— ¿Quiénes son estas personas? —pregunté disgustada.
— Dorota los invitó —resopló.
Me reí por la imágen que quería dar. Tendría que haberme imaginado que todo era una pose para impresionar a Marcus.
En ese momento, Dorota se acercó escoltando a Dan, así que Blair no perdió el tiempo y fue rápidamente a buscarlo. No tuve tiempo para hacer preguntas, ya que era extremadamente raro que Blair quisiera tener algún tipo de contacto con Dan, porque Marcus se colocó a nuestro lado.
— Hola, Dan —Blair se acercó junto a él—. Ve a conocer al Lord.
— Hola, Lord —Dan saludó inseguro—. Soy Dan Humphrey —le estrechó la mano.
— Marcus Beaton —sonrió—. Encantado de conocerte, Dan. ¿Conoces a Serena y a Ashley? —nos señaló.
— Sí, nos conocemos bien —respondió, mirando sugerente a Serena.
Todavía tenía que averiguar que está pasando entre ellos.
— Dan es fanático de fútbol. Le encanta el Chelsea —dijo Blair nerviosa.
— Oh, yo también. Amo la tienda de Balenciaga —bromeé.
Nadie se rió, excluyendo a Serena, que probablemente lo hizo porque sentía identificada. Por favor, ojalá ocurra una invasión extraterrestre ahora mismo para salvar esto.
Blair le hizo fondo blanco a su vaso.
— ¿Te traigo otro trago? —le preguntó Marcus.
— Sí, por favor.
Cuando se fueron juntos, nosotros nos miramos negando.
— Entonces... ¿realmente se refiere a él como el Lord? —cuestionó Dan.
— Sí, y no irónicamente —respondí alzando las cejas.
Los tres reímos.
— Estoy contenta de que estés aquí —Serena lo tomó de la mano—. ¡Ugh, Chuck!
— Mi nombre es Dan —sonrió divertido.
— No, Chuck está aquí y Blair no lo invitó.
Seguimos la dirección de su mirada. Efectivamente, Charles había entrado a la fiesta. No puedo decir que me sorprende luego de escucharlo toda la mañana.
— Quizá sea el acompañante de ella —sugirió Dan.
No, no, no. Eso era muchísimo peor. La mujer que se paró a su lado era Catherine. ¿Qué diablos hacía con ella?
— Esa es... la mamá de un amigo —me contuve antes de cometer un error—. Ya vuelvo.
Di media vuelta para ir hacia allá, llegando unos segundos después de Blair.
— Quería presentarte a mi amiga —le dijo Chuck.
— ¿Para qué? —entrecerró los ojos—. ¿Para advertirme sobre el exceso de Botox?
— Blair, ¿no? —preguntó Catherine. Blair asintió con una sonrisa falsa—. Soy la duquesa Beaton.
— ¿La duquesa? —cuestioné sorprendida.
•••
Después de dar una pésima primera impresión, Blair tenía que arreglar su desastre. Aunque, para ser honesta, ¿quién diría que Catherine sería la madrastra de Marcus? Maravillada por las vueltas de la vida.
Aunque lo único que me importa ahora mismo, siendo sincera, era ver a Nate. Aún no había llegado y estava comenzando a impacientarme. Después de nuestro fugaz momento en el elevador, no había podido pensar en otra cosa que en nuestra charla pendiente. Y lo que podría pasar entonces...
Volviendo a la cuestión actual. Catherine bebía un trago en un rincón, por lo que Serena empujó a Blair contra ella. Un método eficaz para obtener su atención.
— Duquesa —murmuró Blair—. Siento mucho lo que dije del Botox. Está impecable.
Nosotras tratamos de aguantar la risa, pero fallamos. En serio lo arruinaba más
— Sé que ha venido con Chuck —siguió—. Ya imagino que habrá dicho de mí. Sexo en limusinas, tortura social, chantaje. Pero le aseguro que todo tiene explicación.
— No gastes aliento. Chuck no me ha dicho nada.
— ¿No? —preguntó asombrada.
