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En nuestra era moderna, hay muchas formas para que la información viaje. Y, sin embargo, con todas nuestras tablets y teléfonos inteligentes, todavía hay algunas personas a las que les gusta recibir su información matutina a la antigua.
Incluso sin la autopista de la información, las buenas noticias siempre parecen viajar rápido. ¿Pero las malas? Bueno... ya sabes lo que dicen.
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Acostada en la cama de mi habitación, vi a Nate entrar con una bandeja de desayuno, una revista y un portafolio negro.
— Te has esmerado, Archi —dije viendo la comida.
Además de mi habitual café con caramelo, había un croissant, tostadas, tres tipos de mermelada distintas y un tazón de frutas frescas. Agarré la nueva edición de la revista New York mientras con la otra mano levantaba mi taza.
— ¿Esta acción completamente desinteresada se relaciona con la llamada que tuviste hace un rato con Diana? —pregunté abriendo la revista.
Nate se sentó a mi lado con cautela.
— ¿Me escuchaste?
— Mmh —asentí sin mirarlo.
Desde que nos enteramos que Diana Payne es la madre de Chuck, las cosas han estado un poco tensas. Por supuesto que no estoy enojada con él, pero descubrir que estuvo durmiendo con la madre de nuestro mejor amigo no es lo más agradable que te puede pasar. Es... incómodo.
— Me llamó para que nos reuniéramos, después del trabajo —comentó—. Pero realmente no sé qué hacer. Cada vez que la miro, veo a un Bass frente a mí cara.
— Lo que hace más extraño al hecho de que ella confesó seguir teniendo sentimientos por ti...
— Nada va a ocurrir. Pero entre mi historia con Diana y ahora la de Chuck... es raro incluso hacer negocios con ella —suspiró—. Me encantaría encontrar algún inversor y comprar su parte para siempre.
No volví a decirle que yo podía invertir, o mejor dicho la empresa de mi padre, porque sé que volvería a decirme que no. Y probablemente sea mejor no mezclar la cosas.
Cerré la revista, ya que ni siquiera le estaba prestando atención, para poder mirarlo. Pero me enfoqué en el portfolio que sostenía.
— ¿Qué es eso?
— Oh, llamé a Andrew Tyler ayer para averiguar de dónde saca su dinero Diana. Ella necesitó a mi abuelo la última vez, alguien le tiene que estar pasando dinero ahora... Andrew me acaba de dar unos documentos con la información que pudo encontrar.
— ¿Y qué harás cuando descubras quién es el inversor?
— Intentaré convencerlo para que apueste solo en mí —contestó abriendo la carpeta. Leyó unos segundos antes de volver a hablar—: Al parecer Diana está recibiendo pagos de una compañía australiana.
Me incliné para poder leer la información sobre la empresa. Automáticamente, descubrí un dato muy relevante.
— Archi —dije señalando uno de los apartados.
Junta Directiva.
Amy Flint Catherwood
JJ Geiger
Jack Bass
Nate me miró sorprendido.
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Siempre he sido una niña de papi, pero a veces los problemas con los padres... es que ellos pueden ser unos verdaderos hijos de perra.
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Ese día tenía una sesión de fotos para la nueva línea de gafas de Jimmy Choo.
Ahora, mientras tomábamos un descanso para almorzar, conversaba con Nate por teléfono. Se fue a la oficina hace dos horas y al parecer había estado trabajando con su asistente para descubrir lo que esconde Diana.
— ¿Pudiste contactar a Jack?
— No. Aparentemente, se ausentó de Bass Australia y nadie parece saber dónde está.
— Por supuesto, eso es bastante normal para Jack...
Ava, la asistente de campaña, se acercó a la mesa.
— Ashley, tienes una visita. ¿Quieres que la deje entrar?
Eso me desconcertó. No estaba esperando a nadie, menos allí.
— Sí, seguro —asentí—. Gracias.
Mientras la veía alejarse, volví a concentrarme en mi teléfono.
— Tengo que irme, Archi. Hablamos luego.
— Bien, seguiremos buscando. Te amo. Suerte.
— Gracias. Yo también.
Colgué justo cuando Lola aparecía desde una esquina.
— Ashley, hola —dijo tímida.
— Lola —Abrí los ojos—. ¿Qué haces aquí?
No la había visto desde el salón de la semana pasada. Sinceramente, pensé que ya no lo haría después de cómo le hablé.
— Perdón por aparecerme aquí, pero recientemente obtuve una idea de lo doloroso que debe haber sido para Chuck descubrir que Diana era su madre... Y lamento el papel que jugué en eso.
— Oh, sí, bueno, gracias por eso —me encogí de hombros—. Estaba enojada, pero entiendo que no quisiste exponerlo... ¿Pero qué te pasó?
