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Febrero es el mes más corto, pero el frío intenso hace que parezca el más largo.
Los inteligentes, como yo, escapamos a climas más tropicales. Mientras que algunos de mis amigos del Upper East Side utilizan el tiempo para acomodarse y terminar sus trabajos. Otros se acurrucan en la cama ideando sus planes para mantenerlos tibios. Y luego están las casas en las que hace más frío adentro que afuera.
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Me tensé cuando mi teléfono volvió a sonar.
Llamada entrante: Archi
Ignorar
13 Llamadas perdidas
Se había vuelto una rutina. El teléfono sonaba, mi estomago enloquecía ante las miles de posibilidades que atenderlo causaría, mi pulso latía frenéticamente, dudaba... pulsaba el botón de ignorar.
Ya estaba completamente condicionada al oír el agudo timbre de una llamada entrante. Pavlov se haría un festín conmigo.
Era estúpida. Más que estúpida. Había perdido la poca coherencia que llevaba conmigo. Pero había sido así durante toda la semana. Resulta que soy buena recomendando no evadir los problemas, no tanto llevándolo a cabo... ¿Pero había un problema? No lo sabía. Y necesitaba una respuesta antes que terminara de enloquecer y tirara mi teléfono desde la ventana de mi noveno piso, siguiéndolo yo misma después.
La realidad es que había huido la mañana siguiente a mi... momento con Nate. Mi cabeza estaba estallada, pero no paraba de pensar en la conversación que tendríamos cuando Nate saliera de su coma alcohólico. Y decidí que no quería tenerla. Bastante confundida entonces como me siento aún.
¿Qué fue eso? ¿Solo dos personas borrachas teniendo sexo insignificante? ¿Quizás nuestro tonto juego confundió las cosas? ¿O podría ser genuino, algo que esconde un asunto más grande? No tengo idea.
Y al recibir la decimocuarta llamada de Nate de la mañana, decidí armarme de valor y salir a buscar una respuesta. Sin saber lo que quiero escuchar, ni lo que puedo obtener.
Las probabilidades de que esto terminé muy mal son altísimas.
•••
Me arrepiento de mi decisión ni bien pongo un pie fuera del elevador del Empire.
Soy recibida por cuatro ojos azules, un par inesperado. Y me congelo en el lugar mientras observo a Nate bebiendo café junto a Lola en el sofá de la sala. Completamente domésticos.
— Ashley —Nate no pierde el tiempo en levantarse—. ¿Qué haces aquí?
— Me pregunto lo mismo —murmuré mientras lo veía acercarse. Traté de no sentirme intimidada por lo tranquilo que se veía—. Yo... creí que era una actitud mucho más adulta si dejaba de esconderme detrás de un teléfono y me presentaba aquí... pero creo que fue un error —admití avergonzada.
Intenté darme la vuelta, pero la voz de Nate me lo impidió:
— ¿Un error? Estuve llamándote toda la semana. Quiero que hablemos. De hecho me alegro que hayas venido, ojalá hubiera sido antes, pero ahora que estás aquí...
Por supuesto. Voy a humillarme justo aquí en medio de la sala. Con Lola sorbiendo café.
— Nate —lo interrumpí—, no tenemos que hablar. Lo entiendo.
— ¿Lo entiendes?
Dios, ¿por qué lo hace tan difícil?
Le dediqué una mirada a Lola, antes de tomar del brazo a Nate para dirigirnos a su habitación. Cuando estoy segura que nadie puede escucharnos, vuelvo a hablar:
— Sí... Está bien, somos mayores, podemos entender que dos adultos tengan sexo sin que signifique algo. Está claro, no tienes por qué ser cuidadoso o nada —empecé a divagar. La confusión en el rostro de Nate aumenta mientras me ve perder la cordura—. Lola está aquí, comprendo la situación, créeme. No hay ningún problema.
Tomé aire al callarme, recuperando todo lo perdido.
