𝘛𝘳𝘦𝘪𝘯𝘵𝘢 𝘺 𝘰𝘤𝘩𝘰 / 𝘈𝘤𝘵𝘶𝘢𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥

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Actualidad 

Me apoyo contra la barandilla soltando un largo suspiro, el aire fresco de la noche me golpea en la cara provocando que mi pelo se mueve hacia los lados, noto como toda mi piel se eriza ante la sensación de frio, en condiciones normales hubiera subido con una chaqueta para evitar que me pusiera malo, pero ahora mismo no pensaba con claridad, me sentía abrumado y enfadado.

Con cada bocanada de aire que iba dando mi pecho se iba oprimiendo tanto, que me dolía, noto como mis ojos pican demasiado y el nudo que se va formando en mi garganta cada vez está más presente, me siento encerrado entre cuatro paredes, nadie es capaz de verme.

Mis dedos golpean contra la barandilla mientras cuento mentalmente hasta diez, consigo calmar mis nervios y la ansiedad que se instala en mi pecho, mi cabeza me recuerda una y otra vez que esto podría ocurrir, ella no estaría esperando toda la vida por mí.

Mi momento de gloria paso hace demasiado tiempo, sabía que cuando se fuera por la puerta de la casa no volvería a ver, decidí que era el momento, mis inseguridades salieron a flote, sabía que se merecía a alguien mejor en aquel preciso instante.

Aunque los chicos me intentaron proteger la mayoría del tiempo para evitar que sufriera más de lo que ya lo estaba haciendo, no era estúpido y solo era cuestión de tiempo que Ada volara hacía otra mejor que yo, pero el golpe hubiera sido menos duro si hubieran sido ellos quien me lo dijeran y no Ada, mirándome a la cara y prometiéndome que era feliz con otra persona.

-Eres gilipollas. -Me digo a mi mismo con rabia, mientras golpeo la barandilla con mi mano, me quedo mirando al horizonte donde los enormes edificios se abrían paso en la oscuridad de la ciudad, algunas luces estaban dadas y otras apagadas.

Baje mi mirada hacía la calle donde varias fans estaban saliendo del recinto, algunas se estaban despidiendo mientras quitaban las lágrimas de sus ojos, otras simplemente hablaban por teléfono con quien fuera sobre lo maravilloso que fue el concierto, incluso de las personas que podía haber conocido gracias a mi presencia en la ciudad.

Me gustaría decir que me siento como ellas, con una euforia arrolladora por dar mi primer concierto en la ciudad que me había visto triunfar y crecer como cantante, pero lo cierto es que me encuentro destrozado, triste y melancólico.

-No tienes ningún derecho a irte de esa manera. -Pego un salto cuando su voz retumba en mis oídos, aunque es cortada por el viento que cada vez azota con más ganas.

Me giro de manera lenta con algo de miedo de encontrarme con ella tras de mí, deseaba que hubiera sido un producto de mi imaginación, pero por supuesto que no. Esta allí, plantada en la entrada de la azotea, su cuerpo sujetando la puerta de metal del enorme recinto, con sus pequeños y finos brazos cubriendo su pecho. Su pelo se mueve hacía todos lados y se ponen en su preciosa cara, su cejo fruncido me indica que está demasiado enfadada conmigo, aunque sus ojos brillan y tiene las mejillas rojas por haber llorado.

Soy capaz de escuchar como mi corazón se vuelve a partir y como contengo la respiración cuando me invade el recuerdo de aquella fatídica noche, donde la hice creer que no la quería, que nunca seriamos suficientes y destrocé su confianza.

-Escúchame bien Niall Horan. -Me señala con su dedo y salgo de esos angustiosos recuerdos para centrarme en el presente. - Tengo derecho a ser feliz, tengo derecho a...que alguien me quiera como tú nunca has podido hacerlo. - Parece que le cuesta decir esas palabras, es como si realmente no las quisiera decir. –He pasado años pensando en ti, he rechazado a tantos hombres porque ninguno me daba lo que tú me dabas. - Me asegura bajando su dedo acusador. –Él es un hombre tan bueno...me quiere y me da mi espacio...-Sus hombros caen despacio y agacha la cabeza.

𝘋𝘦𝘢𝘳 𝘗𝘢𝘵𝘪𝘦𝘯𝘤𝘦 // 𝘕𝘪𝘢𝘭𝘭 𝘏𝘰𝘳𝘢𝘯Where stories live. Discover now