Capítulo 36: Rendición. (1ª parte)

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Hay personas que nunca se rinden durante el camino de conseguir algo que quieren, salvan cualquier obstáculo que se les presente por muy alto que sea y luchan hasta conseguir lo que desean, mientras a otras personas les basta un simple escalón para dar media vuelta y tomar otro camino mucho más sencillo.

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Markku oteaba desde fuera el interior del 'Laurel' intentando ver a Gabriel, y cada vez que le veía, cruzando de un lado al otro del local sirviendo las mesas, se le erizaba la piel y le hormigueaban las manos por tocarle, abrazarle. Pero aunque él podía ver a Gabriel, siempre se las arreglaba para que Gabriel no pudiera verle a él.
En ese momento aún tenía dudas sobre si lo que Adán le dijo era cierto o no y prefería ser cauteloso. No quería volver a darse de bruces con una posible realidad que no quería -ni podía- aceptar.

—<¿Y si Adán me ha tendido una trampa? Quizá sólo me dijo aquellas cosas para que viniera hasta aquí y restregarme por la cara que Gael está con él, que le prefiere a él y que siempre le ha preferido él. Lo más probable es que ese tal Adrián ni siquiera exista, que todo forma parte de su plan para...>

—Disculpe, ¿me deja pasar?

Alguien interrumpió el hilo de sus pensamientos en ese momento y se giró para ver a la persona que le había hablado. Vio a un chico castaño y de ojos verdes con cara aniñada.

—Sí, perdona  —dijo Markku apartándose.

El chico le sonrió mientras pasaba hasta dentro del local.

—Hola chicos  —saludó el joven nada más entrar.

—Hey  —Maribel salió de la cocina con un plato en la mano.

—Hola, Adrián  —se acercó Gabriel al recién llegado sin percatarse de que era observado desde fuera por Markku.

<¿Adrián?>  —Markku pensó abriendo mucho los ojos—.  <Es real.>

—Hola. ¿No crees que para la época que estamos hace calor?  —Adrián se abanicó con una mano.

Gabriel sonrió.

—Un poco sí. ¿Quieres beber algo?

—Sí, por favor. Y si puede ser, también me gustaría comer. Estoy hambriento.

—Claro, prueba esto  —sin pensárselo dos veces, Gabriel le quitó a su amiga el plato que llevaba.

—¡Oye!  —se quejó la rubia—.  Que eso era para mí  —dijo, haciendo un puchero.

—Pruébalo y dime que te parece  —Gabriel no le prestó atención a su amiga mientras le acercaba a Adrián el plato con comida.

Adrián sólo sonrió de la manera en que siempre lo hacía en presencia del castaño y aceptó lo que Gabriel le ofrecía.

—¿Lo has hecho tú?

—¿Te refieres al plato o la comida? Porque si te refieres al plato, la respuesta es: no. Pero si te refieres a la comida: sí, la he hecho yo.

Adrián se echó a reír.

—Pero mira que eres caricato.

—Sólo un poco.

Ambos chicos se miraron sonriendo.
Adrián cogió una pequeña cantidad de comida con el tenedor, y cuando se lo acercaba a la boca, Maribel le dio un pequeño empujón en la nuca haciendo que el chico se llenara toda la nariz con la salsa.

Línea recta (Homoerótica)Where stories live. Discover now