— Mi padre finalmente se presentó y, eh, acabo de pasar la mañana con él. Así que realmente necesitaba a alguien con quien hablar.
Esa información me sorprendió. De nuevo, no es que seamos amigas para que viniera a contarlmelo, pero debe ser complicado enterarte de algo así y no confiar en alguien más para conversar. No podía rechazarla.
— Bueno, lo creas o no, pasé por lo mismo con Chuck cuando pensó que había encontrado a su madre hace un par de años.
— ¿Otra mujer además de Diana? —cuestionó asombrada.
— Sí, pero resultó que no era cierto —resoplé—. Fue toda esta gran mentira orquestada por... um... orquestada por su tío Jack.
Inmediatamente, la realización me golpea. Jack, otra vez está involucrado en la escena. Hace unos años planeó con Elizabeth para quitarle Industrias Bass a Chuck; hace unos meses encubrió al donador de sangre, diciendo que había sido Elizabeth; y ahora, es quien sustenta la inversión de Diana en el periódico de Nate. Diana, quien acabamos de descubrir que ha sido la verdadera madre de Chuck todo este tiempo.
Puede que Jack actué como si ya no tuviera malas intenciones. Pero, honestamente, ¿podemos confiar en él después de todo?
— Lola, lo... lo siento mucho, pero no puedo hablar en este momento. Tengo que lidiar con algo ahora mismo. ¿Vas a estar bien?
— Sí —sonrió—. Gracias.
Mientras ella se daba la vuelta para marcharse, saqué mi teléfono para escribirle a Nate.
Mensaje para Archi ❤️:
Contacta a Andrew Tyler otra vez. Necesitamos encontrar a Elizabeth Fisher.
•••
Ya había terminado de almorzar. Tenían que cambiarme el peinado para la siguiente toma, además del labial. El aspecto de mi rostro era bastante pulcro, relajado. Las gafas eran las protagonistas. Mi ropa era colorida pero no demasiado avasallante. Combinaba con la escenografía, ambientada en una casa de playa, ya que la colección era la nueva de verano.
— ¡Ey! —la voz de Serena me hizo voltear—. ¿Has visto a Lola? Acabo de ver en Gossip Girl que estuvo aquí.
¿Cómo es que todo el mundo podía ingresar al set sin problemas? Supongo que los privilegios de la fama.
— Acabas de perderla. Se fue hace unos minutos.
— Oh —suspiró—. Le dejé un mensaje invitándola a una cena familiar esta noche, pero realmente quería reconciliarme con ella en persona después de nuestra pelea la semana pasada.
— Creo que a Lola le vendrían bien algunos amigos ahora mismo.... Ella parece estar pasando por algunas cosas, ¿sabes? Nada que tenga que ver contigo.
— ¿En serio? —preguntó preocupada—. ¿Todo bien?
— Ella acaba de conocer a su padre por primera vez hoy. Pasó la mañana con él. Creo que toda la experiencia la dejó un poco descolocada.
Serena alzó las cejas.
— ¿Pasó la mañana con su padre?
— Sí —confirmé.
Su expresión era de desconcierto. Algo me dice que sabe algo que yo no.
— Ashley —la voz de Ava irrumpió—, comenzamos de nuevo en diez. Bruno tiene que darte los últimos retoques del cabello.
— Un segundo —pedí sobre mí hombro. Entonces volvía mirar a mi amiga—: Serena, necesito encargarme de esto. Discúlpame.
Ella no dijo nada, parecía completamente escéptica por lo que acababa de contarle, pero no tenía tiempo para averiguar qué ocurría.
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Lily pudo haber querido el perfecto núcleo familiar, pero esta bomba va a provocar una guerra.
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Estaba atardeciendo cuando volví a ver a Nate.
Al parecer estuvo intentando llamar a Elizabeth todo el día, pero ella nunca atendió. Incluso dejó mensajes en el contestador. Pero mientras trataba localizarla, Andrew se presentó al Spectator con una noticia bastante curiosa.
Resulta que el primer movimiento registrado bajo el nombre de la Diana Payne que estamos investigando, es hace apenas tres años. Antes que eso, es como si ella no hubiera existido. Y si su verdadero nombre no es Diana Payne, ¿cómo podemos averiguar su historia?
Es lo mismo que me cuestiono mientras subimos el elevador del hotel en el que Nate me citó.
— Supongo que este es el hotel donde Diana se está quedando, ¿no? —pregunté mientras miraba el contador de pisos.
Solo faltaba uno más para llegar al sexto.
— Sí, ya que al parecer hay un límite de lo que podemos conseguir en sus archivos disponibles, pensaba buscar algo en su habitación que pudiera ayudarnos.
