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La mañana en el Upper East Side, donde hasta nuestro pajarito rubio ha sido visto dejando el nido temprano para llegar a sus clases de la mañana. Solo Serena van der Woodsen hace que lo geek se vea chic. ¿Quién diría que la Liga Ivy le sienta tan bien?
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Esa mañana me encontré con Serena bajando de un taxi cuando llegué a Columbia, así que caminamos juntas hasta donde Blair estaba, hablando con sus dos súbditas: Zoe y Jessica. Fue divertido descubrir que esas chicas eran las mismas que habían intentado almorzar conmigo el primer día de clases del año pasado, algo que no sucedió porque decidí hacerlo con Zac. Pero parece que no desistieron en la búsqueda de conseguir que alguna "chica popular" las valide.
Cuando alcanzamos a nuestra amiga, situándonos cada una en un lado, noté que las tres cargaban con distintas carpetas.
— Oh, expedientes. ¿Qué ocurre?
— Investigo mujeres poderosas para forjar mejor mi camino de convertirme en una de ellas —me contestó Blair—. ¿Sarah Louise Palin? —leyó un archivo indignada—. ¿De verdad quieres ser una subordinada? —le gritó a Zoe.
Reí por lo bajo.
— ¿B, podemos hablar nosotras tres un minuto? —le pidió Serena—. Necesito un consejo.
— Sí. Cinco pasos atrás, por privacidad —les indicó a las chicas—. Tú, diez —le ordenó a Zoe, entregándole las carpetas. Mientras ellas se detenían en el lugar, nosotras continuamos caminando—. ¿Cómo han estado? —nos tomó del brazo—. A penas las he visto en la semana.
— Son días estresantes —suspiré—. Entre el trabajo, el estudio y mi nueva relación... creo que voy a explotar.
— Bueno, por algo estás en mi lista de mujeres poderosas —contestó, haciéndome sonreír—. ¿S?
— Muy bien —respondió alegre—. Ya saben, con Dan y Nate en el pasado realmente siento que puedo enterrar a mi vieja yo y empezar de cero.
— Que descanse en paz —murmuré, juntando las manos.
— El único problema es que he llegado tarde a mi clase de Literatura Ingles un par de veces, y los retrasos son como ausencias que...
— Si tan solo hubiera un artefacto para saber la hora —la interrumpí con ironía, recibiendo una mirada enojada—. S, los profesores universitarios tienen un complejo de Dios, así que reúnete con él y dile que lo lamentas. He estado allí, me funcionó el año pasado.
— Exacto. La forma más simple de convertir a un enemigo en amigo, es pidiéndole un consejo —agregó Blair.
— ¿Quién te lo enseñó, uno de tus gurús asiáticos del Arte de la Guerra?
— Martha Chamberlin. Es profesora invitada de la serie Psicología de Negocio, voy a la oficina a inscribirme.
— Me encanta —sonreí.
— ¿B, cómo haces? —cuestionó Serena—. ¿Chuck te declara la guerra y tú decides aumentar tu carga curricular?
Sobre eso. Resulta que, en la gala de caridad, Blair armó una emboscada en contra de Eva cuando la bomba "es una prostituta" no explotó como esperaba. Le inventó a Chuck que Eva ya sabía quién era cuando lo salvó, usándolo desde ahí por su dinero. Lamentablemente él le creyó, echando a Eva de la ciudad. Y cuando descubrió la verdad, ya era demasiado tarde, porque ella decidió irse de todos modos... Consecuentemente, Chuck enfrentó a Blair, jurándole batalla, pero hasta ahora no ha ocurrido nada. No sé si es porque se arrepintió o solo está preparando sus tanques de guerra, pero el silencio no parece prometedor.
— Mientras más tiempo esté en el campus, más segura estoy —respondió Blair—. Chuck es alérgico a la educación y superarse a sí mismo.
Las dos reímos ante eso. Había un poco de razón en sus palabras.
