Rendición (3ª Parte)

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Pasarse la noche despierto había sido inevitable para Markku. Necesitaba pensar en cómo recuperar a Gabriel porque definitivamente iba a recuperarle. No sabía que tendría que hacer y tampoco le importaba. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera aunque eso significara humillarse. Si era necesario, se arrastraría. En ese momento estaba más seguro que nunca de que Gabriel era la persona con la que quería compartir su vida, incluso más allá que eso; sin Gabriel, no quería vida.
Sabía que el castaño tenía turno de tarde en el 'Laurel' así que, o bien esperaba o iba a su casa a buscarle.

-—<Seguramente esté durmiendo toda la mañana. Anoche debió terminar agotado.>

Quedarse en casa viendo pasar las horas hasta que pudiera ir a verle era, no solo una gilipollez, si no también desesperante, así que decidió ir al trabajo como todas las mañanas para intentar que el tiempo pasara más deprisa. No funcionó, y lo peor era que se había quedado atrapado en una de esas reuniones improvisadas que Bastida solía hacer sólo para joderle y hacerle quedarse en el trabajo hasta tarde.
Cuando por fin salió, entre maldiciones susurradas hacia toda la familia de Bastida -aunque ellos no tuviera culpa alguna- se dirigió hacia el 'Laurel' lo más rápido que el límite legal de velocidad le permitía.
Estacionó el coche al otro lado de la calle y cruzó la carretera casi sin mirar. Pudo ver que el local estaba prácticamente vacío de clientes a excepción de un hombre que estaba en la barra. Eso significaba que Gabriel terminaría pronto esa noche. De repente, al pensar en la posibilidad de volver a abrazar a Gael, su corazón comenzó a latir con fuerza por la urgencia de que eso pasara lo antes posible. Cuando le vio el día anterior y no pudo tocarle sintió como si se hubiera olvidado algo en mitad de la calle, con las manos vacías, cómo si hubiera perdido algo muy importante.
Markku avanzó hacia la barra y se sentó en uno de los taburetes libres. No le prestó demasiada atención al hombre que estaba sentado a su lado, y que ya estaba antes de llegar él, hasta que le saludó.

-—Buenas noches.

Markku se giró para devolverle el saludo y vio que era Adán. Era la primera vez que le veía desde que sabía lo que le pasó cuando era niño y no sabía como mirarle.

-—Buenas noches.

Por la forma en que Adán le miraba, Markku podía decir que el moreno debió notar que no sabía como hablarle. Su gesto con el ceño fruncido le hacía notar confundido e incluso enfadado.

-—¿Markku?  —la voz de Maribel se oyó, saliendo de la cocina.

-—Hola, Maribel. Creía que Gael estaba en el turno de tarde.

-—Y lo está. Yo sólo he venido para echar una mano con el cierre. Lo hago a menudo. Sobre todo cuando mis hermanos están estudiando para los exámenes y les molesta hasta el sonido de mi respiración.

-—Ya. Y entonces, ¿dónde está Gael?

-—Creo que está en el almacén, ordenando las cajas del pedido que acaba de llegar... Sabes donde está el almacén, ¿verdad?

-—Sí, gracias. Le esperaré aquí.

-—De nada. Pero, ¿porqué no vas allí a buscarle?

-—¿Seguro que no le importará a Pedro?

-—Para nada. Además, Pedro no está. Ve, estoy segura de que Gabriel se llevará una sorpresa cuando te vea.

-—Bien. Iré allí.

Cuando Markku salió, Maribel pronunció en voz baja.

-—Y tú también te llevarás una sorpresota cuando le veas a él.

-—¿Has hecho que Markku vaya al almacén a buscar a Gaby sabiendo que está allí con Adrián?  —le preguntó Adán a la rubia.

-—Anda, es verdad que no se lo he dicho  —Maribel salió fuera, carraspeó aclarándose la garganta y dijo susurrando—:  Markku, que Gabriel está ahí con Adrián y puedes pillarlos enrollándose  —volviendo a su tono de voz normal, Maribel miró a Adán—.  Vaya, no me ha oído. En fin, que le vamos a hacer. Yo le he avisado  —dijo, encogiéndose de hombros.

Línea recta (Homoerótica)Where stories live. Discover now