Capítulo 1: Línea recta

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Si hay algo en el mundo que puede cambiarnos la vida e incluso la personalidad, es el amor, para bien o para mal. Sobre todo si ese amor llega en el momento adecuado. El momento en el que el corazón ya se había rendido, cansado de esperar que alguien lo hiciera latir y tú ya dabas por hecho que nunca amarías y jamás serías amado.

                 *********

Colgó el teléfono con violencia, ahogó un grito de rabia golpeando la mesa con el puño, cerró los ojos, contó hasta diez y suspiró. Como de costumbre, su padre le había llamado para poner a prueba su imperturbabilidad -casi- logrando acabar con ella. No podía permitírselo, no después de tantos años aguantando el incomprensible desprecio por parte del hombre que le dio la vida.
Ya debería estar acostumbrado, pero ¿cómo te acostumbras a que la persona que se supone debe protegerte del sufrimiento sea quién te lo cause?

Si los sentimientos fueran una montaña rusa, la suya iría en línea recta constante. Pero cuando su padre hacía aparición, se precipitaba hacia el suelo de forma brusca y sólo una persona era capaz de hacerle volver a su maravillosa línea recta.

Markku agarró el teléfono y marcó el número de su hermano. Sabía que en Nueva York serían cerca de las cuatro de la madrugada, pero también sabía que Mat aceptaba una llamada suya a cualquier hora del día o de la noche, sabiendo que si le llamaba era por un buen motivo.

Mat tardó un poco en contestar, pero era comprensible debido a la intempestiva hora. Lo más probable era que estuviera dormido y Markku sabía que su hermano tenía el sueño pesado.

—Mm, ¿sí?  —la voz ronca de Mat le confirmó a Markku que había despertado a su hermano.

—Siento despertarte Mat, ¿podemos hablar?

— ...¿Papá otra vez?

Era tan obvio...

— ...Sí.

—Cuéntame que hiciste el sábado. ¿Trabajaste o saliste?

—Trabajé hasta tarde y luego salí un par de horas  —Markku se puso de pie y se acercó a la ventana para ver a través de ella hacia la abarrotada calle.

—Lo justo para conseguir un ligue, ¿no?

—Hum —murmuró Markku.

Mat se quedó callado unos segundos intentando darle tiempo a su hermano, pero le conocía y sabía que no hablaba nunca en profundidad de sus amantes ocasionales de las que a veces no sabía ni su nombre.

—¿Cómo va la empresa por ahí?

Markku suspiró sintiéndose aliviado de no tener que seguir con ese tema.

Como siempre, su hermano había conseguido hacerle sentir mejor y alejar los malos pensamientos. Mat sólo tenía que hablar con él de cualquier tema mundano y todo volvía a la normalidad. Sólo él lo conseguía, pues Mat era la única persona a quién le importaba y que a él le importaba.

—Ahora ve a tomar un té a esa tetería que tanto te gusta, relájate y olvida tus problemas durante el resto del día. Pero sobre todo, ¡déjame dormir, pesado!

Markku sonrió.

—Vale, sigue durmiendo. Y perdona.

—Sabes que bromeo Markku. Puedes llamarme cuando quieras. Sólo tú tienes ese privilegio.

—Lo sé. Gracias, hermano  —Markku se volvió a sentar en su sillón tras el escritorio, ahora más tranquilo.

—De nada. Te llamo más tarde ¿ok?

—Ok, hablamos luego.

Cuando colgó, Markku suspiró y apoyó la cabeza en el respaldo. Durante unos minutos pensó en la posibilidad de mudarse a Nueva York con su hermano, pero sabía que eso sólo empeoraría la situación con su padre, así que descartó la idea y volvió a su trabajo.

Línea recta (Homoerótica)Where stories live. Discover now