Capítulo 37: La extraña amistad y la visita del diablo

5.7K 417 139
                                    

Hola! Aquí está el siguiente capítulo (más largo de lo habitual por no partirlo en dos capítulos distintos). Quería aclarar que hay unas cuantas frases en noruego que traduzco justo al lado, en negrita, para así no perder el hilo de la historia. Me encantaría leer vuestras opiniones. Un saludo y gracias por seguir leyendo. 😊

*******************

En dos meses pueden pasar muchas cosas, como que tu vida pueda dar un giro de ciento ochenta grados a tal punto que, esa persona quien creías que era tu enemigo se convierta en lo más parecido a un mejor amigo que has tenido nunca.

********************

Mirar por la ventana de su despacho se había convertido en una costumbre para Markku, sobre todo cuando llovía. Le gustaba mirar los coches mojados con los limpiaparabrisas moviéndose de un lado a otro con ese movimiento hipnótico y mareante, escuchar el ruido de los cláxones de los vehículos que sonaban como si todo el mundo tuviera más prisa los días lluviosos, el sonido que hacían las ruedas al pasar por un charco, los peatones que corrían intentando resguardarse haciendo ruido de chapoteo al pisar el suelo mojado... le gustaba el desorden que causaban los días grises a la mayoría de las personas mientras que a él le relajaban.
Pero ese día era tan resplandeciente y luminoso que le molestaba en los ojos. Especialmente porque se había pasado la noche despierto, haciendo ejercicio como un descosido por no poder dormir y pensando en el asco que era su día a día por haber perdido a la única persona que había amado en su vida, por confiar en quién no debía y no confiar en quién sí debió hacerlo.

Aunque sus pensamientos le tenían abstraído, pudo escuchar cuando llamaron a la puerta de su despacho.

-—Adelante  —Markku dio permiso para entrar a la persona que llamaba. Ni siquiera se molestó en mirar, siguió observando a través del cristal de la ventana, sin preocuparse.

-—Traigo los documentos del negocio de la calle Tetuán para que los firmes.

-—Déjalos en la mesa, por favor.

Adán dejó los papeles sobre el escritorio y se quedó mirando a Markku. Le preocupaba su estado. Estaba cada día más delgado, pálido y ojeroso. Quizás hace unos meses, el estado de salud de su jefe le habría importado tanto como el precio de los tomates en Nairobi, pero cuando el rubio le llevó a su casa después de lo ocurrido en el 'Laurel y sal', hablaron durante horas y se dieron cuenta de las cosas que tenían en común, sobre todo un padre cabronazo. Desde entonces habían llevado su relación laboral más allá trabando una -extraña- amistad. Y lo malo de tener amigos es que te preocupas por ellos.

-—Estoy harto de verte así.

-—¿Así, cómo?

-—Como si en cualquier momento te fueras a tirar por esa ventana.

-—Si hago eso, Bastida lo aprovecharía para hacerse con la empresa y usarla en su propio beneficio.

-— ... Pensar en el bien de la empresa como motivo para no suicidarse está muy bien, por supuesto  —dijo Adán en tono sarcástico—.  Sabes que todos tus problemas se arreglarían hablando con Gaby  —Adán tomó asiento mientras esperaba la respuesta de su jefe.

Línea recta (Homoerótica)Where stories live. Discover now