Capítulo 66: Ilusión... Desilusión

5.3K 313 363
                                    

De la ilusión no se puede vivir, pero sí sobrevivir. Nos da esperanza y alegría momentánea y puede ser la puerta a la verdadera felicidad. La desilusión, por el contrario, puede ser la antesala a la tristeza más dolorosa y la soledad más desoladora.

***********************************

A principios de septiembre en Sevilla el calor puede ser igual de intenso que en la mitad del verano, y esa noche, a nueve de septiembre y a pesar de que el sol ya se estaba poniendo, la temperatura no ayudaba a que Mat y Adán se mantuvieran tranquilos estando el uno alrededor del otro.

Pero ambos sabían que esa noche era para hablar, así que procuraban mantener a raya sus instintos más primitivos... Lo intentaban.

Al salir del edificio de apartamentos donde vivían Markku y Gabriel, Adán fue hasta su coche para dejar la chaqueta de su traje mientras Mat le esperaba al otro lado de la calle, y eso le dio la oportunidad de verle a cierta distancia. El rubio estaba distraído mirando algo en su teléfono y Adán pudo observarle tranquilamente. Tenía los labios torcidos y los ojos entrecerrados, seguramente porque estaba viendo algo que no le había gustado. Cambió su expresión radicalmente de un momento a otro a una en la que abrió mucho los ojos y después soltó una pequeña risa. Adán negó con la cabeza, sonriendo, y se acercó hasta él.

—¿Nos vamos? —le preguntó.

Mat le miró, devolviéndole la sonrisa.

—Sí.

Probablemente por los nervios, Mat empezó a caminar antes que Adán, y eso le permitió al moreno tener una vista perfecta de su parte trasera -cosa que no ayudaba a su auto-control- y para colmo, al rubio se le cae el teléfono al asustarse cuando empieza a sonar por una llamada, y después de decir ¡Mierda!, se agacha rápidamente.

<Oh, joder... No le mires el culo, no le mires el culo>  —se repetía Adán a sí mismo pero sin apartar la vista del... ¿demasiado? ajustado pantalón.

—No le ha pasado nada  —dijo Mat con alivio y pasándole la mano por la pantalla al aparato mientras seguía sonando—.  Es Sara. ¿Te importa si contesto?

Adán levantó una ceja y sonrió.

—Claro que no  —a Adán le pareció encantador que Mat le pidiera permiso para contestar el teléfono, innecesario pero encantador, y mientras el chico contestaba la llamada, Adán volvió a aprovechar para observarle con tranquilidad.

En tan sólo un par de días, Mat había cambiado su gesto contrito por uno más relajado. Aún no tenía el gesto que él reconocía como el de su gatito, pero definitivamente este era mucho mejor. Cuando le vio la última vez estaba tan cambiado que casi no le reconoce.

Mat tenía diferentes facetas muy marcadas en su personalidad, tan marcadas, tan diferentes y tan opuestas, que a cualquier persona que no le conociera podía confundirle y no saber bien a qué atenerse con Mat Solberg. Pero él le conocía, y le encantaban cada una de sus facetas.

Una de esas facetas era la tímida, como cuando entró a su casa por primera vez y apreció el olor a madera y bizcocho de limón y la llamó 'hogar'. O como cuando miraba hacia otro lado porque le daba vergüenza pedir lo que quería. La dulzura en sus gestos, su ingenuidad... Le encantaba. Pero a pesar de tener ese lado tímido, Mat también tenía un lado atrevido, y ese lado solía salir sobre todo cuando estaba excitado. Podía mirarle con lujuria mientras se lamía los labios, provocarle con palabras descaradas y gritar por más sin ningún pudor... Que pudiera ser tímido y atrevido a partes iguales le volvía loco, loco como de querer abrazarle y no dejarle ir y al mismo tiempo querer arrancarle la ropa y follárselo hasta el cansancio. Era tan paradójico, pero tan maravilloso...

Línea recta (Homoerótica)Where stories live. Discover now