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Buenos días, Upper East Siders. Espero que hayan dormido bien... o que al menos hayan tenido un buen juego nocturno.
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Terminaba de aplicarme máscara de pestañas cuando noté a Oliver entrando a mi habitación. Había estado hablando por teléfono desde antes que me despertara, así que era la primera vez que nos veíamos en el día.
— Buenos días —me saludó acercándose.
Dejé de mirar mi reflejo para darme la vuelta.
— Buenos días.
Uní nuestros labios en un rápido beso, antes de que Oliver caminara unos pasos y se dejara caer en la cama. Reí ante su facilidad para quedarse en la misma posición.
— Sé que estas cansado, pero debo recordarte que hoy tenemos el ballet —comenté, poniéndome mi reloj—. Principalmente porque no quiero que te quedes dormido.
— ¿Ballet? —murmuró, su voz ahogada por la almohada.
— Sí... te lo dije hace unos días.
— Lo había olvidado.
Oh.
Había estado desconectado. Para empezar, lo inevitable sucedió, viajaría a Londres en tres días. Y fue imposible atrasar más la conversación que ambos sabíamos que debíamos tener... Aunque no queremos distanciarnos, somos conscientes de que nuestras obligaciones nos lo exigen. Oliver perdería una gran oportunidad si no vuelve a su país, a su lugar, con su gente, y no quiero ser la responsable de arruinar eso. Más que nada porque ninguno de los dos quiere convertir nuestra relación en una carga, se supone que buscamos todo lo contrario.
Después de horas de exponer nuestras opiniones y discutir una resolución, acordamos que él volvería a Londres y yo me quedaría aquí. Seguiría igual que ahora, solo que alejada de él hasta un tiempo indefinido por el momento. Por supuesto que me angustia saber que no voy a poder estar a su lado todo el tiempo, a pesar de que prometimos hablar todos los días; pero siento que si no lo hacemos de esta forma, nos daremos por vencidos antes de probar si funciona. Somos adultos teniendo una relación de adultos, y si queremos salir adelante entonces debemos esforzarnos. O partir caminos opuestos, algo que descartamos ni bien la charla comenzó.
Así que... sí, probablemente sean los últimos días que compartamos en mucho tiempo y no puedo evitar sentirme un poco mal porque no recordó el ballet. A pesar de que sé que no lo hizo apropósito.
— Lo lamento —se disculpó, acomodándose en la cama para mirarme—. No quise sonar desinteresado. Estos días han sido un infierno. Y saber que dentro de poco no estarem...
— Lo sé —lo interrumpí—. Lo entiendo. Quizás no sea la forma en la que pensaste pasar tus últimos días aquí.
Oliver se levantó, caminando hacia mí.
— La única forma en la que quiero pasar estos días es a tu lado, no importa cómo —me tomó de la barbilla, obligándome a sonreír—. Además, ahora que lo recuerdo, has estado un poco emocionada con todo este asunto del ballet... ¿te importa contarme por qué?
Mi sonrisa creció aún más al saber que se dió cuenta de eso.
— Barbie en el Cascanueces se convirtió en una de mis películas favoritas al salir cuando tenía diez años, causando que lo obligara a Chuck a mirarla conmigo en cada navidad desde entonces... y logrando luego que molestara a mis padres cada año a que me llevaran a ver la obra en el New York City Ballet —expliqué, un poco avergonzada por la infantilidad—. Este año he sido invitada por los organizadores del evento a el estreno de la temporada, así que es algo importante. Lamentablemente Charles ha estado desaparecido estos últimos días, quizás escondiéndose de mí, así que serás arrastrado conmigo.
Oliver soltó una pequeña risa, tomándome de la cintura.
— Supongo que es el precio a pagar por tener una novia nacida en los 90 —resopló, haciéndome golpearle el hombro—. Estoy bromeando, cariño, por supuesto que quiero ser tu acompañante sustituto.
— No eres un sustituto, tonto.
Mi teléfono sonó sobre el tocador, así que me alejé de él para tomarlo.
Mensaje de Vanessa:
Dan se fue a desayunar con Rufus. Puedes venir.
— ¿Quién te escribe a esta hora?
— Vanessa —contesté, guardándome el teléfono en el bolsillo—. Necesita hacerme unas preguntas para un trabajo de la universidad.
— Me había olvidado que salgo con una superestrella... Bueno, en realidad no. Es muy complicado olvidarme.