— ¿Ya terminaste? —preguntó cruzándose de brazos. Le doy un asentimiento débil—. Bien. Nada de lo que tu maravillosa cabeza imaginó es lo que totalmente está sucediendo, así que deja de asumir cosas, principalmente lo que significó para mí.
— Pero, Nate...
Una simple mirada de su parte me calla otra vez. Generalmente él es todo arcoíris y unicornios, así que la seriedad que está empleando este momento me hace no querer contradecirlo.
Así que, en silencio, le indico que continúe.
— Lola no está aquí por la razón que crees. De hecho no la he visto desde la fiesta, ni hablado. Ella me contactó porque soy de las pocas personas que conoce en la ciudad.
— ¿Entonces vas a decirme que montaste una fiesta de última hora en San Valentín para conquistarla, tu mejor amigo te ayudó con la empresa donde trabaja, estuviste detrás de ella toda la noche a pesar de que en repetidas oportunidades te rechazó, pero ahora está bebiendo café en tu sala sólo porque quiere un amigo en la ciudad? —alcé las cejas incrédula—. ¿Y tú no te opones a la idea?
Nate suspiró.
— Creo que te estás salteando lo que ocurrió antes del café en mi sala.
— No quita todo lo anterior... y estábamos borrachos.
— Borracho o no, te estoy tratando de decir que para mí significó algo —contestó determinado—. No sé si para ti fue lo mismo, pero con todo lo que estás planteando... no puedes culparme por creer que sí.
Tragué saliva.
Escucharlo tan seguro me desestabilizaba. Hace unas semanas estar en este lugar era impensado, pero él no parecía preocupado por eso.
— Mira —habló cuando yo no lo hice—, sé que viniste a hablar, a pesar de que desde que llegaste no hiciste más que sacar conjeturas, pero quizás ahora no es el mejor momento. Creo que necesitas tiempo para pensar, y esta vez de verdad... no escapar en su lugar. Y Lola está en sala, probablemente muy confundida.
— Cierto, es grosero —asentí, haciendo caso omiso a lo otro que dijo. Aunque también era verdad—. Podemos... reunirnos luego.
— Bien. Pero lo único que quiero que sepas, es que en serio me importas... mucho más de lo que crees. Y nada es casual contigo, y nunca será, aunque decidas que así lo quieres.
Le dediqué una mirada, sin responder porque no sabía que decir, antes de salir de su habitación. La mirada curiosa de Lola me siguió en todo momento.
— Ashley, ¿por qué no te unes al desayuno? Me haría bien tener otra amiga.
— Yo...
Nate pasó a mi lado para sentarse nuevamente en el sofá, pero no me perdí su mueca engreída. Básicamente Lola confirmó lo que me dijo en su habitación. Huh.
— Sí, está bien —decidí—. Puedo unirme.
Ella me dedicó una sonrisa. Nate me miró sorprendido, pero lo escondió al levantarse.
— Traeré más café.
Mientras me sentaba, lo seguí con la mirada hasta que desapareció por la cocina.
— Así que... ¿qué has estado haciendo desde la fiesta? —le pregunté a Lola—. Te fuiste muy repentinamente. ¿Quizás has vuelto a ver a Nate?
No me importaba ser directa. Ella parecía no captar mis verdaderas intenciones.
— Oh, no. Para nada. Se supone que debo estar haciendo el trabajo escolar, pero en realidad solo estoy procrastinando —se rió. Según lo que Nate me había contado, estudia actuación en Julliard—. Ya sabes, salir con amigos y tratar de conocer la ciudad aún mejor... Oh, y, um, me hice amiga de esa chica Ivy, digo... Charlie —se corrigió—, en Facebook, pero nunca supe nada de ella.
— Sí, bueno, ella está en Europa, quizás por eso —contó Nate acercándose.
Me dio una taza de café antes de sentarse.
— ¿Fue con amigos o sola? —le preguntó Lola.
