Colapso (2° parte)

4.7K 312 347
                                    

A Markku siempre le había relajado tomar una buena ducha, no sólo por el agua recorriendo su cuerpo, si no también por el sonido, tan parecido al murmullo de la lluvia. Pero esa mañana, el murmullo era más bien un zumbido que le estaba volviendo loco. Era como si tuviera metida en la cabeza una colmena de abejas zumbando todas a la vez. Y el zumbido iba en aumento llegando un punto en el que creía que su cerebro estaba vibrando dentro de su cabeza, y el zumbido se convirtió en un silbido agudo y... después todo se volvió negro.

                            *******

A pesar de decir que se quedaría en su piso hasta el día del ingreso de Gabriel, Sofía no se quedaba tranquila sin echarle un "vistazo" a su hijo, así que llegó al apartamento sobre las once de la mañana pensando que su hijo y su yerno ya estarían despiertos. Cuando vio que no era así, decidió limpiar la cocina mientras se levantaban. Un rato después, al ver que ninguno de los dos salían del dormitorio, llamó a la puerta y como nadie contestó decidió entrar y vio a Gabriel solo en la cama, dormido. Comprobó que estaba bien y se dispuso a salir cuando escuchó el sonido de la ducha. Abrió la puerta y  Chocolate entró rápidamente, se fue hacia la puerta del baño y entró. No le prestó atención sabiendo que a su yerno no le importaba que el perro estuviera a su alrededor en todo momento, pero cuando le oyó ladrar, se extrañó de que Markku no le hiciera callar y se asomó, quedando sorprendida de ver al novio de su hijo tirado en el suelo de la ducha.

—¡Ay, dios!  —murmuró, y corrió hacia el rubio cerrando el agua—. Markku. Markku, abre los ojos  —le decía, agachada a su lado y dándole suaves cachetadas. El rubio abrió los ojos de golpe—.  "Chiquillo", ¿qué te ha pasado?

Markku intentó incorporarse y Sofía le ayudó. Cuando estuvo de pie, Markku miró hacia abajo y recordó que estaba desnudo, sintiéndose avergonzado.

—¿Puedes... pasarme una toalla, por favor?  —le pidió a Sofía intentando cubrirse con las manos.

Cuando Markku estuvo envuelto en la toalla, caminó fuera de la ducha y se sentó en el retrete con la tapa bajada.

—¿Qué te ha pasado? ¿Te has caído?

—No. Tenía un zumbido en la cabeza y de repente... nada.

—¿Sigues escuchando el zumbido?

Markku cerró los ojos.

—Sí. Pero parece que ya no me vibra la cabeza.

—¿Que no te vibra la...?  —Sofía parpadeó muy deprisa—.  Markku, deberías ir al médico. Aunque sé que lo que te pasa es que necesitas comer y dormir apropiadamente, además de salir a que te de el aire. Llevas días aquí encerrado, y...

—Estoy bien  —interrumpió Markku, y se levantó despacio hacia el lavamanos—.  Y Gael lleva el mismo tiempo que yo sin salir de casa.

—Gabriel no está bien por culpa del tratamiento. Él, ahora mismo, no necesita salir si no descansar. Pero tú, además de descansar y comer, necesitas despejarte. Llevas semanas cargando con mucho.

—He dicho que estoy bien.

Cuando Sofía escuchó el tono en el que Markku le habló, cruzó los brazos sobre su pecho.

—Mira. Tienes dos opciones: O haces lo que te digo o me llevo a Gabriel conmigo al piso y no le vuelves a ver hasta que se recupere.

Markku había girado la cabeza hacia su suegra y le lanzaba su "mirada de hielo".

—No te atreverás.

—Ponme a prueba.

Markku se dio cuenta de que Sofía le aguantaba la mirada. Eso significaba que no iba a dar su brazo a torcer. Iba a decir: "Gael no querrá irse de mi lado." Pero la verdad era que no estaba seguro de eso.

Línea recta (Homoerótica)Where stories live. Discover now