Capítulo 41: Apoyo incondicional

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¡Hola! Como veis, esta vez he tardado poco en actualizar. Espero que os guste y me deis vuestra linda -o no tan linda ;-)- opinión. Gracias por seguir leyendo.

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El apoyo de nuestra pareja, es el que más deseamos cuando la vida nos pone al borde de un precipicio emocional.
Si tenemos a la persona que queremos a nuestro lado, nos sentimos capaces de superar cualquier cosa.

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Gabriel volvió a entrar al hospital y se encontró a Maribel buscándole. La conversación que había mantenido con Osher le había alegrado el día —incluso la vida, por muy exagerado que suene—. Cuando Maribel le vio se acercó a él, un poquito curiosa.

-—¿Por qué sonríes así?

Antes de que Gabriel contestara, Maribel vio a Osher entrar y mirar a su amigo con aversión.

-—Sea cual sea el motivo, no mires si no quieres perder esa sonrisa.

Gabriel miró para comprobar que era quién él creía y sonrió más ampliamente.

Maribel se quedó confundida.

-—Creía que al ver a ese tipo te enfadarías, y en lugar de eso sonríes más. ¿Qué ha pasado en los minutos que no te he visto?

-—Algo bueno  —contestó el castaño sonriendo y, para evitar más preguntas, cambió de tema—.  ¿Y tu abuelo?

-—Aquí estoy  —Custodio se acercó a su nieta—.  ¿Nos vamos a casa? Tengo hambre.

Custodio no se lo piensa y sale del hospital rápidamente con su nieta y Gabriel siguiéndole.

-—¿Qué tienes hambre? Estamos aquí porque has confundido una indigestión con un infarto, ¿y dices que tienes hambre?  —preguntó Maribel con enfado.

-—A ver, a ver. Primero, fuiste tú la que lo confundió. Yo sólo dije: "Me duele aquí"  —Custodio se pone la mano en el pecho.

-—Pues tú también estabas acojonado.

-—Mira esta. Si empezaste a decir: "¡Mi abuelo se muere, mi abuelo se muere!" A cualquiera no le entra el canguelo.

Gabriel empezó a reír sonoramente.

-—Anda. ¿Y tú por qué estas tan contento?  —le preguntó Custodio al mejor amigo de su nieta—.  ¿Has echado un polvo mientras yo estaba ahí dentro? ¿Eh, pillín?  —el hombre sonrió levantando las cejas y dándole ligeros codazos a Gabriel, que pensó en lo mucho que su amiga se parecía a su abuelo.

-—¡Abuelo!  —gritó Maribel, avergonzada.

Gabriel no pudo evitar reírse.

-—Mi novio está ahora mismo en Noruega, así que hasta que vuelva, nada de polvos.

-—Tú no le sigas el juego, ricitos  —le dijo la rubia dándole a su amigo una colleja.

-—Anda y calla María Belén, que seguro que tú no eres una inmaculada doncella  —Custodio levantó las manos de manera cómica mientras decía eso.

Gabriel se rió a carcajadas sujetando su tripa mientras Maribel estaba roja hasta las orejas.

-—¡Abuelo, deja de avergonzarme! ¡Y tú no te rías!  —le dijl a Gabriel, persiguiéndole por el parking del hospital mientras el castaño seguía riéndose.

Línea recta (Homoerótica)Where stories live. Discover now