— Es agotador —suspiré divertida, colgándome mi bolso—. ¿Nos vemos más tarde? No olvides ponerte una alarma si piensas en dormir.
— Suerte —me dió un beso.
Entonces se dejó caer nuevamente en la cama. Yo le dedique un último vistazo antes de marcharme con una sonrisa.
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En la ciudad que nunca duerme, es importante siempre estar alerta. Porque si pestañeas, puedes perderte algo... o a alguien.
Pero ten cuidado, ya que la verdad puede abrirte los ojos.
¿Ya les he dicho buenos días? Esta es su llamada de despertador.
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Esperaba sentada en la isla de la cocina mientras Vanessa preparaba café.
— No tenía idea de que fueras fan de Colin Forrester —dijo, ojeando el libro que sobresalía de mi bolso—. Vi a Matt Lauer entrevistarlo en el programa "Today" recientemente.
— ¿Sí? ¿De qué se trataba?
— Quién era más lindo... o tal vez solo fui yo quien pensó eso —frunció el ceño.
Reí un poco,
— Bueno, es uno de mis profesores en Columbia. Y como Serena tiene el libro, pensé en pedírselo prestado para impresionar a mi padre con algunos datos de negocios en Acción de Gracias... estoy practicando —sonreí. Vanessa agachó la cabeza, dedicándose a lo que estaba haciendo—. Y tú te retiraste de esta conversación en el momento en que apareció la palabra con "S".
— Lo siento, pero desde la debacle de la Casa Hamilton, estoy muerta para todos en la vida de Serena, excepto para ti —se acercó con las dos tazas—. Nate ni siquiera me devuelve las llamadas.
— Si te hace sentir mejor, Dan es el segundo más odiado —le di un sorbo a mi café—. Seguro te habló de que me robó el tratado.
Yo tampoco había estado devolviéndole las llamadas desde la fiesta de Blair. Seguía enojada por su abuso de confianza.
— Bueno, a diferencia de Dan, yo no hice nada. Juliet me engañó, está loca. ¿Te suena algo de eso? —alzó las cejas.
Asentí, tenía un punto válido.
Justo en ese momento, se escucharon unos golpes en la puerta. Vanessa hizo gesto para que esperara antes de caminar hacia allí. Yo me dediqué a beber de mi taza.
— Hola.
Mi cabeza se dirigió hacia dónde provino la voz de Nate.
— ¿Así devuelves las llamadas? —le preguntó Vanessa, abriendo totalmente la puerta.
— Fui al departamento de Juliet esta mañana... y resulta que no vive allí. Nunca lo ha hecho.
— ¿Qué? —pregunté, sin poder contenerme.
Fue en ese momento que Nate notó mi presencia, sin mucho entusiasmo.
— Hola —saludé en voz baja.
— Hola... Mira, lo siento, Vanessa —regresó su atención a ella—. Debí haberte creído cuando me dijiste que te tendió una trampa. Juliet es una mentirosa. Me ha estado mintiendo todo este tiempo.
Viré los ojos. Y es que siempre ocurre lo mismo. Tiene que darse la cabeza contra la pared para entender lo que los demás vienen diciéndole hace tiempo.
— ¡Por fin! —Vanessa festejó—. Te tomó el tiempo suficiente. Pero en serio, aprecio que me lo digas.
— ¿Y tú? —Nate me miró—. ¿No dirás nada?
— En realidad, estaba aguantándome las ganas de decirte "te lo dije" —me encogí de hombros.
Soltó una risa, negando con la cabeza.
— Bueno, ¿sería mucho pedir que me ayuden a descubrir qué está escondiendo?
— Déjame ver... ¿escribir un ensayo sobre la dramática industria del modelaje, o una misión secreta que pueda ayudar a limpiar mi nombre? —pensó Vanessa. Entonces giró para mirarme—: Lo siento, Ash.
— Déjenme buscar mi bolso —pedí levantándome.
De todos modos, yo también estaba interesada en saber lo que ocultaba.
•••
Mientras Nate se dirigía a la universidad para hablar con Juliet y tratar de sacarle información, nosotras nos dedicamos a buscar su dirección. Fue más fácil de lo que pensé, a partir de su perfil en Foursquare descubrimos que se registraba seguido en la tienda Ollie's, así que le pagamos al repartidor de la zona para que nos dijera dónde vive.