— Bueno, yo no —contestó Serena—. Así que sí voy a trabajar en mi nueva yo, debo ir a la biblioteca. Inscríbeme en la clase de Martha, iremos juntas —pidió, antes de dar la vuelta hacia otra dirección.
— Mejor voy a apurarme o llegaré tarde igual que ella. Pero también te pido que me registres en la clase —le dije Blair—. Suerte.
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Esto acaba de llegar. Parece que puedas sacar a la chica de la fiesta, pero no a la fiesta de la chica. Los rumores dicen que nuestra rubia favorita podría estar esparciendo mucho más que buenos ánimos. Y sí es cierto, entonces hay un test disponible que algunos de ustedes no podrán pasar.
¿SVW tiene una ETS?
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En la biblioteca, Serena sostenía su teléfono para que pudiera leer el último post.
— Quiero decir, ¿quién le mentiría a Gossip Girl con esto?
— ¿Quieres una lista? —ironicé—. Porque no sé si tengo mucho tiempo para eso.
— Una cosa es un buen escándalo, pero hasta Gossip Girl mantiene las cosas elegantes y hasta casi verdaderas... Quería concentrarme en el estudio —murmuró tristemente.
— Bueno, que no te detenga esto —intenté animarla—. Si nadie confirma el rumor, lo olvidarán cuando llegue el almuerzo. Sigue haciendo lo que haces, la cabeza en alto. ¡Púdranse los demás!
Serena frunció el ceño ante mi arrebato.
— ¿Por qué siento que tu discurso motivador no es enteramente para mí?
Suspiré, agachando la cabeza. Supongo que fui un poco evidente.
— No sé qué ocurrió, pero desde que Nate está con Juliet no me habla, o siquiera saluda —acusé—. Me escribió después de la fiesta en el Empire pero no vi al mensaje hasta el otro día. Le contesté disculpándome, ya que parecía que necesitaba mi ayuda, pero simplemente me ignoró... Es infantil.
Todo este drama innecesario con Nate, donde por momentos estamos bien y luego actúa como si fuéramos desconocidos, estaba desgastándome. Algo que no debería pasar, ya que no tengo más razones que querer conservar lo poco que queda de lo que alguna vez fue nuestra amistad. De hecho, no sé por qué pierdo tiempo preocupándome por él cuando claramente no le importa.
— No me sorprendería que ella le haya llenado la cabeza en tu contra, ya lo logró conmigo —recordó Serena—. Pero tienes razón, debemos comportarnos con altura. Tú seguirás adelante con tu nueva relación y yo me plantaré en el patio como si no tuviera una preocupación. Le mandaré un email a mi profesor para que me reciba.
— Excelente. ¿Nos vemos en el almuerzo?
Ella asintió, antes de partir caminos opuestos.
*Omnisciente*
Nate, Dan y Juliet subían las escaleras de Columbia, dirigiéndose al partido de lacrosse de Nate, mientras conversaban sobre el último post de Gossip Girl. Siendo ambos ex novios de Serena, era normal que quizás estuvieran algo preocupados por la supuesta enfermedad de trasmisión sexual que tenía. Aunque la inquietud no era el caso de los chicos, ya que no confiaban firmemente en los dichos de la bloguera... Juliet, por otro lado, estaba más que interesada en indagar al respecto en su teléfono.
— Bien, aquí dice que ambos se acostaron con Serena, Ashley y Vanessa, y que Vanessa también se acostó con Chuck, que se acostó con Blair —leyó disgustada.
— Sí —afirmó Dan.
— ¿Todo está en Gossip Girl? —cuestionó Nate.
— Sí, hizo un esquema que es de mucha ayuda—les enseñó la pantalla—. Aunque, yo me preocuparía más por haberme acostado con Ashley, hay posteos de ella con todo Nueva York —alzó las cejas, desplazando el blog—. Y ahora sigue su conquista por Europa.
