Capítulo 53: Pasión y preocupación.

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¿Qué a Mat le gustaba que le dijeran qué hacer? Eso no sólo le encendía, también le decía que sin lugar a a dudas, se había enamorado -esta vez sí- de la persona adecuada para él.

Mientras le besaba, empujó a Mat hasta que la espalda del rubio se topó con la pared que separaba la sala de estar del dormitorio. Cuando le tuvo pegado a su cuerpo, notó la sensación que siempre había querido sentir: necesidad. Quería necesitar a alguien, quería sentir que alguien era imprescindible en su vida... Sí, siempre había querido algo así, porque a pesar del miedo a ser capaz de comportarse como lo hizo su madre, amar a alguien hasta pensar que sin esa persona te falta el aire era algo que precisaba para sentirse vivo. Aunque pudiera parecer una locura. Había visto la forma en la que Gaby y Markku se miraban, y después de verles hacer el amor, estaba más seguro que nunca de que él quería algo así y esperaba tenerlo con Mat. Lo ansiaba.

Mientras besaba al rubio, Adán no podía pensar en otra cosa que no fuera quitarle la ropa, ya no por el sexo -sabía que esa noche no iban a llegar hasta el final- si no más bien por sentirse piel con piel. La única manera de saber si el rubio estaba de acuerdo era preguntándoselo, aunque también podía arriesgarse, intentar desnudarle y esperar su reacción.

<Le dije que me gustaba ser yo quién iniciaba y terminaba y él me dijo que eso le gustaba de mí>  —y pensando eso, se aventuró a llevar las manos, hasta ahora alrededor de la cintura del rubio, hasta el borde de la camiseta azul claro que llevaba puesta. Despacio y sin dejar el beso comenzó a levantarla. Al hacerlo, sus dedos rozaron la piel suave y pudo notar el estremecimiento en el cuerpo de Mat. Eso le fascinó, que con sólo el roce de sus manos el chico estuviera ya turbado le excitaba, quizá demasiado—.  <Tengo que controlarme>   —pensó, y alejó su boca unos centímetros de los suaves labios que ya había empezado a venerar, pero sin apartar el resto de su cuerpo. Y así, pegado a él, Adán le levantó la camiseta mientras le miraba fijamente a los ojos esperando ver su reacción. Mat no dijo una palabra, se limitaba a devolver la mirada con los ojos vidriosos y sin tan siquiera parpadear. Adán alzó la prenda de ropa hasta que ambos pezones se vieron, apartó la mirada de los ojos contrarios y miró las dos tetillas. Eran pequeñas y de un color rosado. En ese momento estaban duras, pero para Adán no lo bastante. Despacio, se agachó hasta tenerlas al alcance de su boca y pasó la lengua sobre una de ellas. La piel de Mat se erizó y el pezón se arrugó bajo su lengua. Adán pudo escuchar un gemido seguido de "no, no, no, no". Parando, Adán miró la cara del rubio—. ¿Quieres que pare? ¿He hecho algo malo?

—No, es que cuando siento que estoy cerca digo... no.

Adán sonrió por el enorme sonrojo de Mat, por decir "no" cuando quería decir "sí" y, sobre todo, por saber que con algo tan sencillo como lamerle un pezón ya estaba cerca de llegar.

—¿Dices que no porque no quieres llegar todavía?  —vio como Mat afirmaba con la cabeza, pero mirando hacia otro lado—. Tranquilo, sé la manera de evitarlo. Yo te ayudaré.

—¿Cómo?

—Tú sólo relájate y confía en mí —Adán le dio un corto pero profundo beso—.  ¿Confías en mí?  —formuló la pregunta con cierta renuencia, no estando muy seguro de si debería haberla hecho.

— ...Sí.

Aunque deseaba una respuesta afirmativa, no la esperaba. Que Mat dijera que confiaba en él hizo que su corazón se ensanchara... Que la persona que te gusta, es más, la persona de la que estás enamorado diga que confía en ti es cuanto menos una bendición.

Adán acarició el rostro de Mat, que le miraba con intimidad, y volvió a besarle ahora más despacio, con dulzura y cariño.

—Mm  —gimió el rubio dentro del beso.

Línea recta (Homoerótica)Where stories live. Discover now