"La familia van der Woodsen no es ajena a los tabloides, pero esta vez parece que la madre de todos los escándalos rodea a la madre. Las fuentes dicen que Lily Humphrey podría enfrentar hasta diez años de prisión por falsificación y obstrucción a la justicia."
Escuchaba a la periodista de NY1 mientras tomaba el café que Dan me preparó. Había llegado a su loft hace dos horas, necesitaba su oído en algunos asuntos que están rondando por mi cabeza hace días. Y ahora, mientras yo me encontraba en el sofá mirando la televisión, él estaba encargándose de unas cosas en otro cuarto.
"¿Lily Humphrey terminará tras las rejas? La reina de sociedad supuestamente falsificó la firma de su hija en una declaración jurada que envió a un hombre inocente a la cárcel durante casi tres años. La víctima, Ben Donovan, ha sido absuelta de todos los cargos, pero es poco probable que Lily Humphrey tenga tanta suerte. Está encerrada en su ático mientras sus abogados se apresuran a llegar a un acuerdo.
Actualmente estamos fuera de la residencia del Upper East Side de los van der Woodsen. Los apostadores de la ciudad están apostando sobre la duración de su sentencia de prisión. [...]"
Serena llegó y se convirtió en un circo de reporteros hostigándola. Se estaba volviendo macabro. Tenía que hablar con ella luego.
Apagué la televisión, dejé la taza vacía en la cocina y me dirigí hacia donde se encontraba Dan. Al parecer estaba convirtiendo la antigua habitación de Jenny en una oficina. Ahora acomodaba la biblioteca.
— Hey, gracias por dejarme venir aquí —dije desde la puerta—. Necesitaba descargar mis dramas universitarios, pero todo a nuestro alrededor es un caos. El arresto de Lily, Russell, Industrias Bass...
Nate y Raina.
— Sí, claro, mi casa es tu guarida —sonrió.
— Me sorprende que Serena no te llamara de refuerzo.
— Lo hizo, pero quise evitar esa guerra por ahora —tomó otro libro—. Oye, ¿William Carlos Williams va bajo la W o la C?
Entré a la habitación, sentándome en un sofá.
— No te había visto pasar la oportunidad de salvar a Serena... nunca antes —comenté con recelo—. ¿Y ordenas alfabéticamente? ¿Qué pasa?
Me miró como si estuviera pensando si hablarme al respecto o no.
— Está bien, ¿juras no decirle a nadie ni reírte? —preguntó serio.
— Llevaré tu secreto a la tumba, pero la risa... es una respuesta corporal incontrolable —me encogí de hombros.
Lo vi acercarse despacio, hasta detenerse frente a mí. Entonces miró al suelo, tomando aire antes de mirarme.
¿Qué podía ser tan grave?
— Besé a Blair Waldorf.
Abrí los ojos con sorpresa, para luego comenzar a reír a carcajadas.
— Wow, eso... no lo vi venir.
— Ni yo. Solo fue una vez... y fue raro.
— Me lo imagino, sí —asentí con diversión.
— ¿Pero raro, bien? —entrecerró los ojos—. Cómo: "Vaya, qué raro, es un buen beso". ¿O raro, malo? Cómo, ya sabes: "Vaya, raro".
Lo miré riendo.
— ¿No te dio ninguna señal en el momento?
— No. No, solamente se fue caminando. Impactada —volvió a la biblioteca—. Me dejó parado en su recibidor.
— Misterioso —alcé las cejas. Entonces pensé algo—: Espera, ¿eso fue después de la fiesta en el Empire? —Dan asintió—. Chuck fue a verla y no quiso ni siquiera abrirle la puerta de su dormitorio.
Si Charles ya estaba borracho y alterado, eso obviamente no había ayudado. Tuve que arrastrarlo a su cama una vez que dejamos el penthouse. Y descubrir la razón de la indiferencia de Blair no mejora la situación.
— ¡Chuck! —Dan abrió los ojos como si recordara—. No puedes decirle, Ash.
— Oh, no lo haré —negué con una risa—. No voy a mandarme a la hoguera a mí misma. Además, está bastante ocupado después de todo... Pero, volviendo al beso...
— Hice lo que creí correcto, la llamé al día siguiente. No he sabido de ella en casi una semana.