Era obvio que Juliet estaba tratando de rebajarla en presencia de los chicos. Pero ellos, afortunadamente, no parecieron morder el anzuelo.
— No, conocemos a Ash, ella cuida sus asuntos —contestó Dan.
— Sí, además, cuando salíamos juntos nos hicimos exámenes —agregó Nate, provocando el notable desagrado de Juliet—. Seguro que lo repitió con ese tipo... Oliver —resopló.
Antes de que pudieran seguir hablando, Vanessa apareció en escena, parándose frente a Dan.
— ¿Podemos hablar? —preguntó seria.
— Sí —respondió él, siguiéndola.
Juliet le sonrió a Nate cuando se quedaron solos, pensando en qué hacer para continuar con su plan.
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¡Parece que la pijamada de Dan y Serena en mayo fue más que un beso antes de dormir!
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*Ashley*
Estaba en una de las mesas del campus, esperando a Serena para almorzar. Leía unos textos de mi próxima clase, pero la sensación de alguien sentándose en la silla de mi lado me distrajo, haciéndome levantar la vista. Y casi se me salen de orbita los ojos cuando descubrí quién era.
— ¿Qué estás haciendo aquí, Charles?
— Vamos, leones —dijo, alzando un puño.
El león es la mascota oficial de la universidad...
— No —reí, sin creer lo que sugería—. Es imposible que te hayas inscripto.
— En verdad la decana me ha concedido la cortesía de asistir como oyente a algunas clases —sonrió de lado—. Ambos pensamos que era importante que tuviera una idea de la vida en el campus antes de comenzar la construcción de la nueva rotonda conmemorativa de Bart Bass.
Creo que entiendo a qué viene todo esto.
— Ah, entonces trajiste la guerra con Blair a la universidad —deduje, observando cómo su sonrisa se extendía—. ¿No te parece un poco excesivo este tonto circo de venganza?
— Ella me quitó lo que más quería, me parece justo —se encogió de hombros, haciéndome suspirar—. ¿Te veo en la fiesta de la Casa Hamilton mañana?
— No soy miembro, pero me han invitado repetidas veces y creo que no es la muerte de nadie asistir... aunque iré con Oliver para hacer la situación menos deprimente.
— Bueno, hasta entonces —se despidió, levantándose para marcharse.
Lo vi alejarse, negando con la cabeza. No puedo creer que esté haciendo esto. Me pregunto si Blair ya sabe de su incorporación a la universidad, seguro que va a enloquecer.
Sacándome de mis pensamientos, una melena rubia se aproximó a la mesa, sentándose en el asiento nuevamente vacio.
— ¿Ese que se fue era Chuck? —preguntó Serena, igual de escéptica.
— No quieres saber —prometí—. Bueno, ¿cómo estás? ¿Algo nuevo?
— Mucho —suspiró—. Resulta que Juliet se me acercó a hablar hace un rato, actuando como si estuviera preocupada por mí y mis ausencias en la clase de Literatura —eso me hizo alzar las cejas—. Sí, pero no fue lo peor... también intentó consolarme de algún modo por la explosión de Gossip Girl, además de jurarme que no estaba involucrada. Pero lo interesante, es que me dijo que lo último que quiere es que sea verdad, ya que Nate entró en pánico cuando se enteró.
De acuerdo, eso sí que no lo esperaba.
— ¿Qué? Estás bromeando. No hay forma de que Nate piense que es real, hemos leído mentiras de Gossip Girl durante años.
— Lo sé, pensaba igual, pero luego lo encontré en el centro de salud estudiantil a punto de hacerse un test. Le pedí que no lo hiciera ahora, ya que confirmaría los rumores, pero básicamente me gritó en la cara que yo no significaba nada, que Juliet era su prioridad.
— Con su verano de amor con el librito negro de Chuck, honestamente, espero que se haga la prueba por su bien; pero estoy convencida que esto tiene que ver con Juliet y otro de sus intentos de enfrentarnos a él —murmuré irritada—. No es que Nate sea tan complicado de influenciar, de todos modos
Serena asintió, hundiéndose más en la silla mientras nos veíamos en silencio.