Parecía bastante interesada.
— Realmente no lo sé.
— ¿No te gusta ella o algo así?
Abrí los ojos, eligiendo morderme la lengua y beber de mi café.
— No, no me gusta —respondió Nate, lanzándome una pequeña mirada—. Quiero decir, ella y yo... tuvimos una cosa. No fue nada importante.
— Bueno, aprecio la honestidad. Es difícil de conseguir en estos días... No es que yo sea quién para hablar —murmuró abriendo su bolso—. Mi mamá ni siquiera sabe que vivo aquí.
Al ver sus movimientos, descubrí que tenía una copia de Inside en su bolso.
— Ese es el libro de nuestro amigo Dan. ¿Lo estás leyendo?
— Oh, de hecho lo estoy interpretando en el teatro del Upright Citizens Brigade —contó animada—. Es un grupo de improvisación, y tienen una noche de libros donde leen extractos de novelas actuales. Están haciendo Inside esta noche.
— Déjame adivinar... la lectura es solo que ustedes se burlan, ¿verdad? —preguntó Nate.
— Un poco —admitió—. Pero no es malo para Dan. Él debería venir.
— Puedes invitarlo tú misma —dijo Chuck al salir de su habitación—. Está en camino. Vamos a llevar a Monkey a dar un paseo... Pensé que como él es la razón por la que tengo que cargar con el callejero, también debe congelar su trasero —sonrió.
— ¿Así que ya están bien? —pregunté. Su amistad había sufrido un impasse después de la boda dramática de Blair.
En ese momento, el elevador se abrió.
— Aquí está la cita de juegos de Monkey.
Chuck conversó unos segundos con Dan antes de marcharse a la cocina.
— Entonces, ¿qué es esto que escuché sobre mi libro? —preguntó Dan acercándose.
— Lola lo está presentando en un teatro.
— Con el Upright Citizens Brigade —le dijo ella—. ¿Has escuchado de ellos?
Bostecé sin poder evitarlo. Toda la charla me aburría... o quizás Lola me aburría. Nate se dio cuenta y sonrió con complicidad.
— Estoy tan emocionado —dijo Dan—. Leí sobre Bret Easton Ellis hace un tiempo.
— Sí, vino al ensayo, fue increíble —contestó Lola—. Deberías venir. Quiero decir, estoy seguro de que a los otros actores les encantaría conocerte.
— Wow, eso sería genial
— Um, solo tengo que hacer una llamada telefónica, pero, uh, mi teléfono está muerto. ¿Puedo usar el tuyo? —le preguntó a Nate.
— Sí, por supuesto —contestó pasándoselo.
— Gracias.
Cuando Lola se marchó, me incliné en el sofá para dejar mi taza en la mesita.
— ¿Entonces, qué es lo siguiente? —le pregunté divertida a Dan—. ¿El musical mundial de tu libro?
— Sí, estaba pensando en mimos —contestó en broma.
— Los mimos pueden ser geniales —reí.
Después de un minuto Lola regresó.
— Así que acabo de hablar por teléfono con el director y tengo que irme temprano. ¿Estás listo, Dan?
— Sí. Chuck, si no te importa podemos dejar nuestro paseo de perros para otro día —pidió levantándose.
— De ningún modo... ¿Un paseo frío con Monkey o disfrutar del resplandor del éxito de tu libro? —respondió tranquilo, pero sonaba sospechoso—. Pan comido.
Algo llamó mi atención antes de que pudiera analizar la escena. Nate se había parado, y Lola estaba en frente de él.
— Llámame —le dijo ella, entregándole su teléfono.
Entonces se inclinó para darle un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de sus labios. La observé con fiereza mientras tomaba su bolso del sofá con una sonrisa, sin preocuparme en devolverle el saludo amigable que me dio al marcharse.
Nate abrió la boca al verme, pero se detuvo cuando se acordó de la presencia de Chuck. Y una vez que se sentó no volví a mirarlo.