Me levanté del sofá lentamente. Ahora estaba más interesada en su comportamiento.
— Espera, ¿por qué te importa tanto? ¿Acaso ella te... gusta?
— ¿Qué? No, no, no, no me gusta —negó rápido con la cabeza—. Claro que no. Para nada, solo me da curiosidad —entrecerré los ojos. Se había puesto a la defensiva de repente—. Y, sabes, ella... digo, huele rico.
— Por Dios —abrí la boca con asombro—. ¡Tienes un gran flechazo por Blair Waldorf!
Dan me miró en silencio.
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Oh, oh, Lily. Parece que en vez de estar en las páginas, te aventarán el libro encima.
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Mi familia había sido convocada para hacer un retrato en el libro Taschen, donde se inmortalizará a todas las familias poderosas de Nueva York. La temática sería "Realeza Moderna". Así que esa tarde me dirigí a la sede donde se realizarían las fotografías.
Los estilitas corrían de un lado a otro mientras trataban de llegar a tiempo. Yo estaba sentada frente a un espejo con mi maquillaje listo, estaban trabajando en mi cabello. Después de esto solo faltaba vestirme.
— La temática de nuestro retrato será La Dolce Vita —dijo mi mamá efusiva—. ¡Tiene que ser perfecto!
— Dios nos libre —murmuró mi padre, anudando su corbata.
Reí por lo bajo. Este retrato era muy importante para mi mamá, estaba obsesionada con que saliera excelente. Por mi lado, aprovechaba su disposición para evitar cuestiones relacionadas a mi carrera académica con las que me había torturado semanas antes. Mientras más distraída estuviera con esto, menos ímpetu pondría en tratar de controlarme, y así tendría más tiempo para organizar qué iba a hacer con mi vida ahora que terminaba el semestre.
Una vez que mi peinado estaba listo, pasé suavemente mis dedos en los rizos.
— Bellissima —dijo mi mamá, apretándome suavemente el hombro.
Le dediqué una sonrisa por el espejo.
— No tanto como tú.
Mi teléfono comenzó a sonar en mi regazo, obligándome correr la vista.
Llamada entrante: Dan.
— Debo atender —me levanté—. Ya regreso.
— Cariño...
— Ya regreso, mamá —la tranquilicé—. Es solo un minuto.
Ella asintió, así que me alejé para conseguir privacidad. Después de la bomba del beso con Blair, y su aparente enamoramiento, no podía dejar a Dan colgado. Ya estaba bastante confundido cuando dejé su loft esta mañana.
— Hola —atendí— ¿Todo bien?
— Me dijeron que seré incluido en el libro de Realeza Moderna.
Fruncí el ceño.
— Uh, sin ofender, pero... ¿por qué?
— No me ofendo porque eso pensé yo también. Según ellos, hay una sección de "prometedores".
— Oh, eso suena muy inventado —contesté sincera—. Emm, sabes, Blair está trabajando en la sesión de fotos. Temprano llamó para confirmar la hora. ¿Quizás ella te metió?
— ¿Por qué, para elevar mi estatus social y ser un pretendiente más adecuado? —rió. Luego se dedicó a pensarlo mejor—: De hecho, eso suena a ella por completo.
— Y normalmente, eso te parecería muy repelente. Excepto que no esta vez... porque ella te gusta —respondí, sin objeciones de su parte—. ¿Serena ya sabe?
Aún sigo desconcertada por todo el asunto "Dan gustando de Blair", pero elijo ser una buena amiga y dejar de lado mis propios pensamientos al respecto.
— Fue un beso, no hay nada que saber. Todavía.
— Solo, ten cuidado...
— ¡Ashley! —me llamó mi padre.
— ...y usa un traje bonito —completé—. Tengo que irme. Adiós.
Colgué la llamada, regresando a donde estaban todos.
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Dicen que la fortuna favorece al audaz. Pero cuidado con las mentiras audaces que vienen con los favores de la fortuna.
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Las fotos salieron excelentes. Tuve que posar sola, con mi padres por separado y luego los tres juntos. Según Forbes, estamos en el Top 3 de las familias con mayor patrimonio e influencia en Nueva York. De algún modo, nuestro lugar en el libro es privilegiado.
