81. “¿Cómo te llamas?” (Jin Sook)
De camino al cuarto que Leeteuk amablemente había reservado para mí y los niños me di cuenta que tenía un problema. Estaba contenta por que Heechul por fin pudiese ser feliz con su chino, pero eso me había hecho ver lo sola que estaba… Claro que le tenía a él… Sabía que no me dejaría tirada, pero de todos modos… ¿Iba a estar siempre sola? Había tenido algunas relaciones, pero apenas habían durado. Las chicas coreanas, aunque fuesen lesbianas, terminaban casándose con hombres… Como lo había hecho yo pero con peor suerte, porque mi marido era gay… Pero los de ellas no. Así que al final, había optado por rendirme. Ya no buscaba a nadie. Y eso…. Me hacía sentir horrible creer que mi futuro sería simplemente criar de mi hija… ¿Y cuando ella fuera mayor? ¿Qué haría yo? Heechul estaría con Hangeng, pero… ¿Yo? ¿Sería siempre la pieza entre ellos dos?
-Why are you sad?-inquirió Hayden.
No le entendía. Yo no era Buena en inglés, así que me paré y le miré frunciendo el ceño. Entonces él puso cara triste y luego me señaló. ¿Por qué estaba triste? Me estaba preguntando eso. Negué con la cabeza y sujetando a mi pequeñina con un solo brazo, me toqué el estómago, como diciéndole que me dolía. Era mentira, pero no podía explicarle a un niño de ocho años americano cómo me sentía. Básicamente porque era un crío y porque no hablábamos el mismo idioma.
Continuamos caminando hasta la habitación y entramos. Mi bebita ya estaba dormida, así que la puse en la cuna. Habíamos pedido una. Bao se restregaba los ojitos cansado y bostezaba. Los cogí y le di un besito en la frente. Era un niño precioso. Con él tendría que crear vínculos a la larga, si la relación de su padre con mi marido funcionaba.
Le quité las bambitas, lo tumbé en la cama y lo tapé. No tardó ni dos segundos en dormirse. Hayden, en cambio, se quedó sentadito mirándome. Se había descalzado y me miraba atento.
-You are sad…-volvió a poner la carita triste y me señaló- ¿Why?
Era un chico listo. Suspiré y me abracé a mi misma y luego negué haciendo una cruz con los brazos.
-No tengo quien me quiera.-dije en coreano aunque no me entendería.
Gracias a dios, el lenguaje de signos es universal. Y él era muy listo.
-I love you.-se puso de pie y me abrazó.
Como una idiota, empecé a llorar. Me agaché, arrodillándome en el suelo y dejé que un niño de ocho años me consolara. Me dio besitos por la cara y en la frente y me abrazó con fuerza. Me quedé así unos diez minutos, ambos en silencio, hasta que volvió a hablarme.
-I love you... You're a good person ... You're beautiful ... –dijo con su vocecilla.
Yo solo entendía que me quería, nada más, pero sabía que estaba siendo dulce conmigo.
-Will I seek my uncle Heechul?-inquirió.
Entendí “Heechul” y negué rápidamente con la cabeza. No quería que Heechul me viese así, porque se sentiría mal. Me sequé la cara y me puse en pie. Me incliné y le di un beso en la mejilla a Hayden.
-Gracias.-dije.
Negó y me sonrió.
-Voy al baño.-señalé la puerta- Ve a dormir.-a continuación le señalé la cama.
Me hizo caso y se fue hacia la cama y yo entré en el baño. Me lavé la cara y luego me miré al espejo. ¿Qué narices me pasaba? Estaba preocupando a un crío… ¿Y desde cuando yo iba dando pena por las esquinas? No, ni hablar. Entonces alguien llamó a la puerta del baño. Imaginé que sería Hayden. Abrí y me encontré con una chica. Era del hotel porque llevaba el uniforme… Y era occidental, con el pelo violeta por los hombros. Además, me sonaba.
-No hemos pedido nada.-comenté.
-Vaya… Pues me han llamado para que venga a hacer de niñera.-respondió.
-Ah… No es necesario. Puedes irte. Gracias.
-No. No puedo. Me han pagado personalmente para que me quede…-dijo tranquila.