— ¿Y qué planeas hacer, romper la puerta del cuarto y allanarlo?
Nate soltó una risa.
El elevador se detuvo, abriendo las puertas. Nate me dejó pasar antes de tomarme de la cintura para guiarnos a la puerta 3B. Ahí se encontraba un viejo rostro familiar.
— ¿Víctor, trabajas aquí? —le pregunté al joven alto vestido de traje.
Antes que el Empire haya sido arrebatado por Jack, Víctor era uno de los trabajadores más fieles del hotel.
Él me hizo un asentimiento amable.
— Me alegra verla, señorita Clayton.
Entonces sacó una tarjeta y la deslizó por el sensor magnético de la puerta, abriéndola. Inmediatamente nosotros dos entramos.
— Víctor, realmente aprecio que hagas esto por mí —le dijo Nate—. El Empire no es lo mismo sin ti, hombre.
— Bueno, podría volver allí muy pronto si alguien descubre lo que acabo de hacer.
Nate le extendió un fajo de billetes.
— Seremos muy rápidos... Lo prometo.
Una vez que Víctor cerró la puerta, nos enfrentamos con el silencio de la habitación.
— Está bien, Diana... muestrate —exhalé.
Partiendo por caminos opuestos, empezamos a revisar cada esquina del cuarto. Era una suite grande, así que teníamos trabajo para hacer si esperábamos encontrar algo.
Buscamos en cajones, armarios, revistas, debajo de la cama, el escritorio, entre medio de las plantas e incluso destapamos una tetera... no había ningún indicio de nada. Ningún nombre, ninguna fotografía, ninguna dirección.
Para ese punto, Nate ya se había sacado el saco mientras yo consideraba hacer lo mismo con mis botas. Estaba impaciente.
— ¿Ya buscaste en esa cómoda? —le pregunté, viendo uno de las tres cómodas idénticas que estaban cerca de la cama.
— Creo que es la última —dijo, acercándose para abrir el primer cajón.
Mientras él se encargaba de eso, yo fui detrás de una de las puertas para chequear, nuevamente, los bolsillos de los abrigos que colgaban allí. Tal vez nos habíamos perdido de algo.
— Si querías ver mi ropa interior, todo lo que tenías que hacer era preguntar.
Me tensé al escuchar la voz de Diana, deteniendo inmediatamente todos mis movimientos. Por la rendija de la puerta, la vi a menos de un metro de mí, observando a Nate inclinado frente a la cómoda.
Él cerró el cajón, enderezando la espalda para caminar hacia la entrada del dormitorio. Me dedicó un vistazo rápido, con una mueca que me indicaba tranquilidad. Pero era muy difícil no estar nerviosa cuando Diana dejaba su bolso a centímetros de donde me encontraba. Si me descubría el plan se iría al diablo.
Pero Diana no pareció verme. Se cruzó de brazos mientras volvía a dirigirse a Nate.
— ¿Vas a quedarte ahí, mirándome, o te gustaría decirme por qué has irrumpido en mi habitación de hotel?
— Si quieres saberlo... estaba buscando algo para que te pongas —Nate apagó la luz de la habitación. Comenzó a acercarse a Diana mientras desataba su corbata—: La verdad es que he estado pensando en tu llamada de hoy.
— Estoy escuchando...
— Nuestra química es claramente innegable... Y estoy cansado de luchar contra eso, así que no voy a hacerlo más.
Fue casi imposible verlo sacarse la camisa frente a ella mientras le coqueteaba. Por un momento pensé en salir de mi escondite y terminar con la escena, pero me concentré en la mirada que Nate me había dado hace un minuto. Confiaba en él.
— ¿Qué hay de tu noviecita? —cuestionó Diana, intentando no sonar complacida por poder quitármelo.
— ¿Te importa? ¿Por qué no mejor te pones algo de lo que estaba buscando para mí y nos damos a los dos el placer que ambos deseamos?
Por lo poco que podía ver en la oscuridad mediante el estrecho espacio de la puerta, Diana pasó una mano por el abdomen de Nate. Casi que estaba preparándome para lo peor, para que lo besara... Pero parece ser que ella decidió hacerse esperar. Así que caminó a la cómoda, tomó un conjunto de lencería y se fue al baño.
Justo después que se cerrara la puerta, Nate corrió hacia donde dejó su camisa, volviendo a ponérsela. Luego lo vi abrir despacio el cajón que estaba revisando antes y sacar lo que parece ser una agenda.
— De hecho, Diana, acabo de recibir un mensaje de Chuck —dijo en voz alta, caminando hacia donde yo estaba escondida. Movió la puerta para dejarme salir—. Ha vuelto a casa y se está preguntando dónde estoy... Así que simplemente te veré en la oficina.