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Mejor cierra las escotillas, B. Parece que tu isla en tormenta acaba de ser golpeada por un huracán Bass 5.
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Ya estábamos en la Casa Hamilton. El evento, tal como lo predije, no parecía ser un plan tan divertido para un viernes por la noche, pero supongo que es algo a lo que debo someterme de vez en cuando si quiero continuar con éxito en Columbia. Es justo el tipo de evento que probablemente mi padre prefería en sus días como alumno universitario.
— Esta fiesta no parece una a la cual acudirías —murmuró Oliver, tan perspicaz como siempre.
— Lo sé, pero no puedo ir solo a fiestas de modelos en las que bebo martinis y me codeo con Tory Burch. También tengo que mantener igualado mi lado académico... aunque eso signifique sentarme en sofás marrones y anticuados —dije disgustada—. Pero, ánimo, hay aperitivos gratis —señalé el catering.
Oliver se detuvo, obligándome a hacerlo también.
— ¿Con qué clase de tipos has estado saliendo que debes convencerme con no pagar la comida? —frunció el ceño—. De verdad, cariño, me encanta lo multifacética que eres. Jamás te sientas presionada por eso.
¿Alguna vez dejaría de ser tan perfecto? Estaba comenzando a pensar que no.
— Gracias —sonreí, inclinándome para darle un pequeño beso—. Voy a ir al tocador, ¿me esperas?
— Bien —me dio otro beso—. Estaré hablando con gente en suéteres a cuadros.
Reí mientras lo veía alejarse.
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Vista: Serena van der Woodsen parece que arde por el maestro. Es lo bueno de una lámpara de gas. Con suficiente humo, ¿a quién le importa si hay llamas?
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Acababa de salir del tocador cuando me topé con Vanessa sola en las escaleras. En otra circunstancia quizás solo la hubiera saludado de camino, pero su rostro reflejaba que estaba a punto de llorar, así que decidí acercarme.
— Vanessa, ¿qué ocurre? ¿Estás bien?
— Hice algo muy, muy malo... necesito ayuda —sollozó—. ¿Puedo confiar en ti? ¿Sin juzgar?
No es que tuviéramos tanta confianza, pero parecía urgente. Y además tenía curiosidad.
— Sí, sí, dime qué pasa.
Ella tomó aire antes de continuar:
— Con Juliet tomamos el celular de Serena para verificar que los chicos no mentían sobre no estar involucrados con ella, a raíz del rumor de Gossip Girl —entrecerré los ojos al oírla—. Es estúpido, lo sé. Pero una vez que confirmé que Dan decía la verdad, se lo di a Juliet para que lo devolviera. El problema es que, durante esos minutos, al parecer se envió un email desde la cuenta de Serena ofreciéndole sexo a un profesor a cambio de buenas calificaciones. Serena dice que no lo envió, yo no lo envié, y...
— ¡Eso es terrible! —la interrumpí—. Serena puede ser expulsada.
— Lo sé. Pero confronté a Juliet y ella me prometió que no sabía nada al respecto, y aunque yo quiero contarle a Serena que tomamos su teléfono a sus espaldas, Juliet se opone.
— Ugh, la detesto tanto. Probablemente ella es la culpable, ha intentado ponernos en contra de Nate desde que apareció en escena.
— No sabés cuánto me arrepiento de escucharla —se lamentó.
Yo suspiré, tratando de calmar mi furia antes de salir en búsqueda Juliet y cometer una locura. Pensando en otra manera de solucionar las cosas.
— Bueno, Vanessa, si realmente estás arrepentida, solo hay una cosa para hacer... tú misma lo has dicho, debes admitir que robaron su teléfono —propuse—. Solo de esa forma puede comprobarse que ella no fue la responsable.