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Ten cuidado, Chico Solitario. Parece que alguien encontró consuelo en una venganza al rojo vivo.
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Después de que Dan y Lola se fueran, la conversación fue simplemente de la parte de Chuck. La realidad es que estuve más ocupada evitando a Nate el poco tiempo que me quedé ahí. Después él se fue al Spectator y yo volví a casa.
Ahora había terminado de almorzar, recién tenía que ir a la prueba de una campaña en unas horas. Me aburría.
Pensaba en ver una película o algo cuando golpearon la puerta de mi casa. Debía ser alguien de mi entorno más íntimo si había podido subir sin necesidad de autorización.
Me acerqué a abrir la puerta, solo para llevarme una sorpresa no tan agradable.
— ¿Qué haces aquí, Nate? —cuestioné seria.
— No vengo a presionarte, dije que iba a respetar tu tiempo y lo hago —se defendió con anticipación—. Quiero que me acompañes a descubrir algo.
— ¿Descubrir algo? —fruncí el ceño—. ¿Quién eres, Dora la exploradora? Habla de una vez. No tengo tanto tiempo.
En realidad sí, pero no tiene por qué saberlo.
— Se trata sobre Lola —contó—. Ella... creo que está utilizándome.
— ¿Utilizándote? ¿Para qué? Mira, si estás inventando todo esto por el momento que tuvieron, ahórratelo. Debo irme —dije empujando la puerta.
Nate impidió que se cerrara con su brazo.
— ¿Puedes esperar? Eres un hermoso dolor en el trasero cuando quieres, ¿lo sabes? —se quejó. Parecía entre irritado y divertido. Tuve que ocultar la sonrisa que quería aparecer en mi rostro—. Escucha, esta mañana cuando usó mi teléfono, no llamó a su director, sino a Charlie. Creo que me ha estado utilizando para llegar a ella, por eso me pidió reunirnos... para saber de ella.
— Bueno, admito que su insaciable interés ha llamado mi atención antes... todo el asunto Ivy, nunca lo entendí. Pero, no sabría la razón.
— Yo tampoco. Pero cuando la llamé, me dijo que fuera a su ensayo para que me contara lo que sucede... pensé que podrías acompañarme.
Le dediqué una mirada recelosa.
— ¿Por qué?
— ¿No acabas de decir que te llama la atención? —preguntó. Cuando entrecerré los ojos, soltó una risa—. Bien, de acuerdo, también puede ser para que veas que te digo la verdad y no estoy interesado en ella... ni ella conmigo, aparentemente, a demás de querer usarme. Además... es una excusa para pasar más tiempo conmigo.
Abrí la boca sin saber que decir. ¿Cómo puede ser tan bueno para alterarme?
— Voy a ponerme los zapatos —murmuré.
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Parece que las cosas se están calentando para nuestra impostora favorita del Upper East Side.
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Suspiré cuando llegamos al teatro. Estaba lleno de aspirantes a actores. Miraba a las mujeres preguntándome cuál de ellas era la encargada de interpretar mi personaje.
— No puedo creer que de verdad me convenciste en ver una actuación de segunda manos de nosotros mismos —me quejé.
— No tenemos que ver nada —contrarrestó Nate—. Venimos a escuchar lo que Lola tiene para decir y nos vamos.
— Yo me voy a trabajar, tú has lo que quieras...
Nate me dedicó una mirada que ignoré. Ya estaba exasperado, pero era divertido meterse con él. No puedo evitarlo.
Antes que pueda decir nada, Serena se cruzó en frente de nosotros. Tenía una expresión seria mientras caminaba con pasos rápidos.
— Hey, ¿está todo bien? —pregunté.
Pero no respondió, se hizo lugar entre nosotros para marcharse como un torbellino. Miré a Nate con confusión mientras seguíamos caminando.