— ¿No lo hizo? —cuestionó Serena.
Yo también me sorprendí ante eso.
— Le dije que no se molestara —dijo Catherine—. No me importa. Nada cambiara que, a pesar de tus mayores esfuerzos, que son demasiado notorios, Marcus nunca acabará con una Waldorf.
Y la situación empeoraba. En ese momento, noté que Nate había entrado a la fiesta. No quería utilizarlo, pero era la única manera de callar a esta indestructible mujer.
— Archi —lo llamé alzando la voz.
— Clay, te estaba buscando —se acercó sonriendo.
Entonces sucedió lo que quería.
— ¿Nate? —preguntó Catherine.
— ¿Catherine? —Nate frunció el ceño.
— ¿Se conocen? —preguntó Blair.
De acuerdo, ahora debía intentar salvar la situación, de nuevo.
— No, no, no. Sí, bueno, del club de lectura. Solo eso, no han tenido más contacto. Blair sale con su hijastro —le expliqué a N—. Y Nate es el ex de Blair —miré a Catherine.
Los tres se observaron confundidos.
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¿Qué? ¿Las parejas de Chuck y Blair son madre e hijo, y Nate y Blair son ex pareja, y Nate y la madre van a un club de lectura? Vaya cambio de argumento.
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Ya había pasado un rato largo desde el encuentro bochornoso. El grupo se disolvió rápidamente, pero supongo que mi método funcionó. Blair iba a encargarse de ganar, de todos modos. Y no quise seguir indagando.
Ahora me encontraba con Chuck, bebiendo un trago en la barra. Luego de retarlo por la escena que viví por su culpa.
— Esta es la fiesta más aburrida que presencié en mi vida —me quejé.
— ¿Vamos a The 1Oak?
Nate apareció antes de que pudiera replicar palabra, enfrentando directamente a Chuck.
— No puedo creer que me hayas hecho esto.
— ¿Traer a la duquesa a la fiesta de Blair? ¿Qué más da? —rió.
— No, ya me enteré lo del dinero —contestó. Eso me hizo tragar saliva—. No vendiste el Victrola para impresionar a Blair.,¿fue para prestarle dinero a mi familia? —cuestionó molesto.
— Lo dices como si fuera algo malo.
— Quizás lo hiciste como amigo. Pero sabes que NUNCA te dejaría
— Sí, por eso no nos dijiste —intervine.
— ¿Tú también? —preguntó mirándome. Pude ver junto el momento en el que la decepción lo alcanzó—. ¿Ahora hacen tratos con mi madre?
— Solo queríamos ayudar, ¿y qué? —alcé los hombros—. No sabíamos nada.
Era obvio que se enfadaría, es demasiado orgulloso como para aceptar ayuda. Solo lo hicimos porque nos preocupamos por él, ¿es acaso tan malo?
— Les diré lo que pasa: mis amigos me mienten en la cara —dijo subiendo la voz.
Genial, ya estaba exasperado.
— Mira, normalmente estaría de acuerdo contigo, pero para que tu madre decida sincerarse conmigo, ¿no crees que debe ser algo grave? —preguntó Chuck.
— Lo arreglaré, ¿de acuerdo?
— ¿Cómo? —preguntó Chuck con el mismo enojo.
Después de una larga mirada, Nate se dio la vuelta para alejarse. Tomé aire antes de empezar a seguirlo.
— Hey, no te vayas. Aún tenemos que hablar, ¿recuerdas?
— No después de lo que pasó —respondió sin voltear a verme.
No puede estar hablando en serio.
— ¿En serio te enojaras tanto? —pregunté dejando de caminar—. No es gran cosa, Archi. Olvídalo.
— Adiós, Ashley.
Se largó, dejándome plantada en el lugar. Tiene que ser un maldito chiste.
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En cada verano, los viajeros recorren el mundo buscando experiencias. Pero para buscar escándalos, me quedo con Manhattan.
Bienvenidos a casa.
Sé que me echaban de menos.
XOXO, Gossip Girl.
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