Ella asintió, y de esa forma bajamos las escaleras para buscar a Serena. Unos minutos después la vimos conversando con la decana de la universidad, pero mientras nos acercábamos, Juliet tomó del brazo bruscamente a Vanessa.
— ¡No hagas esto! —gritó—. Tú no vas a Columbia. No pueden hacerte nada a ti.
Parecía realmente desesperada por salvarse, lo que me hacía odiarla aún más.
— Perdón, pero es lo correcto —Vanessa se encogió de hombros—. Vamos, Ash.
— ¡Esperen!
Sin preocuparnos en mirar atrás, seguimos caminando hasta llegar a Serena.
— Serena...
— Llama a tu teléfono —la interrumpió Juliet, sacando un teléfono de su bolso—. Quizá la persona que lo robó siga aquí.
Su cambio de ánimo me resultaba más que sospechoso, pero no dije nada mientras Serena marcaba su número.
— Hey, ¿qué pasa? —preguntó Dan, acercándose junto a Oliver.
Parece que estuvieron hablando. Me encantaría saber más al respecto, pero no había tiempo de preguntas mientras que Serena llamaba. ¿Y lo sorprendente? Un teléfono comenzó a sonar en el bolso de Vanessa. Ella lo tomó con incredulidad, dedicándole una mirada interrogante a Juliet.
— Vanessa robó mi teléfono y envió un email a mi profesor —concluyó Serena.
— Eso es una locura —argumentó Dan.
Debía estar de acuerdo con eso.
— ¿En serio? —Serena le preguntó indignada a Vanessa, quién aún sostenía el teléfono desentendida—. ¿No vas a responder?
Yo tampoco comprendía qué ocurría. Hace tan solo unos minutos me aseguró llorando que no había sido la culpable, que el teléfono en realidad estaba en manos de Juliet... ¿por qué me mentiría tan abiertamente? ¿De verdad es tan cínica para fingir lagrimas y admitir lo mal que estuvo revisarle su teléfono, cuando aún lo tiene con ella? Siento que hay otra cosa ocurriendo de la cuál no somos parte.
— Hablaré contigo después —le dijo la decana a Serena, para luego marcharse.
Las miradas regresaron a Vanessa.
— Puedo explicarlo.
— ¿Tomaste su teléfono? —cuestionó Dan.
— Cree que nos acostamos —le comentó Serena—. Espera... tú creaste el rumor de Gossip Girl.
— ¿Qué? ¡No! —negó efusiva—. Sé cómo se ve, pero yo no hice nada... fue Juliet. Ella quería robarte el teléfono en primer lugar.
— ¡¿Estás bromeando?! —contrarrestó Juliet histérica—. No hay forma de que me arrastren a esto.
— Oh, por favor, como si no hubieras intentado pisarnos los talones desde que saliste de la alcantarilla —viré los ojos.
— ¿Por qué no te metes es algo que te incumba? —me desafió.
Quise confrontarla, pero Oliver me detuvo tomándome de la cintura. Juro que el humo salía de mi nariz por el enojo que tenía.
— No iba a decir nada, pero Vanessa vino a verme hoy —Juliet prosiguió—. Me pidió que la ayudara a vengarse y le dije que no.
— ¡Eso es mentira! —se defendió Vanessa.
— No, no lo es —se acercó Nate—. Juliet me lo dijo antes de la fiesta.
Oh, lo último que faltaba. Morderme la lengua se había vuelto complicado, prácticamente imposible, así que no pude evitar soltar lo que tenía atragantado:
— Y por supuesto confías en ella más que a nadie, como a todas tus distracciones momentáneas —espeté con veneno.
— ¿Por qué no te preocupas en tú distracción momentánea? —cuestionó Nate, mirándonos mal a mí y a Oliver.
Sabía que Oliver no iba a rebajarse a su altura, pero de todos modos lo sostuve con fuerza del brazo, pidiéndole que, a diferencia de mí, no intentara hacer nada. No se merecía ni siquiera su enojo.
