Seis días (3ª parte)

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Pues nada, aquí está -por fin- el capítulo que estábamos esperando. Espero -con toda mi alma- que os guste, porque es muy especial.

Aviso importante: este capítulo es muy meloso, a aquellos que no les guste el romanticismo no les gustará nada lo que viene... También tiene parte Hot y además, una sorpresa por parte de uno de los personajes 😉

Nos leemos al final 😘

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            Día seis: Mi héroe.

Sofía hacía café en la diminuta cocina de su piso cuando apenas eran las siete de la mañana. Aún le parecía mentira que su único hijo se casara en cinco horas. Después de todo lo ocurrido en los últimos meses, no tenía la más mínima duda de que Markku adoraba a su hijo y de que el sentimiento era recíproco, por eso estaba feliz por su hijo, pero no podía evitar sentirse triste porque su marido no podía estar allí.

Suspirando, Sofía se sirvió una taza de café y se dirigió hacia la sala de estar. Antes de que pudiera sentarse en el sofá, vio como la puerta de la habitación de su hijo se abría de golpe y Gabriel salía rápidamente con una enorme sonrisa cruzando su cara, seguido por Goliath y gritando;

—¡Hoy me caso, hoy me caso, hoy me caaahh! —no pudo terminar la última palabra porque le había dado una patada al sofá, descalzo. Agarrándose el pie daba saltitos y soltaba maldiciones acordándose de las zapatillas que no se había puesto cuando salió de la cama y que tan bien le habrían venido en ese momento, cuando su pie descalzo colisionó con la pata de madera del sofá y su dedo meñique se había convertido en un acordeón.

—¡Gabriel! ¿Estás bien? —le preguntó Sofía a su hijo mientras seguía dando saltitos y Goliath estaba a su lado, ladrando alegremente mientras meneaba la cola porque creía que su dueño estaba jugando.

—Ay... por dios —cojeando, Gabriel fue hasta el sofá "traidor" y se sentó—. Espera...  —le dijo a su madre mientras se masajeaba el dedo y lo movía—.  Sí, parece que no está roto.

—Menos mal. Ya te veía yendo a casarte con muletas.

—Me casaría igualmente... Mamá... Que me caso.

Sofía se sentó al lado de su hijo y le abrazó.

—Pues sí. Hoy te casas.

Goliath rompió el emotivo momento madre-hijo metiendo su cabeza entre los cuerpos de los dos buscando formar parte de ese abrazo. Gabriel se echó a reír mientras acariciaba al gran danés detrás de las orejas.

                                  ***

En ese mismo momento, Markku estaba de pie en la cocina de su casa, con una taza en la mano, mirando a través de las puertas de cristal la hermosa decoración del jardín. Rona había cumplido y todo era discreto y elegante, pero al mismo tiempo tenía ciertos toques divertidos. Había logrado que todo fuera muy... ellos; las cuatro mesas tenían unos preciosos manteles blancos, servilletas azules y centros de lirios azules y blancos. En el porche, una hilera de pequeñas luces y unas preciosas telas azules agarradas a la pared donde se iba a celebrar la boda. No sabía cómo lo había conseguido, pero Sofía había logrado que un notario con autorización para realizar matrimonios fuera hasta su casa para casarles. Estaba feliz por poder casarse en su casa, su hogar, y tener ese recuerdo ahí para toda la vida.

¡Wuf! ¡Wuf!

Markku miró hacia abajo al escuchar el gracioso ladrido de Chocolate. El perrito le miraba con atención y, según Markku, parecía entristecido.

Línea recta (Homoerótica)Where stories live. Discover now