Mensaje de Nate:
Estoy con ella ahora. ¿Avances?
Mensaje para Nate:
Encontramos su dirección. Estamos en camino. ¡Distráela!
Y entrar a su departamento parece ser igual de fácil... Juliet probablemente debería mudarse a un vecindario más seguro. Aunque se vuelve tedioso cuando tenemos que subir cinco pisos por escaleras, ya que no hay elevador.
— ¿Cómo convenciste al portero para que nos deje pasar? —me preguntó Vanessa.
— Le dije mi apellido —contesté, girando la llave. Ella me lanzó una mirada—: Sí, lo sé. No lo hago seguido, pero el poder y la corrupción en estas oportunidades pueden ser muy útiles. ¡Pero no hubo amenazas! Al menos no explicitas...
Una vez que desbloqueé la cerradura, abrí la puerta para dejarnos pasar. A primera vista, se podía observar todo el ambiente. Era muy pequeño, desordenado, con prendas de diseñador nuevas colgadas y un aplicador de etiquetas sobre la cama. También había cosas sucias desparramadas en el suelo.
Mientras Vanessa prendía su computadora, colocada en una repleta mesa circular, yo recorrí el lugar en busca de alguna pista que indicara el por qué de sus mentiras. Hasta ahora, solo parecía que fingía tener dinero. No era difícil deducirlo teniendo en cuenta el vecindario en el que vive y la ropa que probablemente usa antes de devolverla a la tienda.
Estaba investigando el ecosistema creado alrededor de una rebanada de pizza mordida, cuando mi teléfono sonó.
Mensaje de Nate:
Cancelen. Tengo la verdad. Hablamos después.
Suspiré rendida.
— Es Nate, quiere cancelar el plan —le conté a Vanessa—. Supongo que Juliet habrá llorando un poco y, bueno, ya lo conocemos... ¿te llevo a tu casa? —la quedé mirando, pero no respondió—. ¿Vanessa, encontraste algo?
— No, no —bajó la pantalla de la computadora—. Lo siento... Ve tú, quiero esperar a que llegue Juliet para hablar.
— ¿Y cómo le explicarás que entraste a su casa? —fruncí el ceño.
— Porteros corruptos, ¿recuerdas?
Dudé, pero ya no me importaba. Intenté ayudar a Nate, él eligió confiar en alguien que ya le ha mentido a lo grande, así que no tengo por qué seguir perdiendo mi tiempo.
— Bien —acepté—. Adiós.
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Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Pero en este caso, solo hay tres palabras para describir adecuadamente estas imágenes: "Oh, por Dios".
Parece que el chip de resentimiento que tiene Vanessa se acaba de digitalizar.
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Ya era la hora del ballet. En la entrada nos sacamos fotos y crucé una que otra palabra con la prensa. Parece que de algún modo descubrieron que Oliver está involucrado en un gran proyecto y no perdieron el tiempo para preguntarnos al respecto, con bastante cizaña sobre el futuro de nuestra relación. Pero no es algo ajeno a lo que estoy acostumbrada. Estaba más interesada en demostrar lo increíble que nos veíamos en nuestros maravillosos atuendos Versace.
Vi a Nate llegar del brazo con Juliet, lo que me hizo virar los ojos. Mis suposiciones no estaban equivocadas, ella de alguna forma logró que se olvidara de todos sus errores. Para nada una sorpresa.
Nosotros nos dedicamos a beber una copa de champán mientras esperábamos que el show comenzara.
— Gracias a todos por venir al evento benéfico de esta noche, inaugurando la temporada de invierno del ballet de la ciudad de Nueva York —dijo uno de los organizadores—. El programa de hoy está dedicado al difunto George Balanchine, un verdadero pionero en el mundo de la danza y fundador de esta gran organización... y también un buen amigo mío. Salud.
Levanté mi copa a la distancia, haciendo una especie de brindis irónico con Oliver. Apenas había tragado el sorbo de champán cuando Nate apareció en mi campo visual. La bebida se sintió amarga en mi garganta.
— ¿Por qué no me mencionaste nada de las fotos? —preguntó serio.
— ¿Qué fotos? —cuestioné, pasando por alto que ni siquiera haya saludado.
— Las que encontraron en el departamento de Juliet, de Serena besándose con el profesor —explicó. Mi expresión confundida solo se agrandó—. Supongo que Vanessa las encontró, entonces —suspiró—. Quiere mostrárselas a la decana.
