Capítulo 56: Tigre y gatito

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¿Cómo comienza el amor?; una mirada a esa persona a la que has visto mil veces pero nunca de manera tan intensa, una sonrisa, que una vez consideraste bonita pero nunca te fijaste en que era tan sincera, o unas palabras que llegan a lo más profundo de tu ser en el momento más adecuado.

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Mientras iban camino de casa, Adán, no sabía porqué, estaba recordando las palabras que Mat dijo cuando entró a su casa por primera vez: "Me gusta cómo huele... a madera y a bizcocho de limón... a hogar". Después de eso, le miró, vio aquellos ojos azules, y la idea de que Mat tenía que irse cuanto antes se desvaneció. Ese rubio se había metido en sus venas casi desde el primer momento en que cruzó la puerta de su casa y lo llamó hogar, y cada vez que le tocaba se metía más y más dentro de su ser, y estaba malditamente seguro de que cuando estuviera dentro de su cuerpo, cuando le hiciera el amor, iba a quedar atrapado por completo. Por eso, porque sabía que iba a ser muy especial, no quería estropearlo teniendo que usar preservativo. Esperaría a que llegaran los resultados de los análisis y entonces sí, le haría el amor con sus cinco sentidos.

Mat le sacó de sus ensoñaciones de golpe con dos palabras.

-Están buenísimas -dijo mientras se comía un paquete de patatas fritas que había agarrado de las bolsas de la compra-. ¿No quieres? Son sabor jamón y queso.

Adán miró a Mat de soslayo para no apartar la vista de la carretera. El olor de las patatas le había abierto el apetito.

-Pero, estoy conduciendo.

Mat agarró una de las patatas y se la puso al moreno en la boca, que la abrió por pura inercia.

-Mm, están 'icas -dijo Adán con la boca llena.

Mat sonrió.

-Sí, están muy 'icas. ¿Quieres más?

-Sí -contestó, abriendo la boca.

Cuando Mat vio la boca abierta de Adán, esperando ser llenada de patatas, se sintió excitado... y avergonzado por excitarse tan fácilmente.

-¿Qué pasa?

-Pues... nada, nada -fingió Mat metiéndose en la boca las patatas.

-Oye, ¿esas patatas no eran para mí?

Mat miró la bolsa.

-Cierto, disculpa. Toma -le dijo, rellenando su boca con los aperitivos salados. Cada vez que Mat metía patatas en la boca de Adán, su polla pulsaba tras la cremallera de sus pantalones-. <Dios. ¿Notará mi erección?... Espero que sí, porque cuando lleguemos a casa no quiero simplemente ir a dormir. Por si acaso...> -Mat adelantó su trasero acercándolo al borde del asiento y abrió ligeramente las piernas. En esa postura, y con los pantalones de tela del traje del trabajo, la rigidez era más que obvia y Adán no tardó en verla.

El moreno estiró la mano y acarició la entrepierna del rubio.

-Para esto no importa que estés conduciendo, ¿eh?

Adán puso una sonrisa de lado.

-Puedo esperar por unas patatas, pero por esto... Es demasiada tentación. ¿Te apetece hoy en la ducha o en el sofá? O, ¿quizá en ambos sitios?

Mat puso su mano sobre la de Adán y apretó para sentir el toque más íntimamente, Adán se mordió el labio inferior al notar con más intensidad la carne caliente en su mano.

El rubio gimió y cerró los ojos un instante disfrutando del toque.

-... ¿Qué tal si nos damos una ducha y después vamos a tu cama?

Línea recta (Homoerótica)Where stories live. Discover now