Capítulo 60: El amigo invisible y el otro diablo.

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Mirar alrededor de vez en cuando nos ayudará a saber si tenemos cerca a alguien con quién siempre podemos contar y no nos habíamos dado cuenta o que alguien que nos importa está viviendo un infierno sin que lo sepamos.

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De vuelta en la habitación del hospital, Markku y Adán vieron a sus respectivas parejas jugando con sus teléfonos, compartiendo aplicaciones, juegos y vídeos graciosos. Gabriel, además, le enseñaba a Mat fotografías de Markku y él.

—Pásame esa  —dijo Mat a Gabriel—. Quiero tener esa foto de mi hermano. Pocas veces le veo sonreír así.

—Vale, te la envío. Y que conste que sonreía así porque yo estaba desnudo mientras hacía la foto.

Mat mira a su cuñado, un poco sonrojado.

—... Bueno, da igual, la cuestión es que está sonriendo.

Adán sonrió al escuchar el cariño con el que su novio hablaba de su hermano.

—Gael. Cuidado de no enseñar fotos vergonzosas, por favor  —dijo Markku, preocupado.

—Las fotos vergonzosas me las pasas a mí  —dijo Adán y miró de reojo a Markku.

Gabriel y Mat rieron mientras Markku rodó los ojos.

—Mejor que no o me perderás el respeto. Puede que seamos amigos, pero también soy tu jefe y no quiero que en el trabajo seas incapaz de aguantarte la risa cada vez que me veas.

Gael y Mat rieron más fuerte. Gael acabó tosiendo por el dolor de garganta.

—¿Estás bien?  —le preguntó Mat.

—Sí  —se aclaró la garganta—.  Sólo necesito un poco de agua.

Markku le acercó una botella de agua y le acarició la espalda mientras bebía.

—¿Mejor?

Gael afirmó con un movimiento de cabeza.

Sofía entró en la habitación y miró, primero a Adán, después a Mat y de nuevo a Adán.

—Buenas tardes.

El moreno se sintió intimidado y decidió que era momento de marcharse.

—Buenas tardes  —devolvió el saludo—.  Mat, creo que ya hay mucha gente en la habitación. Deberíamos irnos.

—Oh... sí, claro  —Mat se dio cuenta del porqué Adán quería irse tan rápido—.  Bueno, cuñado, nos vemos mañana, ¿vale?

—Sí. Mensajéame y mándame vídeos graciosos.

—Vale.

Mat y Adán salieron. Markku salió con ellos al pasillo.

—Adán, recuérdalo, cuida ese ordenador como si tu vida dependiera de ello. Sofía lo ha visto en tu mano.

Adán tragó y se pego6 el ordenador a su cuerpo.

—Siento como si de verdad mi vida dependiera de ello.

Markku palmeó el hombro de su amigo.

—Hasta mañana. Mat, vigila el ordenador tú también.

—Ok  —Mat dejó que su hermano le revolviera el pelo antes de volver a entrar en la habitación. Después miró a su novio, arreglándose el flequillo—.  ¿Para qué hay que cuidar tan bien ese portátil?

—Para mantener mis bolas pegadas a mi cuerpo.

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Línea recta (Homoerótica)Where stories live. Discover now