Eso me hizo abrir los ojos.
— No podemos dejar que ocurra —dije, apoyando mi copa en la barra.
— Lo sé, vamos.
No tuve tiempo a reaccionar, ya que Nate me tomó de la mano e inmediatamente empezó a caminar. Por suerte conservaba un poco de sentido común, así que luego de que me arrastrara unos pasos, logré soltarme y girar hacia Oliver, quien miraba la situación absorto:
— Ya vuelvo, es importante. ¿Por qué no vas a buscar un lugar en el que se aprecie bien el show?
— De acuerdo —murmuró sin mucha alegría.
Le sonreí con culpa. No quería pasar una de nuestras últimas noches juntos envuelta en un drama, pero el Upper East Side parecía no querer dejarme en paz. Así que me dediqué a caminar junto a Nate, quien miraba al frente con total normalidad.
— ¿Qué fue eso? —demandé.
— Tenemos que encontrar a Blair —me ignoró, concentrado en el camino.
Él quería evadir el tema, pero yo no. Me tomó la mano, repentinamente, y en frente de Oliver, quien ni siquiera sabía que habíamos estado juntos temprano.
— Nate...
— Ahí está —dijo, apresurando el paso.
Decidí no insistir por el momento, ya que literalmente no teníamos tiempo para detener la catástrofe que se produciría. Entonces caminamos hacia donde se encontraba Blair para ponerla al día.
De hecho, había cosas que ni yo sabía de Juliet aún. Como por ejemplo, que Colin es su primo, quien además le paga su matrícula y su renta. O, mejor aún, que trató de darle lastima a Nate diciéndole que tomaba el metro al norte dos veces al mes para comprar en las tiendas de descuentos, o que se peinaba su propio cabello... sí.
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Ponte tus zapatos de punta, Serena. Va a ser difícil bailar con gracia para librarte de esto.
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Cuando vimos que Juliet y Vanessa captaban a la decana, decidimos que era hora de accionar. Los tres nos acercamos.
— Decana Reuther, ¿me podría dar un momento por favor? —preguntó Blair.
— Por supuesto que está involucrada en esto, señorita Waldorf —refunfuñó—. Le dije a usted y a la señorita van der Woodsen que se mantuvieran alejadas de mi radar.
Justo en ese momento, Serena se acercó junto a Colin.
— Decana Reuther, no estoy mintiendo —se defendió Juliet.
— ¿Qué está pasando? —preguntó Colin confundido.
— Nada que lo incumba, profesor... o a alguien por el momento.
— En realidad, le concierne a Colin —dijo Juliet—. Es el que está en las fotos con Serena.
Me asombra que haga esto con Colin, su propia familia. ¿De verdad piensa traicionarlo así? ¿Y por qué, por envidia a Serena?
— ¿Es por ello que renunciaste a tu puesto hoy? —le preguntó la decana.
Oh, otra información de la cual no tenía idea. Supongo que en serio le gusta Serena.
— Si bien es cierto que renuncié debido a mi relación con una estudiante, no es asunto de nadie saber quién es la estudiante. Lo que interesa es que la responsabilidad es mía. Y la asumí al dejar mi puesto.
— Es algo admirable, Colin —reconoció la decana—. Y si bien, normalmente, es el profesor en las relaciones estudiante-profesor el que asume la responsabilidad por cualquier impropiedad, si esa estudiante está bajo sospecha de ofrecer sexo por calificaciones en el pasado... creo que quizá necesitamos examinar la situación un poco más de cerca.
Y regresamos al mismo tema.
— Déjeme buscar mi cámara —dijo Vanessa sonriendo.
— Aquí tiene, puede mirar todo lo que usted quiera —Juliet le ofreció un pendrive.
— Déjame ayudarte con eso —dije, aarrebatándole el pendrive para luego dejarlo caer al suelo. Rápidamente lo pisé con fuerza, logrando que estallara en pedacitos—. Ohh, supongo que mis tacones son más duros de lo que creía... que torpe —lamenté con falsa ingenuidad.
Mientras las chicas me miraban con impotencia, Nate me dedicó una sonrisa.
— De todos modos, no quería mirar esas fotos, ya que Serena no estaba en ellas —le dijo Blair a la decana—. Estaba yo.
— Blair, no tienes que hacer esto —contestó Serena.