Tomados de la mano, nos dirigimos con rapidez a la puerta de la suite. Justo cuando estábamos saliendo escuchamos un grito:
— ¡Espera un minuto!
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Oh uh, Carol. La cena terminó y parece que Ivy acaba de servirte tu última cena.
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Ya era de noche. Estábamos leyendo unas hojas de la agenda de Diana mientras entramos a la suite del Empire. Chuck se encontraba en el sofá, acariciando a Monkey y bebiendo whisky.
— Hey, ¿cómo estuvo su día? —le pregunté.
— He decidido borrar de mi mente ciertas imágenes perturbadoras del pasado de mi madre e intentar una relación con ella...
— Bueno, antes de que ustedes dos comiencen a vincularse y tener fines de semana de spa juntos, tal vez deberían ver esto —dijo Nate pasándole su teléfono—. Elizabeth Fisher me envió esa foto por correo electrónico hace unos minutos. Echa un vistazo a la fecha en la esquina. Es justo antes que nacieras.
Sobre eso. Elizabeth finalmente había decidido hacer una aparición. En el correo decía que estaba cansada de todas las mentiras, y que esperaba que la foto fuera la prueba que necesitáramos. Y teniendo en cuenta que allí aparece una Elizabeth mucho más joven, con una barriga de embarazo días antes del nacimiento de Charles...
— Pero Diana dijo que Elizabeth no podía quedar embarazada —dijo Chuck confundido.
— Supongo que te mintió —repliqué—. Jack probablemente la instó a hacerlo.
— ¿Jack? ¿Qué tiene que ver él con esto?
— Resulta que él es quien está financiando a Diana —respondió Nate—. Podría haberle pagado para que te dijera lo que quisieras oír.
Chuck largó un suspiro.
— Hizo que pretendiera que la sangre donada por Elizabeth era realmente suya —pensó. Nosotros movimos las cejas de acuerdo—. Pero si Elizabeth es realmente mi madre, ¿por qué negaría ser la donante? Algo sigue sin cuadrar.
•••
Nate y yo habíamos salido de la ducha. Mientras yo cepillaba mi cabello frente al espejo de su cuarto, él me veía desde la cama.
— ¿Qué dices si compramos algo de camino a tu casa para cenar?
— ¿No crees que has evitado a Chuck lo suficiente? —cuestioné divertida, viéndolo por el reflejo del espejo—. Ahora que sabemos de una vez por todas que Elizabeth es su verdadera madre, no tienes razón de sentirte avergonzado.
— No, en realidad quiero pasar más tiempo contigo —contestó levantándose. Ralenticé mis movimientos mientras lo veía pararse detrás de mí—. Todo esta búsqueda implacable me ha agotado. Pero más que nada, por no poder enfocarme en ti.
Puede que mi corazon se haya expandido al escucharlo decir eso. No han sido nuestros mejores días esta última semana.
— Realmente eres una cosita necesitada, ¿eh, Archibald? —me burlé.
Nate soltó una risa y se inclinó para darme un beso en la cabeza. Le sonreí a nuestro reflejo.
— ¡Creo que encontré algo!
Nos miramos al de escuchar el grito de Chuck. Salimos de la habitación y nos acercamos a la sala, encontrándolo en la misma posición en el sofá, pero ahora rodeado de fotografías. Parecía descolocado.
— ¿Estás bien?
— Lo único que Diana y Elizabeth tienen en común es mi tío Jack —dijo, ignorando mi pregunta. Levantó su teléfono, donde se había reenviado el correo de Elizabeth, y se lo pasó a Nate—. Echen un vistazo a esta foto de nuevo. ¿Ven el tatuaje en el brazo del tipo?
— Sí —respondí sin entender—. ¿Qué hay con eso?
— Resulta que conozco ese tatuaje —replicó. Rebuscó en la caja que tenía sobre su regazo y tomó una fotografía—. Compruébenlo —me la extendió—. El hombre de esa foto no es mi papá, es Jack.
Puse la foto al lado del teléfono que estaba sosteniendo Nate... y efectivamente el tatuaje que se le veía a Jack coincidía con el que estaba en el brazo que tocaba el vientre de Elizabeth. Todo parecía cobrar sentido.
Chuck se levantó despacio del sofá.
— ¿Y si todo este subterfugio sobre la identidad de mi madre en realidad estuviera disfrazando la verdadera pregunta? —cuestionó—. No es quién es mi mamá... es quién es mi papá...
Lo miramos en silencio mientras hacía una pausa, antes de continuar:
— Chicos, creo que Jack Bass es mi padre.
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XOXO, Gossip Girl.
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