Al llegar al salón del ensayo nos encontramos a Lola conversando con Dan y... ¿Blair? ¿Qué hace ella aquí?
— Oigan, chicos, ¿saben qué le pasó a Serena? —preguntó Nate—. Salió de aquí toda alterada.
— Oh, Dios —resopló Blair—. ¡Nos vio besarnos de vuelta!
Tomó su abrigo para ir tras ella.
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Parece que S y B no pueden encontrar ningún refugio del desagradable frío.
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Al parecer Lola había descubierto la existencia de Gossip Girl, así que Nate y yo la veíamos revisar el blog en silencio.
— No puedo creer todos los detalles que Gossip Girl conoce sobre sus vidas.
— Lo sé —contestó Nate—. Da miedo, ¿verdad? Entonces... ¿buscas a Blair para tu personaje o a Charlie para tu agenda secreta?
Al menos estaba yendo al punto.
— Lo siento, por haber sido tan misteriosa al respecto —Lola rió—. Es solo que esta situación es realmente extraña, y no quiero que te veas envuelta en ella.
Intenté no virar los ojos. Por suerte nuestros teléfonos sonaron para acaparar la atención.
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Vista: Charlie Rhodes entrando en el hospital.
Espero que sea para un chequeo y no que la estén ingresando.
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— Oh, Dios mío —dijo Lola levantándose.
— Supongo que sé adónde vamos —murmuró Nate. Al ver que yo no me movía, se paró en frente de mí—: Ey, ¿vienes?
— Tengo que ir a trabajar.
— Te alcanzamos a casa. Yo... solo quiero saber qué pasa.
Negué con la cabeza al escucharlo.
— Nate, está bien. Ve. No era mi asunto de todos modos.
— Bien —suspiró—. Luego te escribo. Y, sobre lo otro...
— Luego —decreté—. Ahora, es mejor que nos vayamos.
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Oh, oh, Ivy. ¿Sientes el fresco impregnando el aire? Ese es el Upper East Side dándote la espalda y arrojándote al frío.
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Cuando terminé de trabajar me encontré con un mensaje de Dan, comentándome que CeCe estaba en el hospital, aparentemente grave. Así que me dirigí hacia allí. No puedo imaginarme el mal momento que está atravesando Serena.
Cuando llegué, la encontré abrazada con Blair. Parece que pudieron solucionar las cosas después de todo.
— Hey, S —salude al acercame—. ¿Cómo estás?
— No lo sé —esbozó una sonrisa triste.
Acorté la distancia para abrazarla.
Cuando nos separamos, descubrimos a Lola a pocos pasos, mirándonos con una expresión afligida.
— Así que supongo que somos primas —le dijo Serena.
Espera, ¿qué?
Blair y yo nos miramos con confusión.
— Supongo que sí —murmuró Lola desganada.
— Mira, si alguna vez quieres tomar un café o algo así, me encantaría conocerte.
— Sí.... Hasta hace diez minutos, ni siquiera sabía que tenía una familia, así que perdóname si no estoy realmente interesada en "café o algo así".
De acuerdo, un poco ruda. La vimos desaparecer por la puerta del hospital.
— ¿Cómo que la chica del servicio de banquetes es tu prima? —cuestionó Blair mirando a Serena.
— Ah, están pasando muchas cosas aquí... ¿Están listas para enfrentar el caos?
Decidí no preguntar más, por ahora.
— Tengo que hacer una llamada —dijo Blair.
Me distraje observando las puertas del hospital. A través del cristal, pude distinguir a Lola acercándose a Nate afuera.
— ¿Ashley? —Serena llamó mi atención.
— Yo... un minuto. Ya regreso.
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Mientras esperamos que llegue la primavera, buscamos desesperadamente las señales de que el duro invierno está llegando a su fin. Y las señales son claras, un rayo de luz que atraviesa la oscuridad...