— ¿Por qué pondría en peligro mi carrera universitaria mintiendo? Así que adelante, despida a Colin. Oh, espera, ¡ya renunció! Así que vamos a entrar todos y disfrutar el espectáculo —sonrió.
— Si me permiten decir algo... yo en primer lugar, puedo corroborar la historia de la señorita Waldorf —dijo Chuck, que no tengo idea en qué momento llegó—. En efecto estaba teniendo un romance con el profesor Forrester. Sé esto porque guardo un resguardo de todos los que Blair ve y habla, debido a mis celos insaciables... Sin embargo, indicó que él no la satisfacía como yo lo hacía antes.
El silencio dominó por unos segundos. Creo que todos estábamos preguntándonos qué hacer con esa información.
— Es cierto —confirmó Blair al fin.
La decana apartó la mirada, completamente desconcertada.
— ¿No lo ve? —cuestionó Juliet—. Todos se protegen.
— Esto es lo que siempre hacen —agregó Vanessa.
— Lo siento, ¿quién eres? —le preguntó la decana.
No pude evitar soltar una pequeña risa luego de eso. Y pensar que he defendido a Vanessa todo este tiempo, para que al final vuelva con quién le dió la espalda antes.
— Señorita Sharp, la realidad es que sin pruebas no puedo decir quién está diciendo la verdad —continuó la decana, dedicándonos una mirada a todos.
— Sí, bueno, pero había pruebas... hasta que Ashley las aplastó —se quejó.
Yo sonreí, pisando más fuerte lo poco que quedaba del pendrive.
En ese momento tocaron una campana, avisando que la obra iba a comenzar en unos instantes. Nate y Chuck aprovecharon para alejarse.
— Juliet, no me gustan los chismosos mucho más de lo que me gusta las jóvenes que usan su sexualidad para promover sus carreras académicas... Así que, si por favor me disculpan, voy a hacer mi mejor intento para disfrutar este espectáculo, que con suerte, tiene un poco más gracia que el que acabo de ver —bufó—. Buenas noches.
La decana se fue y procedimos a mirarnos las caras. Las nuestras, contenían una expresión de satisfacción; las de Vanessa y Juliet... bueno. Esta última no perdió el tiempo en largarse, siendo seguida por su primo inmediatamente.
•••
Una vez que reunimos a nuestro grupo, salimos para terminar lo que Colin empezó. Y encontrar a Juliet con lágrimas en los ojos hizo más dulce la situación.
— ¡Colin! —le gritó a su primo, quien volvía a ingresar al evento.
Los cinco la rodeamos, dejándola en el centro sin escapatoria.
— Ahora es nuestro turno —sonrió Serena.
— Tu obsesión con Serena se ha vuelto tediosa —comenzó Chuck.
— El hecho de que tengas muchos delirios de grandeza y nada de dinero no significa que esté bien comportarte como una mujer desagradable —continué.
— Nate, esta no soy yo —sollozó, girando la cabeza para mirarlo—. Lo sabes.
— ¿Por qué debería creer lo que dices de nuevo? —cuestionó desinteresado.
— Bueno, puedes creer la parte donde ella misma se peina el cabello —respondió Blair con disgusto.
— Trataste de destruir mis amistades, mi reputación y mi carrera académica —le enumeró Serena.
— Fallaste cada vez y ahora es hora de que te vayas —concluyó Chuck.
— Lo estoy intentando...
— Se refiere a Columbia —contestó Nate severo.
— De todos modos, no perteneces aquí —alcé mis hombros.
— Si te encontramos merodeando otra vez... habrá consecuencias —aseguró Chuck.
— Y somos demasiado buenos cobrando deudas —concluyó Blair.
Nos dedicó un mirada a cada uno, a lo que le respondí con una sonrisa falsa. Entonces, sin más para luchar, se abrió camino y se marchó sin mirar atrás. Yo aproveché para mirar a mis amigos con satisfacción.
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Visto: Un patito feo exiliado. Esperemos que no se convierta en un cisne negro.
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Ya era de noche cuando terminó la obra. Oliver y yo viajábamos en mi auto, ambos exhaustos por los sucesos del día.
— El espectáculo estuvo bueno —dijo él.
— Fue un relajo después del drama —le tomé la mano—. Aunque jamás tendremos un espectáculo sin el drama.