— Lo siento, hombre —continuó Nate cuando ninguno dijo nada—. Ella esperaba hablar con Vanessa y calmarla.
— ¿Por eso estabas tan contenta y querías irte de aquí? —Dan le preguntó a su novia.
— Con mi teléfono, para deshacerse de la evidencia y lograr su deseo de que me expulsaran —agregó Serena, antes de darse la vuelta para marcharse.
— Yo no hice esto —le juró Vanessa a Dan—. Te pido que por favor me creas.
— En este preciso momento no sé bien qué creer —contestó con sinceridad.
Entonces se fue, acompañado de Nate, a quien no le dediqué ni una mirada. Estaba tan molesta con su actitud, no tengo motivos para recibir sus malos tratos constantes. Agradecí que se fuera... a diferencia de su novia, que no dudó en continuar molestando.
— Vanessa —Juliet la enfrentó.
— ¡No! —gritó ella mientras lloraba.
— Perdón, ¿de acuerdo? Quería ser tu amiga pero, ¿qué esperabas? Tenía que protegerme.
Toda esa falsedad estaba ahogándome.
— Tienes razón —asentí—. Protégete.
— ¿Me estás amenazando? —preguntó descreída—. ¿No escuchaste a Nate?
— ¿Realmente piensas que me importa algo de lo que Nate pueda decirme? —cuestioné con gracia—. Todavía no lo entiendes, tú eres la nueva aquí. Y si sigues molestando y causando desastres entre las personas que me importan... vas a tener que vértelas conmigo —le sonreí falsamente. Su expresión dura se debilitó—. Disfruta la noche con tu novio, mientras puedas.
Una vez que terminé de hablar, le dediqué un último vistazo antes de darme la vuelta para marcharme acompañada de Oliver.
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Pobre V. ¿No sabía ella que en el amor y la guerra, un amigo necesitado está dispuesto a hacer cualquier cosa?
Pero tampoco cantes victoria, Juliet. Parece que sacaste el lado oscuro de Ashley, uno que no se ve todos los días... Si yo fuera tú, tendría más cuidado. No creo que Nate pueda sacarte de esta.
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Ya estábamos en mi habitación, preparándonos para acostarnos. Estaba agotada por todo lo que sucedió.
— Sabes, nunca te había visto así antes... vengativa —mencionó Oliver.
— Generalmente dejo las intrigas para Blair o Chuck, pero al parecer Juliet saca lo peor de mí —resoplé, quitándome los aros frente al espejo de mi tocador—. No me gusta que se metan con mis amigos. Serena podía ser expulsada por esa acusación tan grave, y Vanessa no es mi amiga, pero no me cae mal como para permitir que la pisoteen.
— Te está saliendo la vena de la frente otra vez —murmuró riéndose.
Yo me di la vuelta, tocándome la frente con una postura menos irritada.
— ¿Vas a quererme igual? —cuestioné en voz baja—. ¿Aunque me comporte como una perra mala, y en consecuencia llegue con demasiadas líneas de expresión a los 50?
Oliver carcajeó otra vez, tomando la mano que tenía levantada para darle un beso.
— Cariño... me encantas siendo una perra mala —respondió suavemente.
Su declaración provocó que una intensa calidez se expandiera por mi cuerpo. Entonces levanté mis brazos para tomarlo de la nuca, plantando un pequeño beso en sus labios antes de volver a mirarlo.
— Si ese es el caso, deberé pedirte que te pongas de rodillas.
Oliver me ofreció una sonrisa cómplice antes de obedecer en silencio.
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La ley de afinidad se refiere a composiciones poco probables que forman un enlace a través de una reacción puramente química. Pero hasta los lazos más fuertes tienen sus límites. Y cuando se rompen y avanzan sin control... explotan como bomba nuclear.
Esperando las secuelas.
XOXO, Gossip Girl.
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