𝘊𝘪𝘯𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘢 𝘺 𝘰𝘤𝘩𝘰 / 𝘈𝘤𝘵𝘶𝘢𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥

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Actualidad

"Nadie va ser suficiente para mí", "Porque nadie se compara contigo".

Aprieto los ojos con rabia al recordar sus palabras de nuevo, era incapaz de borrar de mi mente la expresión que había aparecido en su perfecta cara cuando me dijo aquello. Llevaba dos días sin ser capaz de dormir bien porque ella se volvía a colar en mis sueños, me bombardeaba continuamente con la conversación que habíamos tenido en el salón.

Me arrepentí al momento cuando la puerta se cerró tras de sí, otra vez la había vuelto a dejar ir, pero ambos sabíamos que yo necesitaba tiempo, había sido colocado en la casilla de salida y no sabía que hacer realmente.

Había venido a mi casa para decirme que no me rindiera por mucho que tuviera a Simon en su vida, que daba igual cuantos hombres aparecieran y la dieran los mejores lujos, el amor más romántico del mundo. Ella siempre esperaría porque yo volviera para sacarla de la oscuridad que estaba viviendo.

Durante tantos años me había dedicado hablar sobre el dolor que sentía ante su perdida, como pedía a cualquier persona que me diera un poco más en la vida para encontrarla y saber que estaba bien, que, por mucho que nuestro amor hubiera terminado consiguiera ser feliz, que la dejaba en buenas manos, aunque no fueran las mías.

Nunca me había parado a escribir sobre la existencia de las segundas oportunidades o el tener a alguien que me ame con la misma intensidad que lo hizo Ada, pensé que mi vida se dedicaría a quedarme haciendo giras y pasando tiempo solo.

Perdí la ilusión, dejé de creer en absolutamente todo cuando ella se fue, yo solo quería recuperar algunos minutos con ella para pedirla perdón y poder dejar ir su recuerdo sin que me quemara tanto como lo hacía siempre.

Tenía tantos sentimientos encontrados que no sabía cómo expresarlos o que decir para que todo fluyera, tampoco podía hablar con nadie. Seguía molesto con los chicos por lo que hicieron en navidad, mis padres tenían suficiente con saber que todavía vivía y la fama no se había subido a mi cabeza y la psicóloga estaba de vacaciones, por no hablar de que tendría que estar preparando las maletas para la gira mundial que iba hacer.

Gruño poniéndome la almohada en la cabeza cuando escucho el timbre de la casa sonar, estaba claro que no iban a dejar tranquilo, habían pasado tres días desde que metieron la pata y aunque estuvieran arrepentidos no iban a dejarlo estar.

Harry había estado llenando mi teléfono de mensajes, horas después de que Ada se fuera de mi casa, estaba claro que quería saber porque había abierto la puerta Ada y porque no contestaba sus mensajes.

Simplemente deje que el teléfono sonara todo el tiempo que quisiera mientras yo me iba al gimnasio de mi casa y descargaba todos los sentimientos en el saco de boxeo que tenía preparado porque si me quería evadir un poco de la sociedad.

Tras dar con unos pantalones de chándal que tenía limpios consigo salir de mi cuarto y poner rumbo hacía la entrada de la casa. Me había planteado seriamente prohibir la entrada a todo el mundo para tener algo de paz, pero los chicos eran capaces de traer a cualquier persona que derribada la puerta con tal de saber si estaba bien.

-Deja de joder con el timbre. -Gruñí cuando abrí la puerta.

El dedo de Harry quedo en el aire dispuesto a volver a tocar el timbre una vez más y las que hicieran falta con tal de que les abriera la puerta.

Elevo una ceja cuando veo como su mano se acerca decidida al timbre, me cruzo de brazos escuchando como el timbre vuelve a sonar.

-Se quedaría en números impares. -Se excusa el poniendo su mejor sonrisa.

𝘋𝘦𝘢𝘳 𝘗𝘢𝘵𝘪𝘦𝘯𝘤𝘦 // 𝘕𝘪𝘢𝘭𝘭 𝘏𝘰𝘳𝘢𝘯Where stories live. Discover now