— ¿Y quién hablaba del ballet? —bromeó, haciéndome reír.
Tenía cierta razón en eso.
— Sabes, por un momento me dió un poco de lastima Juliet... después recordé todo lo que hizo y rápidamente se me pasó
— Estaba un poco desequilibrada. Pero lo que nunca entenderé es lo fácil que es para algunas personas tirar todo lo que es bueno solo para ajustar cuentas.
— Bueno, quédate un poco más en el Upper East Side y lo verás todo el tiempo —respondí con diversión.
Oliver rió, alzando mi mano para darle un beso. Lo miré de reojo, sabiendo que lamentablemente no iba a ser posible que descubriera lo que acababa de decirle, ya que no se quedaría. Y otra vez me sensibilicé.
El auto se detuvo en mi calle. Así que, luego de despedirnos del chofer, bajamos para dirigirnos hacia mi edificio. Pero, por culpa de una figura inesperada, mi paso se detuvo mucho antes de llegar a la puerta.
— ¿Qué estás haciendo aquí?
— Estaba paseando... tratando de despejar mi cabeza después de lo que pasó —murmuró Nate con las manos en los bolsillos.
— Creo que se necesitará más de un paseo para eso —intenté sonar graciosa, pero algo en su mirada me impedía tomar su presencia a la ligera.
Seguí sus ojos cuando su atención se depositó el Oliver, antes de volver a posarse en mí. Entonces suspiré, sabiendo que su razón para aparecer afuera de mi apartamento eran más profundas que una simple casualidad.
— Oliver... ¿por qué no te adelantas? —le sugerí—. Subiré en unos minutos.
— Está bien.
Me sentía terrible por estar excluyéndolo a cada rato, pero tampoco quería que escuchara lo que sea que iba a pasar. Así que le di un beso, sin preocuparme por el tercero en escena, antes de verlo desaparecer por la puerta del edificio.
Recién ahí volví a enfrentar a Nate.
— Entonces...
— Cuando tuvimos esa pelea en la Noche de la Moda, tenías razón —soltó—. Fue... fue Juliet la que me puso contra ustedes desde que regresaron.
Sinceramente no estaba esperando eso.
— No tenías por qué decírmelo, era obvio de todas formas —resté importancia.
Nate agachó la cabeza, como si la situación le resultara difícil. Y de verdad se notaba que estaba nervioso, con su postura rígida y su voz temblorosa. No me dejaba tranquila.
— Sabes, no puedo dejar de preguntarme qué habría pasado si no fuera por ella... y él —movió la cabeza hacia el edificio. Estaba hablando de Juliet y Oliver—. Tal vez las cosas serían diferentes ahora.
— ¿Diferentes?
— Los dos ya hemos pasado por mucho juntos, y yo... Dios, en verdad te extraño, Ashley —suspiró—. Solo dame otra oportunidad. No te decepcionaré de nuevo.
— Nate —cerré los ojos por unos segundos, tratando de mantener la calma—. Yo... no puedo. En serio.
— ¿Por él? —cuestionó acercándose—. Sí que puedes.
— No, no puedo —levanté la mano, pidiéndole que no diera un paso más—. No es tan simple. Y creo que estás siendo egoísta.
— ¿Egoísta?—frunció el ceño—. ¿Crees que fue fácil para mí?
Que no pueda reconocerlo me enoja.
— ¡Sí! —dije exaltada—. Es egoísta de tu parte decirme esto cuando estoy bien... cuando sabes que estoy bien. Y siento que merezco seguir adelante, al igual que tu lo has hecho tranquilo todo este tiempo. Porque no te he visto dudar con Serena, o con Juliet... pero, cuando trato de progresar con alguien más, como tú, haces todo para sabotearme. No entiendo por qué no puedes dejarme en paz si ya me superaste.
— No es cierto, nunca fue así —negó con la cabeza—. Pienso que te superé, que superé lo nuestro, pero luego te veo y simplemente... todo viene una y otra vez. No puedo parar lo que siento, Ash.
Me detuve a pensar en silencio. Porque sé que, sin importar lo que pueda sentir, hay algo más fuerte acechándome que me dice lo que es correcto. Y a pesar de seguir mi corazón tantas veces, ahora es momento de actuar con la razón.