Una vez que la sesión terminó, nos invitaron una copa de champán y dimos algunas entrevistas. Ya era hora de irnos, así que me dirigí al vestidor para volver a mi ropa. Pero en el pasillo me encontré con Blair, Serena y una chica bastante parecida a ella, pero con ojos marrones.
— Ash —me detuvo Serena—. Esta es mi prima, Charlie Rhodes —presentó a la rubia desconocida.
— Hola —le estreché la mano.
— ¿La Ashley? —me miró asombrada—. Un honor.
Le sonreí levemente. La había conocido cuando éramos pequeñas, en un viaje en el yate del segundo esposo de Lily, pero luego de eso habían perdido el contacto con la tía de Serena. Estoy un poco intrigada en saber por qué volvieron de repente.
— Tenemos antojo de vainilla pacana y noche de chicas —comentó Blair—. ¿Vamos?
La miré unos segundos, parecía desganada. Todavía necesitaba averiguar acerca de lo que pasó con Dan, ya que lo vi unos minutos entre tomas, pero no supe más de él. Lo malo es que ahora no tenía tiempo.
— Cena Clayton —rechacé—. ¿Otro día?
— De acuerdo —Serena sonrió.
Me despedí, viéndolas marchase de la mano.
Seguí caminando hasta que noté a Charles siendo fotografiado, sin nadie más. No sabía que representaría a su familia solo. Aunque no se lleve muy bien con Jack, creí que lo llamaría para el retrato. Me entristeció verlo. Rápidamente pensé en un plan.
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Pobre príncipe perdido. ¿Cuál es el objeto de tener un reino si vas a reinar solo?
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Mis padres aparecieron para informarme que la limusina esperaba. Les pedí quedarnos un rato más, necesitaba hacer algo.
— Chuck —lo saludé cuando se acercó a la puerta—. Terminaste.
— Sí. Patrick, Laura —los saludó con la cabeza—. ¿Qué hacen todavía aquí?
— Tenemos reservación en Per Se... puedes venir —ofrecí.
— ¿No cenarán los tres? Me dijiste que hace mucho que no coinciden para una cena familiar, no quiero estorbar.
— No estorbas, queremos que vayas.
— Y hace tiempo que tuve que pasar por desagrado de cambiarte los pañales, de todos modos —agregó mi papá con falso disgusto.
Mi madre y yo reímos. Chuck nos miró con una expresión más agradable.
— Bueno... sería fabuloso. En serio.
— Somos tu familia, ¿no? —dijo mi mamá.
Mientras mis padres se adelantaban en salir, me quedé junto a Chuck.
— Que te fotografíen solo, no quiere decir que lo estés —concluí en voz baja.
— Gracias —sonrió con timidez—. En serio.
Negué con la cabeza. Y entrelazando nuestros brazos, nos guie hacia afuera.
— Sin dudas debemos parar en algún supermercado para comprar unas papas fritas antes. La cena en nueve pasos se vuelve eterna.
— Bueno, creí que te encantaba el caviar Ossetra —cuestionó Chuck.
— No si tengo que esperar dos horas para que lo sirvan —me encogí de hombros—. ¿Algo más pasó esta noche, cierto?
— Sí, pero mejor hablar de eso luego... Ahora prefiero ver como pasas del plato uno al nueve en un abrir y cerrar de ojos debido a tu insaciable apetito —comentó divertido, haciéndome lanzarle una mirada—. Es impresionante cómo sigues en forma.
— Se llama seguir una rutina, deberías probarlo alguna vez —bufé—. Esto es solo un antojo al cual no puedo negarme.
Nos paramos al lado del auto.
— Entonces la mejor forma de llegar a tu corazón sigue siendo por tu estomago —me abrió la puerta—. ¿il laboratorio del gelato como postre?
— Qué bien que me conoces —contesté con una sonrisa.
Entré al auto mientras lo escuchaba reír.
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Yendo por el camino engañoso te arriesgas a encontrar el infierno en lugar del "fueron felices por siempre". Como en cualquier viaje, con quién viajas puede ser más importante que tu destino. Nunca sabes a quién te encontrarás en el camino.
¿Quién sabe? Tal vez los cuentos de hadas se vuelven realidad después de todo.
XOXO, Gossip Girl.
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