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El frío helado de una noche de invierno me recibe cuando salgo del hospital. Puedo ver a Nate y Lola conversar en las escaleras, así que camino hasta quedar a unos pasos de distancia, donde también puedo escuchar.
— Gracias por esperarme —le dijo Lola a Nate.
— No hay problema. ¿Encontraste a Charlie?
— Sí...
No podía ver su rostro, ya que me estaba dando la espalda, pero sonaba conmocionada.
— ¿Estás bien?
— No sé. Tengo que salir de aquí.
— Bueno, déjame llevarte a casa.
— Yo realmente no quiero estar sola... ¿puedo quedarme contigo?
Ahí está. La pregunta de Lola no es para nada inocente. Así que me encuentro inclinándome, esperando lo que Nate tiene para decirle.
— En realidad no —respondió. No puedo contener el sonido de asombro que se escapa de mis labios—. Lola, lo lamento, de verdad me agradas, pero... estoy interesado en alguien más. Y ella es mi prioridad.
Lola dice algo que no logro escuchar, pero no me importa. Ni me molestan sus intenciones, cuales ya había previsto. En este momento lo único que puedo pensar es en las palabras de Nate, y en lo que yo misma siento por decir.
Cuando ella se mete a un taxi, Nate sube las escaleras con las manos en los bolsillos. Un escalofrió recorre mi cuerpo cuando se detiene en frente de mí; pero él está apacible, con una sonrisa que acompaña el brillo de sus ojos azules.
— ¿Has terminado de escuchar a escondidas?
— ¿Es verdad lo que dijiste? —pregunté.
La sonrisa en su rostro persiste a pesar que se pone más serio.
— Todo lo que te dije es de verdad, lo que escuchaste también.
Sus palabras me siguen impactando. Hace sólo unas semanas había hecho las paces con que jamás íbamos a estar juntos de nuevo, y ahora todo pasó tan rápido que no puedo no sentirme mareada. Y muy confundida.
Todavía no hablamos, pero Nate parece tan seguro con lo que dice que logra convencerme. Pero, al mismo tiempo, no puedo evitar ser desconfiada. Tenemos tanta historia juntos... es imposible predecir lo que va a pasar. El asunto es si queremos arriesgarnos.
— Quiero que hablemos —declaré—. No sé si estoy lista, sinceramente no me importa. Necesito que resolvamos lo que nos pasa.
— De acuerdo. Lo que tú quieras.
— ¿Mañana? —pregunté frotándome las manos. Más por los nervios que por el frío.
— Mejor en dos días.
Abrí los ojos al escucharlo.
— Estuviste todo el día insistiendo con que lo que yo decida estaría bien, ¿y ahora quieres imponer bases y condiciones?
Nate suelta una carcajada y me encuentro sonriendo ante ese sonido.
— Solo porque no quiero que nada se interponga, y me parece prudente con todo lo que está pasando en la familia de Serena.
Por supuesto. Por un momento olvidé que hay un mundo además de nosotros.
— Claro —asentí—. Tienes razón... en dos días.
Nate se acerca más. Dejo de pestañear.
— Dos días —repite, y suena como una promesa.
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...el capullo de una nueva relación brotando del suelo helado, un aumento repentino de las temperaturas.
Pero no lo olviden, Upper East Siders, febrero no es el final del invierno en esta ciudad. Todavía hay un largo camino por recorrer.
Resulta que las islas tropicales son aburridas, y la falta de escándalo me está afectando. Así que he decidido subir la temperatura desde lejos. Tengo cierto correo electrónico del Chico Solitario que hará hervir la sangre de Chuck Bass.
Pero si crees que el invierno ha terminado, piénsalo de nuevo. Seguro que habrá otra ola de frío... y, lamentablemente, algunos no sobrevivirán.
Así que salgan del frío, mis Upper East Siders, y entren en la calidez acogedora de mi hogar. Mis puertas siempre están abiertas.
XOXO, Gossip Girl.
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N/A: El próximo capítulo >>>> ❤🩹