— ¿Y tengo que creer que es genuino, que jamás dejaste de sentirlo? —cuestioné, incapaz de enterrar el rencor
— Vamos... sé que te sientes igual, aunque intentes estar con otra persona. Lo supe cuando me besaste en mi cumpleaños, y cuando estuviste para mí cuando tuve mis problemas con Serena —argumenta—. Y yo también lo sabía entonces, pero tú me rechazabas cada vez.
— Eso ya es muy lejano, Nate, nada de lo que tengo ahora lo tenía en ese entonces... y además, era lo correcto. Sigue siendo lo correcto —contrarresté—. No podemos estar juntos. Y no es por Oliver, sino porque no encuentro justo que sigas obstaculizándome constantemente.
Cuando estaba con él, sentía que estaba en falta en muchos aspectos de mi vida. Principalmente estaba desvalorizándome a mí misma, sin darme cuenta lo que merecía. Y ahora que por fin siento que voy encaminada, otra vez aparece para desestabilizar mis bases. ¿Cómo podemos estar juntos sin estar conformes con lo que somos separados?
— ¿Eso es lo que soy para ti, una piedra en tu zapato? —cuestionó con enojo.
— Que no entiendas lo que estoy tratando de decirte, me da la razón —respondí, sin ánimos de siquiera explicárselo—. En serio. Estamos bien ahora, no arruinemos esto.
— ¿"Estamos bien"?
— Sí, volvimos a ser amigos. No hay que arruinar eso.
— No quiero ser tu amigo —contestó serio. Pero luego se detuvo a pensar por unos segundos—: Cuando nos separamos dijiste que simplemente debíamos quedarnos con la felicidad que habíamos compartido, porque era tarde para otra cosa... ¿es eso? ¿Nuestras vidas están demasiado a destiempo como para compartirlas?
Me quedé mirándolo mientras consideraba sus palabras. Sentía una gran angustia corriéndome por la garganta, e iba a quedarse allí sin importar lo que dijera.
— Creo que... si en algún momento de nuestras vidas volvemos a estar juntos, será la definitiva —contesté—. La última. Nos hundimos o nadamos. No habrá otra oportunidad.
Esta vez, Nate simplemente asintió con la cabeza, mientras una tormenta se producía en el azul de sus ojos. Creo que sabía que era absurdo luchar. Muchas cosas han cambiado desde la última vez que estuvimos juntos... y una de ellas soy yo.
Entonces se acercó unos pasos más. Me sentía tan incapaz de moverme, que ni siquiera pestañeé cuando apoyó sus labios en mi mejilla, dejando un beso cálido. Sentí que duró una eternidad, aunque bien sé que no puede hacerlo. Ninguno de nosotros lo soportaría.
— No voy a desistir hasta que llegue ese momento —susurró—. Y creo que ambos debemos estar listos. Yo lo estaré, porque estoy seguro de que vendrá.
Sin más para decir, se dio la vuelta para marcharse. Y me paré ahí para verlo desaparecer por las nocturnas calles solitarias de la ciudad, conteniendo todas las reacciones que querían salir de mi cuerpo. Con nada más para dar, no después de que los dos dejáramos desangrar nuestros corazones segundos atrás.
Una vez que se alejó completamente, di la vuelta para dirigirme a mi edificio. Y cuando el elevador se detuvo, tomé aire, y valor, antes de entrar a mi piso.
— Tenemos que hablar.
Oliver estaba sentado en el sofá, cabizbajo, con una maleta a su lado. Solo subió la cabeza cuando escuchó mi voz, mirándome a los ojos como alguien que ya lo sabe todo.
— Entiendo.
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A veces en la vida, llegamos a una encrucijada. Nos vemos obligados a elegir cuál camino queremos tomar. Y no existe modo de saber si nuestro viaje nos llevará al placer, o al dolor. Pero una vez que hayamos hecho nuestra elección, no hay vuelta atrás.
Cuidado, Upper East Side. Creo que esto podría ser el comienzo de una horrible amistad.
XOXO, Gossip Girl.
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N/A:
Primera actualización del año. Tenía muchas ganas de escribir este capítulo, ya que es uno de mis favoritos de la serie. Y obviamente tenía que ser especial.
Espero leer sus opiniones en los comentarios (!!)
Gracias por leer, y por acompañarme un año más. Ojalá que lxs llene de momentos increíbles. Hasta pronto. ❤️
PD: Podemos hablar del temazo de Leighton?? MASTERPIECE. Hecho para este cap. Amo.