Entonces recordé de qué me sonaba. Era la chica que me había traído los pañales.
-¿Está bien? Tiene los ojos rojos. –dijo.
-Si, estoy bien…-asentí- Solo se me ha metido algo en el ojo.-mentí.
-Déjeme ver.-me empujó un poco, haciéndome sentar en el inodoro y cogiendo mi cara entre sus manos.
Sentí como un chispazo. El contacto de sus manos en mi piel me hizo poner nerviosa. ¿Qué me pasaba? Me abrió el ojo con cuidado y acercó su cara mucho a la mía, soplándome con cuidado. Dejé de respirar por la proximidad y me quedé inmóvil.
-¿Mejor?-preguntó.
-Si…Si… Mucho mejor.-asentí.
Sonrió y se separó un poco.
-¿Cuál de los tres niños es suyo?-inquirió.
-¿Eh? Ah…-salí de mi trance- El bebé. La niña.
-Es muy bonita. ¿Por qué está usted aquí sola y el resto en la fiesta de la suite?
-Es que los niños estaban cansados.
-Ah, claro, y sus padres no pueden hacerse cargo. Tiene que quedarse usted.-dijo con ironía.
Me sorprendió bastante ya que le pagaba para tratar bien al cliente y ella se dio cuenta en el acto e hizo una mueca.
-Perdón. Hablo de más. Soy una bocazas.
-No pasa nada. No te vas a ir. ¿Verdad?
-Verdad.
-Pues entonces, háblame de tú. No de usted.-le pedí- Y salgamos del baño.
Asintió y volvimos al cuarto. Ya los tres enanos dormían. Nos sentamos en las sillas que había al lado de la mesa y la observé bien. Era guapa, y sentía curiosidad… Su forma de mirarme era extraña.
-¿Tu marido es uno de los que están arriba, no?-inquirió.
-Si.-sonreí- Es un sol.
-Si, un sol que hace llorar a su mujer. Ya lo creo, debe de ser un gran hombre.-puso los ojos en blanco.
-¿Perdona?-aluciné.
-Mierda… No me hagas caso… Es que soy de las que dicen lo que piensan en el momento. Luego me arrepiento.-suspiró.
-Hombre… No está mal. A mi también me gusta ser sincera, pero… Estás trabajando. Puede costarte el puesto.
-No me denunciarás por esto.-negó- Aunque puede que si por otra cosa.
-¿Por qué?
Aquella chica era extraña. Me costaba seguirle el hilo pero al mismo tiempo me tenía cautivada. Era una persona curiosa.
-Por decirte que no sé qué haces casada si eres lesbiana.-soltó con serenidad.
Boquiabierta me dejó. ¿Cómo sabía ella eso?
-¿Perdona?-estaba en shock.
-Yo soy lesbiana.-dijo- Y en cuanto te vi, me pareciste interesante. Me gustaste… No sé…
-Pe…Pero si me has visto solo hace un rato.
-Ya. ¿Y? Suficiente para que me gustes un poco al menos. Y sé que tú lo eres porque tienes cara de mujer insatisfecha. Todos arriba en la fiesta… ¿Y tú de niñera y llorando?
-Podría ser que llorase por cualquier problema.-me defendí.
-Si, podría ser. Pero yo tengo razón. Y ¿sabes? No quiero asustarte…
-Pues lo estás consiguiendo…-respondí levantándome de la silla.
-Espera… No te digo esto para asustarte… Quiero ser tu amiga. Soy buena escuchando. Aunque sea un tanto idiota a veces con lo que digo. No te estoy pidiendo nada raro. Solo… Amistad. Eres la primera coreana lesbiana que conozco… Llevo aquí dos años y aunque tengo amigas… No puedo decirles que en realidad me gustan las mujeres… Ni hablar de chicas… Porque se escandalizarían. Tú necesitas una amiga… Y yo también. Creo que puede funcionar. ¿No crees? –propuso.
Dios… Debía de estar loca pero… Por alguna razón, en vez de pedirle que se fuera, en vez de decirle que como empleada estaba siendo un poco descortés… Yo…
-¿Cómo te llamas?-inquirí.
-Cath.-sonrió tendiéndome una mano- ¿Y tú?
-Jin Sook…